Estos pegamines en barra son una
mierda. En teoría valen para pegar papel, porque el papel lo pegas
hasta con un escupitajo, pero ni eso. Al tiempo se despega la cosa.
Donde esté el Supergen naranja que se quite este horror.
Este pegamento parece ser que ahora
viene con una Poochie-Mascota dibujada en el cuerpo de la barra, como
si eso fuese a mitigar mi ira cuando los papeles, por mucho que te
esfuerces, se despegan. Lleva una bandana en la cabeza y un loro en
la mano, lo que nos hace suponer que la puta mascota es un pirata, y
todos sabemos que los piratas son guays porque no cumplen las normas
y llevan la vida mejor, la de pirata.
Yo diría que es un pirata tipo
Guybrush Threepwood, porque tiene la piel lisa como la de un bebé.
Este pirata es un aspirante a pirata, se ha comprado los complementos
de pirata pero no ha luchado con espadas, que es lo que tiene que
hacer un auténtico pirata.
La Sword Master ™ nos enseñó que
para ser un auténtico espadachín lo de manejar la espada mejor o
peor, bueno, tiene su importancia hasta cierto punto. A partir de ese
punto, punto mínimo que has de alcanzar si quieres convertirte en un
espadachín normalito, lo que cuenta es tu manejo con otra espada, tu
lengua.
Yo me he visto envuelto en este tipo de
peleas verbales hasta que mi corazón ha dicho basta. Con la lengua
puedes herir a tus rivales igual o más que con el más afilado de
los floretes. No seas ingenuo, hay gente con una lengua que parece un
sacacorchos, lo que nos hace pensar que esa gente ha tenido una vida
bien dura.
Hay dos tipos de ataques en esta vida:
los físicos y los verbales. Los físicos ya hemos llegado a un punto
de la civilización en el que están prohibidos. Si alguien te pega
una hostia por la calle está bien jodido, porque la gente va a decir
“¡Ooooh!” y “¡Aaaaah!” y alguien llamará a la policía. El
que haya osado a utilizar la violencia física se va a meter en un
lío de narices, eso está bastante garantizado.
Luego puedes usar la violencia verbal,
que tiene la ventaja de que todavía no está penada por la ley y te
puedes librar de la cárcel si la practicas con la suficiente
discreción. Si puedes lanzar dardos envenenados a tu enemigo lo
suficientemente finos como para no ser detectados de un vistazo
podrás destruirle sin que nadie se dé cuenta. O quizás sí se den
cuenta, pero la sociedad no está suficientemente avanzada como para
echarse encima del que practica estas artes. Ahí puedes decir “Tú
estás paranoico, yo no he hecho nada malo” y el rufián se puede
salir con la suya.
Este tipo de artes son especialmente
irritantes, porque te pueden estar dando por culo constantemente y
nadie puede decir nada. Son las artes del mariquita, del que no tiene
otro recurso.
Si has jugado a Counter Strike, sabrás
que en el grupo siempre había uno que era el francotirador. Como
sabes, uno juega a los videojuegos como vive. Este espécimen
practicaba en el Counter Strike los mismos métodos que en su vida
diaria, buscaba un parapeto lejos de la acción pero desde el que la
pudiera contemplar y desde ahí se dedicaba a disparar a todo el que
pillaba. Tú estabas disparándote con tus amigos en campo abierto y,
pum, de repente estabas muerto. ¿Qué ha pasado? Ah, la maricona de
la francotiradora. Que me ha disparado desde lejos.
Este es el que todo el mundo da de
lado, por eso se tiene que ir a un puesto apartado de todos los demás
y desde ahí practicar la venganza con la que se pasa la vida
relamiéndose. No es lo suficientemente hombre como para partirse la
cara a las claras ni lo es como para dejar pasar las afrentas que se
hayan cometido supuestamente contra él. En resumidas cuentas,
estamos ante la maricona del grupo.
Este espécimen se vale de hacer sentir
compasión a los demás porque, vaya, qué injusto ha sido el mundo
con él. ¡Qué mala es la gente! Por eso estoy así, tan mal. ¿No
te doy pena?
Y sí, yo pico como un bendito en todas
estas. ¡Muchísima! ¡Me das muchísima pena! ¿Qué te ha pasado?
¡La gente es malísima! ¡Eres el Cristo crucificado, el que recibe
las lanzas de los demás, injustamente! Tararí.
Ese es el Judas, el que va de Cristo
pero luego te apuñala por la espalda. ¡No os engañéis! ¡No
hagáis como yo! ¡No seáis bobas, como lo soy yo! ¡Que es una
trampa! ¡Que lo que quiere es cargarse al menos a alguien, y aunque
tú no tengas culpa de nada por lo menos eres un cuerpo al que
apuñalar, ya que los otros, que son menos compasivos o más listos,
no se acercan a medio metro de él!
El Cristo eres tú, lo que pasa es que
como lo eres no te das cuenta. Y, como un idiota, has confiado en
Judas, que es lo que hace el Cristo, ya que lo es. ¡Estad alerta!
¡Ojo con los cachorritos perdidos!
Sin embargo, para que la Historia
Sagrada se pueda ver satisfecha, Judas ha de traicionar a Cristo,
para que cumpla su santa función. Por lo tanto Judas, aunque sea un
irritante francotirador del Counter Strike, tiene sentido en todo el
entramado universal.
Luego cuando se da cuenta de lo que ha
hecho va y se suicida, el perillán. ¡Pero yo ahí ya no me meto!
¡Ese es tu destino, no el mío!