Con esta mierda la nevera en vez de
oler a mierda huele a flores. Vamos, o a lo que coño lleve esto
dentro.
La movida es verde, parece un moco.
Parece Blandiblub. El Blandiblub era una cosa de puta madre. Bueno,
de puta madre hasta que se te caía en la alfombra. Ahí se llenaba
de pelos y de las historias que se aspiran y se jodió el Blandiblub.
Sí, decían que era lavable pero no lo era. Si lo lavabas eso ya no
era lo mismo.
Las Manos Locas seguían el mismo
principio. Funcionaban fetén, se manchaban, las lavabas y se jodió
la Mano Loca. Hombre, di que eran más baratas que el Blandiblub,
pero jodía igual.
Yo tenía mazo de juguetes. Ser hijo
único es un buen negocio. Mi madre siempre se arrepiente de no
haberme dado un hermano, pero ya yo no sé cómo decirle que me
hubiera hecho la putada de habérmelo dado. ¡Ya estoy
suficientemente rodeado de gilipollas! ¡No necesito otro, otro fardo
del que tirar!
Un hermano. Lo que me faltaba. Hubiera
salido tonto, porque yo ya me llevé toda la inteligencia que había
en la mezcla. Seríamos como Los gemelos golpean dos veces, yo
Selsenáger y él Danny De Vito. Yo me hubiera llevado todo lo bueno
y él todo lo malo. Y toda la puta vida cargando con él.
Mis valiosos objetos estarían rotos, o
pegajosos, o recortados. ¿Sabéis que mi primo, ya no mi hermano, me
recortaba los El Víbora de pequeños? Como salían algunas fotos de
folladas, porque de aquella no existía Internet, el hijo de puta me
las recortaba y yo me quedaba sin una pieza de coleccionista. ¡Tócate
los cojones! Yo me quedaba cariacontecido.
Eso de los hermanos es un fardo. Un
lastre. Algo que se supone que debería ser un apoyo y es un tumor.
Es como el bicho aquel que se parecía a Jordi Pujol que vivía en la
barriga de uno en Desafío Total. Pues así.
¡Menuda carga! ¡Mamá, deja de sufrir
de una puta vez, por favor te lo pido! ¡Que hiciste muy bien! ¡Que
traer más Juanes al mundo es, no sé, un peligroso experimento! ¡El
mundo podría implosionar, por tanta energía Saiyan sobre su suelo!
¿No te das cuenta de que hubiera sido una irresponsabilidad?
¡Diablos! ¡Qué terca eres!
No, no, no. Las cosas están chupis
como están. Aquí el que mando soy yo y nadie más que yo. Eso es
bueno para el mundo. La bicefalía es una cagada, ha de ser sólo uno
el que emita las órdenes y, a la vez, el que encaje los dardos. Esto
del Liderazgo Supremo es un gran poder, pero, a la vez, una gran
responsabilidad.