Ser casual no es nada fácil. Haces un
juego para la Wii pensando que te van a aplaudir y resulta que te
tachan de hacer algo blandito, sin fuerza. No es justo.
La gente blandita sueña con ser
durita. Lamentablemente nunca lo van a conseguir porque ese no es el
camino adecuado. ¿Para qué quieres ser tan durito? ¿Quién te
tiene o no que aprobar?
Dicen los psicólogos multiventas que
todos queremos complacer a alguien y es verdad. Es natural, si
complaces a alguien le pones contento y si le pones contento te va a
apoyar.
La cuestión es hasta qué punto eres
capaz de arrodillarte ante alguien que ni fu ni fa. Eso distingue a
los ganadores de los perdedores. Por ejemplo, puede que seas capaz de
chuparle el penis a un mafioso asesino. Eso te convertiría no sólo
en cómplice, sino también en una persona para echarse a reír y
morirse de jaja.
Si eres un pelota impenitente estás
perdido porque a los pelotas se los meriendan al salir del instituto.
Puede que ahí dentro te defienda la profesora a la que le chupas la
enagua, pero aquí fuera las normas son diferentes.
¿Cómo se te ocurrió en primer lugar
convertirte en un pelota? ¿No tienes dignidad? ¿Es que quieres que
tus hijos se rían de ti? ¿Quieres que tu mujer se vaya con otro que
se vista por los pies?
Creo que para convertirse en un pelota
hay que estar muy desesperado. ¿No eres capaz de percibir la ofensa
profunda que yace en ese acto? ¿No te repugna esa manera de
relacionarte con los demás?
Recuerdo cuando eras pequeño, blandito
y tonto. Ahora has encontrado el truco infalible para salir adelante:
hacerle la pelota al que está por encima de ti. Muy agudo.
Lamento decirte que a los personajes
como tú es a los que se sacrifica cuando la cosa se aprieta un poco.
Lo dice todo Hollywood. ¿Por qué contigo va a ser diferente?