jueves, 1 de septiembre de 2016

Vanish Powerfoam Limpio & Fresco


¡Powerfoam! ¡Hostia puta! ¡Ojo, que esto no es foam así normal! ¡Esto es Powerfoam, motherfucker! ¡Don´t fuck with Powerfoam!


No sé si recordáis el Powerglove, aquel accesorio para la NES que era un guante de plástico que, en teoría, según lo movías hacías que el muñeco se moviera de una manera o de otra en la pantalla. Esto es lo que se conoce como un gimmick, un MacGuffin, algo que brilla mucho pero en realidad es bisutería.

Para jugar a Super Mario Bros un guante es lo que menos necesitas del mundo, porque no es cómodo. Es mucho más cómodo el clásico control pad que si quieres ir a la derecha pulsas el botón de la derecha y si quieres saltar le das al botón de saltar. Con el guante para ir a la derecha, qué se yo, igual tenías que girar la muñeca a la derecha y para saltar mover así el guante rápido para arriba.


Algo incomodísimo, vaya. Este guante tuvo éxito (muy relativo) porque no bebía de su calidad, sino de una idea fascinante: estar dentro del juego. Cuando te dicen “con esto es como si estuvieras dentro del juego” tu razonamiento se apaga. No, no me vengas con que eso no es posible con un guante de plástico. Prefiero comprar el puto guante y que haya una posibilidad entre mil de que esa idea tan fabulosa sea verdad que no comprarlo y perder esa oportunidad entre mil.

La gente somos así, queremos creernos ideas disparatadas porque nuestra vida es una mierda. Si nuestra vida no fuera una mierda no haríamos caso a estas chorradas, ya que estaríamos a gusto y felices y cuando uno está a gusto y feliz apedrea a los timadores junto con sus vecinos, todos juntos. Pero como hemos acabado llevando unas vidas en las que odiamos a nuestros vecinos y a nuestra misma vida pues hacemos caso de cada trozo de mierda que brille.


Estos años de crisis han sido el mejor campo abonado para los timadores. ¡Dios mío, esto se hunde! ¡Pero que se hunde, no es broma, joder! Así que a cada idiota que ha venido con bisutería brillante le hemos hecho caso. Tan negro era el ambiente que, no sé, esto brilla. ¡Pues si brilla tan mal no estará! Lo de que sea bisutería o un diamante es lo de menos, yo de momento me acerco a lo que brilla porque es mejor opción que seguir en tinieblas.

Como sabéis si habéis estudiado un poquito, aunque sea un poquito, de ciencias naturales (o si habéis visto Buscando a Nemo, con eso vale) existen en las aguas abismales unos peces que emiten una atractiva luz de uno de sus tentáculos. Cuando los pececillos ingenuos se acercan a ella ¡tachán! se revela que lo que había tras esa luz tan hipnótica era un monstruo con unas fauces que te cagas en tus calzoncillos de pez. Y ahí ya estás vendido, claro, mucho tienes que correr.


En el mundo de los humanos pasa lo mismo. Nosotros tenemos la luz del sol, pero podemos nublarla todo lo que queramos con las tinieblas de nuestra mente. Y estos años, qué duda cabe, hemos tenido las mentes más nubladas de toda la historia de la humanidad. No nos ha importado en absoluto que tengamos una tecnología capaz de hacer todo el trabajo pesado por nosotros para que podamos cantar y bailar por las calles. En cambio, nos hemos dedicado a matarnos, metafóricamente, unos a otros, ya que en vez de ver el mundo de abundancia que tenemos ante nuestros ojos, hemos preferido creer en otro lleno de escasez, en el que hay que matar o ser matado.

Yo, que soy un neuronauta de primera clase, pues me lo he pasado muy bien, para qué te voy a engañar. Soy el típico niño que se lo pasa bien inventando juegos. ¡Yo soy el vaquero y tú el indio! ¡Y ahora es al revés, yo soy el indio y tú eres el vaquero! Y así paso la vida, jugando con mi imaginación, como tú, probablemente.


El juego tenebroso que se nos ha propuesto estos años ha sido tenebroso como pocos, pero no por ello ha sido menos divertido. Ha sido más, si cabe. ¿Que tú me dices que el mundo es un lugar oscuro y yo me lo tengo que creer o me das una paliza? ¡Ni medio problema, señor! Entonces, yo imaginaré que soy un superhéroe, que soy Robocop, que soy Conan El Bárbaro y mi enemigo serás tú, señor, ya que nublas, o pretendes nublar mi mente y la de los demás.

Naturalmente a mi no se me puede ganar, soy el protopsiconauta, yo nací para ganar a estos juegos. Por eso me resulta enternecedor que alguien me desafíe a ellos.


Por eso cuando alguien me viene con trucos tipo “Powerfoam” o con negocios de chichinabo disfrazados de octava maravilla del mundo me echo a reír a carcajadas, porque yo inventé ese juego. ¡Venga, tío! ¡No tengas tanta cara! ¡No engañes a la peña de esa manera! ¡No te aproveches de que estamos jugando a las tinieblas para agarrarle las tetas a Manolita!

En cuanto volvamos a dar la luz Manolita te va a partir la cara, dalo por descontado. Y ¡oh, sorpresa! ya han dado la luz.