Las cosas acabadas en “-ín” son
preciosas. Yo tengo ascendencia gallega y leonesa y allí se habla
así: paisanín, ratín, cafetín... Es como una manera de decir que
somos personas tiernas sin decirlo, porque aunque tiernos estamos
hechos de roca, como los Montes de León o el Macizo Galaico.
Cuando hallas un producto llamado
“Baldosinín” sospechas que este es un producto confiable, hecho
por una empresa familiar. Aquí no hay tiburones que te quieran
enredar el seso con complicadas fórmulas mercadotécnicas. Aquí hay
un paisano, un paisanín, que quiere que las juntas de tus baldosas
estén blancas. Así que lo que se le ha ocurrido es este Baldosinín,
porque su padre sabía de estas cosas y él las aprendió, sin
quererlo.
Podría llamarse Baldosanator, como
diciendo que tiene la polla muy grande, aunque probablemente tenga un
simpático percebillo. Podría llamarse Baldosanator Energy White
Destroy Deluxe, pero no, lo han llamado Baldosinín.
Tú te tienes que ir con la gente que
diga de sí misma que es Baldosinín, porque los que parecen tontos
son los que tienen el mango más fiero y bravo.
Como tienen tal cipote les da vergüenza
decir que lo tienen, por eso dicen que son Baldosinines. Los que
tenemos el pene más normal tenemos que tener otros recursos, no
menos orgiásticos. Cada uno sabe de lo que sabe y yo no te voy a
decir de lo que sé, porque, como a Baldosinín, me da vergüenza.
En nuestra debilidad reside nuestra
fortaleza, como sabrás si ves Ninjago.
Es a lo que se refería Jesús con su
grano de mostaza, que cuando crece es la mayor planta de todas. Mis
parábolas, bueno, tienen los mimbres propios de la época que nos
toca vivir. No voy a discutir cuáles son mejores o peores porque yo
a Jesús lo respeto que te cagas, pero sí voy a decir que las mías
son espectaculares, porque están vestidas de robot, de rayos láser,
de Supernenas, pero dentro contienen el mismo germen.
A la gente de Galilea no les podías
venir con Baldosinines, porque no sabían lo que es. Tenías que
venirles con lirios del campo y con granos de mostaza, asuntos que a
mi me parecen terriblemente aburridos porque yo he nacido en la cima
de la civilización occidental y aquí hablamos de unas cosas mucho
más espaciales, supersónicas.
Como tú eres mi contemporáneo no
sabes de lirios del campo, pero sí de Baldosinín y Red Bull. Mi
estilo lo determinas tú, como si realmente tuvieras algún poder.
¿No es simpático mi estilo desafiante
cuando de desafiante en realidad no tiene nada?
¿No es divertido que juegue a que soy
un tipo superpoderoso cuando en realidad soy igual que tú, más
humilde que un ratón?
¿No es así como estás acostumbrado a
que te traten, desde un pedestal, y tú estás acostumbrado a
obedecer al que te habla desde él, aunque no es que sea un ratón
como nosotros sino una cucaracha?
¿Ves, por fin, cuánto he refinado mi
estilo por ti y sólo por ti?
¿Ves, de una vez, que todo es una
broma, tolai?
No sé si prefiero que descubras de una
vez mi farsa filantrópica o que dure un poco más. Porque, por un
lado, estoy cansado de que me veas como a tu enemigo, que es a lo que
yo he decidido, unilateralmente, que los dos vamos a jugar. Ya que
estás convencido de que tu enemigo es tu amigo, había que crear un
enemigo aún más imponente al que le prestaras tus oídos, ya que te
han acostumbrado a pensar que el que más grita es el que más razón
tiene.
Por otro lado, este juego es TAN
divertido, TAN maravilloso, TAN deslumbrante que no quiero que acabe.
Casi prefiero que la farsa me dure un poquito más para relamerme de
las mieles creativas que me proporciona cada día. ¡Las que he
tenido que ingeniar para que tú entendieras lo que había que
entender! ¡La de vueltas que le he dado a la cabeza! Tú nunca lo
sabrás porque ese es mi trabajo y, por tanto, mi responsabilidad. No
quiero que sufras por mis desvelos, porque si los conocieses
sufrirías de una manera que quizás no estés preparado para
soportar.
En vez de eso, seguiremos jugando, ya
aterrizando en la tierra, cada vez de una manera más grácil. Ahora
ya entrevés que te he estado tomando el pelo desde el principio,
pero que, encima, lo he hecho por ti y por nadie más que por ti. Y
ahora que estás dispuesto a entregarme tu corazón y tus riquezas te
contendré, porque no quiero que te quedes sin nada de un día para
otro.
Dámelo todo poco a poco, como se
tienen que hacer las cosas que valen la pena. A tu mujer no le metes
el rabo, así, a lo loco, ¿no? Bueno, sí, pero digo cuando estáis
en plan amor. Aquí estamos en plan amor ahora. Déjate mecer en el
final de esta farsa maravillosa, sublime, que he inventado para ti.
Vamos, vamos, querido niño, sigue
soñando. Sigo siendo tu mortal enemigo. Sigue dirigiendo tu mira
láser contra mi. Así, en medio de la frente, eso es. Buen chico.
Muy bien.