Yo pensaba que estos premios eran el
One Show, pero no. Es un festival menor pero como pone New York en su
nombre pues ya te haces pajas.
Este libro es de cuando a mi me
gustaban los anuncios porque todo era un cachondeo. Aquello de serio
no tenía nada. Todo valía y esa era la gracia.
Hoy todo ha de servir a una estrategia,
a un porqué. A mi esa forma de funcionar me parece mucho mejor, es
muchísimo más eficiente y como consumidor me alegro de que las
cosas se hagan así. Pero claro, hacer los anuncios ya es más
coñazo.
Mi planteamiento de vida es hacer la
mayor parte del tiempo lo que me sale de los cojones. Pero claro, si
siempre te estás ciñendo a una estrategia el niño que hay en ti se
caga en tu puta madre porque aquí nunca se pueden comer Lacasitos,
ni nubes, ni pollas en vinagre.
Total, que el niño que hay en ti
cualquier día de estos se puede poner a sabotear todo lo que vea,
porque aquí hemos venido a jugar.
No subestimes al niño que hay en ti,
ya que es más poderoso de lo que piensas. Es tan poderoso como hijo
de puta, por eso es un niño. No tienes que más que mirar a los
niños que hay por la calle. Son todos unos hijos de puta. Pues tú
eres igual.
Si no existiesen niños dentro de
nosotros hace tiempo que viviríamos en una confortable prisión
ultracontrolada, pero como somos niños tratamos de escaparnos
constantemente. Como en el colegio. ¿Por qué bajar al recreo como
está mandado cuando puedes reventarle el armario al Nikita, el
profesor de lengua y literatura, con un destornillador a modo de
palanca? Se me ocurre, vamos.
Así que, como el mercurio, siempre nos
vamos a acabar escapando, porque esa es nuestra naturaleza. Correr
libres desnudos por el campo. Y yo tengo cierta tendencia natural a
eso. De forma natural.
Vamos, no me desnudo ahora mismo porque
hace frío y porque ya lo hizo antes Boris Izaguirre. Que si no ya
estaba en bolas.