Avecrem le da a tus guisos ese toque de
sabor que tu pericia culinaria no es capaz de darle. Ese podría ser
lo que se podría llamar “un slogan honesto”, pero estos sloganes
no valen. Oh. Lo siento.
Yo cuando abro una fabada Litoral
siempre le echo mitad de una pastilla de Avecrem por consejo de mi
madre. Tirar de Avecrem me parece el camino fácil, como ya he dejado
claro en mi slogan, pero mira, a veces no estoy para “pureza de las
formas” y sí para glutamato.
Yo conozco tres Avecrems, Avecrem
Pollo, Avecrem Carne (o Ternera, como sea el protocolo
mercadotécnico) y Avecrem Verduras. Siento que esta clasificación
de Avecrem es una completa fantasía y creo que la mía es la de
verdad: Avecrem Sabor Medio (Pollo) Avecrem Sabor Fuerte (Carne) y
Avecrem Sabor Suave (Verduras).
El Avecrem no es más que un
intensificador del sabor, como los polvos que les echan a las Ruffles
y que hacen que sepan a lo que hoy conocemos como “Jamón”,
“York´eso” o “Campesina”. Son unos sabores completamente
ficticios, que nada tienen que ver con el jamón, con los sandwiches
de jamón york y queso o con los productos que pueda haber en la casa
de una campesina. Sin embargo están más ricos que cualquier
manzana.
Si algo tiene de bello la civilización
para mi es esta reversión, completamente osada, de lo que uno pueda
pensar que es natural o no. No quiero pasar por el tema de que si el
“Sabor Jamón” lo ha creado el hombre, y el hombre es natural,
ese sabor también ha de serlo. Siguiendo esa lógica todo lo que
existe es natural ya que existe.
Eso me temo que son debates para
aprendices de filósofo y si algo aprendes de ellos es por mera
casualidad. Aquí lo interesante para mi es que el Señor Matutano
tenga los santos huevos de inventarse un sabor en su laboratorio de
sabores y le salga de las pelotas llamarle “Sabor Jamón”.
¿Cómo rayos se hace el “Sabor
Jamón”? ¿Reducen un jamón a sus partes esenciales y, desde
ellas, reconstruyen un sabor sintetizado? ¿Qué productos son los
que componen el “Sabor Jamón”?
Yo lo que me imagino (lo que me
imagino) es una gran sala llena de botes completamente iguales. En
estos botes hay etiquetas que ponen E-000, E-001, E-002... Así hasta
E-999. Esto es lo que pone en la composición de las cosas, unos
fantasmagóricos productos que todos son una E y un número de tres
cifras.
Imagino que cada uno de estos botes
debe tener unos polvos diferentes, como si de pica-pica se tratare.
Imagino que el experto creador de sabores artificiales debe ser como
un maestro perfumero, pero que en vez de desarrollada la nariz lo
tiene el paladar. Este maestro de los sabores sabe perfectamente a
qué sabe el E-149 y el E-221, conoce sus sutiles matices y las
sensaciones que provocan en nuestras bocas. Asimismo, sabe que si
mezclas E-671 con E-420 te sale un sabor que se parece a cómo sabe
una gamba. Pero si a esa mezcla añades E-828 conseguirás,
súbitamente, algo que sabe parecido a la cebolla.
Lo que no entiendo es de dónde salen
los E-XXX primigenios. Imagino que ocurrirá como en los perfumes,
que tienen unas esencias clave destiladas y toda la industria juega
con las mismas esencias, como yo juego con el amarillo, el rojo y el
azul y a partir de estos colores esenciales aparecen cientos,
millones de ellos.
Imagino, también, que estos maestros
del sabor no deben ser científicos chiflados, aunque alguno haya,
como en todas las profesiones, y que su voluntad no es envenenarnos.
Al menos, esa voluntad no la tienen. Que ocurra por circunstancias es
otra cosa. No lo sé.
Así que yo, por mi, acepto estos
sabores como parte de mi vida, como miembro de una civilización que
ha llegado a destilar sabores como quien destila perfume de naranja.
Aún con todo, echar Avecrem me parece
facilón.