¡Parad las máquinas! ¡Detened las
rotativas! He trincado el Shenmue II por 3€. Para los que seáis
ignorantes en el mundo del retrocoleccionismo videojueguil os tengo
que decir que esta es una pieza excelsa que se cotiza entre 30€ y
60€. He triunfado como la Coca-Cola.
El dependiente del Cash Converters
donde he pillado este megahallazgo también sabía de su importancia,
así que me recordó repetidas veces la suerte que yo tenía. ¡Que
sí, tío! No me lo digas más, me estás haciendo sentir culpable
por tener un poquito de suerte de cuando en cuando.
Shenmue es el típico videojuego de
culto que te cagas, si vas a una fiesta de retrocoleccionistas va a
salir Shenmue en la conversación de fijo. Vale que el
cotizado-cotizado es el de Dreamcast, pero yo estoy muy contento con
lo mío.
Afortunadamente yo no me muevo con
retrocoleccionistas, por eso mi cerebro está bien. Los
retrocoleccionistas y gente así están muy pirados y nunca entiendes
qué rayos les pasa por la cabeza. Su mirada es esquiva y no sabes si
están pensando en cuánto admiran tu pieza o en cómo van a matarte
para robártela.
Intento sacar lo mejor de cada tipo de
gente: de los retrocoleccionistas saco su hobby, que me encanta, pero
dejo su locura excesiva. Con los fachas cojo su sanote sentido del
humor pero dejo su cutre manera de enfocar las cosas. Hay que hacer
esto si uno quiere ser feliz.
El equilibrio es la cuenta pendiente
que en este momento tenemos como sociedad. Si vas por la calle verás
o panolis en una ridícula bicicleta o panolis en un ridículo SUV.
Yo ni entiendo cómo alguien puede atreverse a ir en bicicleta por
Madrid con el tráfico que hay ni cómo alguien en medio de un grave
problema medioambiental puede elegir un SUV entre todas las opciones
posibles.
Como a mi me gusta ir por el camino de
en medio voy andando, porque así ni tengo miedo de que me atropelle
un SUV si cojo una bici ni me siento mal por estar echando macísimo
de humo a la atmósfera.
Juan va por la vida como Dios dispuso
que se hiciera: Juan camina por la acera, Juan coge el coche cuando
tiene que ir a una provincia por carretera y Juan coge un tren si
quiere hacer un viaje. Juan deja los modernos inventos del demonio
para los endemoniados, como no puede ser de otra manera.
Juan, sin embargo, en su grandeza,
acepta que tú vayas en bicicleta. Juan podría mirarte por encima
del hombro, naturalmente, pero Juan se corta un pelo. Así de grande,
así de magnífico es Juan.