Si molas tienes una Saturn. Si no no
molas.
Si ya molas de verdad tienes una
japonesa. Si no tienes una normal.
Molar es coto de caza de unos pocos
privilegiados. Molar tiene que ver con un sentido desarrollado que no
tiene todo el mundo. Molar, en definitiva, es una cuestión de
pedigrí.
Mi raza es superior por muchas
cuestiones. Primero, porque es necesario, alguien ha de guiar a las
masas ciegas, de ojos de topo, seres miserables. Segundo, por
adornar. Es muy bonito que seres como yo pueblen el planeta Tierra,
lo mismo que es muy bonito que haya rosas en un jardín de
margaritas. Visten. Visten mucho.
Dios nada hace al azar. A mi me colocó
aquí para guiaros, consciente de vuestra ceguera galopante, os
podríais apuntar a la ONCE. Allí os recibirían con los brazos
abiertos ya que andan bastante escasos de efectivos últimamente.
Pero como os negáis por orgullo os guío yo, fantástico.
Molar es un talento natural, no se
puede aprender. Las personas apuntadas al IED están perdiendo el
tiempo. Allí buscan un resplandor que jamás tendrán. Los dueños
lo saben y les sacan el dinero. Pobres.
Molar, más bien, es un don. Puedes ser
Mozart o puedes ser Salieri, tú mismo. Pero yo creo que para ser
Salieri mejor no ser nada.
Tiene que ser desesperante ser Salieri.
Tú ahí venga a esforzarte, venga a esforzarte y, llega Mozart, se
tira un pedo, y lo hace mejor que tú. Por eso digo que si eres
Salieri dedícate a otra cosa. Hazte frutero. O panadero. El panadero
hipster que ha abierto la panadería enfrente de mi casa es como
Salieri. Al menos lo admite y ha puesto una panadería.
Todos los Salieris de las profesiones
creativas se han rendido y han puesto panaderías o tiendas de
bicicletas. Bien por vosotros. Por lo menos lo admitís.