Hubo un tiempo en el que el mundo se
maravillaba de que con los tebeos, esas cosas así como para niños,
se pudieran contar historias como profundas y “adultas”. ¡Dios
mío! Cuando algo se las da de “adulto” mi culo empieza a
agitarse.
Si vas de “adulto” siento decirte
que tú de adulto no tienes nada. Lo que eres es un niño caprichoso
que se parapeta en las formas para justificar su estupidez.
La madurez no se alcanza negando los
caprichos, se alcanza aceptándolos.
La mayoría de los “adultos” que
conozco no son más que niños mutilados.
Hombre, es que la madurez implica
aceptar todos los estados evolutivos y dejar que se expresen de la
mejor manera posible. Reprimir los hechos no nos hace adultos, nos
hace ser fachas.
El orden basado en la represión es
como un jardín de césped y margaritas. A las flores más suntuosas
no se las deja florecer para que no alteren el “orden”. ¡Diablos!
Hay que ser tonto para plantear así las cosas. O hay que ser
margarita, más bien.
El orden no es algo a lo que llegar, es
algo que existe de natural. El orden es parte de la naturaleza y se
consigue meramente aceptando su expresión. El orden precede al caos,
y desde el caos no se puede llegar al orden. Sólo se puede llegar
dejando de hacer cosas caóticas.
La Teoría del Caos en realidad se
debería llamar la Teoría del Orden. Se llama Teoría del Caos
porque vivimos dentro del caos y, desde el caos, el orden parece
caos, pero es orden. Lo que falla es la perspectiva del que enuncia
la teoría.
¿Os creéis que yo sólo sé de cómics
y videojuegos? Vais daos, vosotros.