jueves, 1 de septiembre de 2016

Baldosinín Blanqueajuntas Concentrado


Las cosas acabadas en “-ín” son preciosas. Yo tengo ascendencia gallega y leonesa y allí se habla así: paisanín, ratín, cafetín... Es como una manera de decir que somos personas tiernas sin decirlo, porque aunque tiernos estamos hechos de roca, como los Montes de León o el Macizo Galaico.


Cuando hallas un producto llamado “Baldosinín” sospechas que este es un producto confiable, hecho por una empresa familiar. Aquí no hay tiburones que te quieran enredar el seso con complicadas fórmulas mercadotécnicas. Aquí hay un paisano, un paisanín, que quiere que las juntas de tus baldosas estén blancas. Así que lo que se le ha ocurrido es este Baldosinín, porque su padre sabía de estas cosas y él las aprendió, sin quererlo.

Podría llamarse Baldosanator, como diciendo que tiene la polla muy grande, aunque probablemente tenga un simpático percebillo. Podría llamarse Baldosanator Energy White Destroy Deluxe, pero no, lo han llamado Baldosinín.


Tú te tienes que ir con la gente que diga de sí misma que es Baldosinín, porque los que parecen tontos son los que tienen el mango más fiero y bravo.

Como tienen tal cipote les da vergüenza decir que lo tienen, por eso dicen que son Baldosinines. Los que tenemos el pene más normal tenemos que tener otros recursos, no menos orgiásticos. Cada uno sabe de lo que sabe y yo no te voy a decir de lo que sé, porque, como a Baldosinín, me da vergüenza.


En nuestra debilidad reside nuestra fortaleza, como sabrás si ves Ninjago.

Es a lo que se refería Jesús con su grano de mostaza, que cuando crece es la mayor planta de todas. Mis parábolas, bueno, tienen los mimbres propios de la época que nos toca vivir. No voy a discutir cuáles son mejores o peores porque yo a Jesús lo respeto que te cagas, pero sí voy a decir que las mías son espectaculares, porque están vestidas de robot, de rayos láser, de Supernenas, pero dentro contienen el mismo germen.


A la gente de Galilea no les podías venir con Baldosinines, porque no sabían lo que es. Tenías que venirles con lirios del campo y con granos de mostaza, asuntos que a mi me parecen terriblemente aburridos porque yo he nacido en la cima de la civilización occidental y aquí hablamos de unas cosas mucho más espaciales, supersónicas.

Como tú eres mi contemporáneo no sabes de lirios del campo, pero sí de Baldosinín y Red Bull. Mi estilo lo determinas tú, como si realmente tuvieras algún poder.


¿No es simpático mi estilo desafiante cuando de desafiante en realidad no tiene nada?

¿No es divertido que juegue a que soy un tipo superpoderoso cuando en realidad soy igual que tú, más humilde que un ratón?


¿No es así como estás acostumbrado a que te traten, desde un pedestal, y tú estás acostumbrado a obedecer al que te habla desde él, aunque no es que sea un ratón como nosotros sino una cucaracha?

¿Ves, por fin, cuánto he refinado mi estilo por ti y sólo por ti?


¿Ves, de una vez, que todo es una broma, tolai?

No sé si prefiero que descubras de una vez mi farsa filantrópica o que dure un poco más. Porque, por un lado, estoy cansado de que me veas como a tu enemigo, que es a lo que yo he decidido, unilateralmente, que los dos vamos a jugar. Ya que estás convencido de que tu enemigo es tu amigo, había que crear un enemigo aún más imponente al que le prestaras tus oídos, ya que te han acostumbrado a pensar que el que más grita es el que más razón tiene.


Por otro lado, este juego es TAN divertido, TAN maravilloso, TAN deslumbrante que no quiero que acabe. Casi prefiero que la farsa me dure un poquito más para relamerme de las mieles creativas que me proporciona cada día. ¡Las que he tenido que ingeniar para que tú entendieras lo que había que entender! ¡La de vueltas que le he dado a la cabeza! Tú nunca lo sabrás porque ese es mi trabajo y, por tanto, mi responsabilidad. No quiero que sufras por mis desvelos, porque si los conocieses sufrirías de una manera que quizás no estés preparado para soportar.

En vez de eso, seguiremos jugando, ya aterrizando en la tierra, cada vez de una manera más grácil. Ahora ya entrevés que te he estado tomando el pelo desde el principio, pero que, encima, lo he hecho por ti y por nadie más que por ti. Y ahora que estás dispuesto a entregarme tu corazón y tus riquezas te contendré, porque no quiero que te quedes sin nada de un día para otro.


Dámelo todo poco a poco, como se tienen que hacer las cosas que valen la pena. A tu mujer no le metes el rabo, así, a lo loco, ¿no? Bueno, sí, pero digo cuando estáis en plan amor. Aquí estamos en plan amor ahora. Déjate mecer en el final de esta farsa maravillosa, sublime, que he inventado para ti.

Vamos, vamos, querido niño, sigue soñando. Sigo siendo tu mortal enemigo. Sigue dirigiendo tu mira láser contra mi. Así, en medio de la frente, eso es. Buen chico.


Muy bien.