Y sale un delfín saltando de una
pantalla CRT. No se puede molar más. Es imposible.
TDK era la otra marca que vendía packs
de tres baratillos. Para grabar pelis eran mejores las cintas de 180
que las de 240, porque 180 son tres horas y no dos, como 120. Con 120
puede que te quedes corto para algunas pelis. Con 180 aciertas de
fijo y tampoco pasa nada porque te sobre trecho al final. Es mejor
eso que quedarte sin el trozo final de esa peli larga que querías
grabar.
Sin embargo las de 240 eran de cuatro
horas y podías meter morralla un poco al tun tun a saco. Las de 240
eran los tanques de batalla, con los que te enfrentabas a la
impredecible televisión.
En las de 240 podías, por ejemplo, ir
grabando programas de Al Ataque, pero si después querías grabar
Bola de Dragón, pongamos por caso, podías hacerlo porque la
estructura en las cintas de 240 no importaba demasiado. Eran un cajón
de sastre.
A mi la estructura, a estas alturas,
también me importa regulín. Me puedo permitir hacer lo que me salga
de la punta del cimbel porque he conseguido construir una estructura
muy fuerte y a la vez muy flexible. Así que es imposible que el
viento me derribe por muy virulento que se ponga.
Ah, chico, qué quieres que te diga.
Habértelo currado.
Me estoy convirtiendo en uno de esos
tíos que no dan limosna porque les ha costado mucho conseguir lo que
tienen y ahora, en vez de limosna, dan un “trabaja, vago”.
Así que no me vengas a pedir que no te
voy a dar. Ya tengo cubierto el cupo de limosnas que doy y tú no
estás incluido en él. Así que venga, vete a freír morcillas.
Que estás estorbando.