lunes, 9 de enero de 2017

Pelikan interplastic 1022 G® Carbon paper for typewriting

Este tipo de papel me recuerda a mi padre. Paso a explicar por qué.


Cuando yo era pequeño no había ordenadores, o no al nivel de hoy, así que la mayoría de las cosas se hacían a mano. A veces había que aprender a dibujar calcando en vez de con Photoshop y si querías hacer varias copias de un escrito no podías simplemente ajustar el número de impresiones en el programa que se comunica con la impresora.

Para esos asuntos mi padre tenía en una especie de portafolios de polipiel, o piel, no sé, papel de calco. El papel de calco era algo asombroso porque si lo ponías debajo del folio lo que hicieses en él quedaba reproducido.


Total, que sacar aquel portafolios era la mega ilusión. Allí había folios y papel de calco, todo lo que yo necesitaba para pasar la tarde feliz. Nada ha cambiado, lo único que ha cambiado es que ahora tengo un iMac y no un portafolios de polipiel. O piel.

Sin embargo el papel de calco es una parte muy importante de la Historia, por lo menos de la mía,
así que estoy encantado de que todavía se pueda comprar en las tiendas.


No soy especialmente nostálgico, o por lo menos no me parece un recurso interesante para un trabajo creativo. La nostalgia es facilona y es más difícil apreciar los tiempos que corren en vez de añorar los pasados.

Y yo soy ese típico cabrón que siempre quiere hacer el más difícil todavía, ese cuádruple mortal antes de ponerse a intentar el quíntuple.


Por tanto no esperes de mi mucha nostalgia porque, francamente, me parece facilona. Insisto.

Pero bueno, si quieres, no sé, hablamos de los Bollycaos, o de los bollitos de la Pantera Rosa, o de los Tigretones. O de las Manos Locas. Pero sólo un rato.