Si no estoy enfadado no puedo escribir.
Afortunadamente con meterte un rato en Internet ya estás enfadado
que te cagas.
Como el enfado es una energía muy
explosiva viene estupendamente para actividades creativas, porque te
sale todo a borbotones y no tienes que pensar nada. Y si hay algo que
me dé pereza ahora mismo es pensar.
Estos tiempos no son muy de pensar, son
de mantener el barco a flote y poco más. Hoy pensar es propio de
señoritingas que piensan porque no saben hacer otra cosa, no porque
sean muy listas.
Pensar es lo que haces cuando tienes la
tripa llena, si no la tienes llena tienes que dedicar tus esfuerzos
intelectuales a llenarla. Por tanto estos días alguien que no tenga
su cerebro puesto en el mantenimiento general de la tropa es una
persona muy insolidaria.
A día de hoy elaborar teorías
complejas sobre la existencia es propio de jetas finos.
No, si no me cuente que las cosas están
muy mal. Si ya lo sé. ¿Quién no lo sabe? Lo que pasa es que ahora
hay que quejarse poco y trabajar, porque eso de decir que las cosas
están muy mal, muy mal, ya lo sabemos todos. Para saber eso no
necesito un pensador. Un pensador que realmente piensa, en estos
tiempos, actúa, no piensa. O piensa poquito.
Como prueba, un botón; en cuanto me
relajo un poco no me apetece pensar, me apetece jugar al Super Mario
Bros 3, ya que es un juego que más o menos conozco y no tengo que
dejarme la sesera en ver cómo me lo paso. Pongo el piloto automático
y me regocijo en mi pericia para el salto y el vuelo moviendo la
colita de mapache.
¿Qué coño quieres tú pensar hoy?
Pero si ya está todo sobre la mesa. Los más oscuros secretos de la
gente han quedado al descubierto, ya no hay ningún misterio que
resolver. ¿En qué piensas tú entonces?
Yo sólo pienso en pasármelo bomba. En
poco más.