Creo que hace poco ha habido una expo
de El Bosco en Madrid. En el VIPS se han apresurado a poner los
libros de su arte bien expuestos y a un descuento i-rre-sis-ti-ble,
como las aves de rapiña que son.
A mi El Bosco era de esos pintores que
me gustaban de verdad, no como Velázquez, que parece que te tenía
que gustar porque, oye, cómo no te va a gustar Velázquez. Y a mi
aquellos cuadros me parecían un coñazo. Que sí, que se parecían
mucho a la realidad y tal, pero un coñazo. El Bosco te quedabas loco
con las cosas que pintaba allí el tío. El Jardín de las Delicias
es el precursor de Buscando a Wally y te echabas la tarde tan
ricamente viendo las mil polladas que se le ocurrían al tronco, como
el Ibáñez de otros tiempos.
El Bosco era de la Escuela Flamenca, si
no recuerdo mal, que su rollo era pintar las cosas con mazo detalle.
A mi esto era lo que me parecía que tenía mérito y no lo de Goya,
que pintaba así como de cualquier manera y luego se escudaba en que
ese era “el proceder de un genio”. El proceder de un vago, me
parece a mi.
¿Por qué te suelto toda esta movida,
como presumiendo de todo lo que sé de arte? Pues porque esta Las
Aventuras de Tintín es muy Escuela Flamenca. La primera vez que la
vi hasta me espantó. ¡Jesús, Tintín, qué intensidad en la
mirada, por Dios! ¡Me estás acojonando, tío! Relaja, tronco, a ver
si te va a dar un ictus.
Una de las cosas que más me flipan de
nuestros tiempos futuristas es la animación basada en captar los
movimientos tanto corporales como faciales de los actores. Me flipa
mucho. Esta peli la han rodado con unos tíos vestidos de skijama
negro en un set todo verde que han emulado las cosas que hacen Tintín
y el Capitán Haddock. No sólo eso, sino que han emulado las
expresiones de la cara, con esos puntitos que te pegan para que luego
en la fase de animación se tomen como referencia.
Los actores, que ya sabéis cómo son,
exageran los sentimientos hasta que no sabes si reír o llorar. Por
eso una novia actriz te puede dar muchos quebraderos de cabeza. Esto
sumado a que luego los animadores exageran todavía más estos
sentimientos para dar justificación a su trabajo hace que tengamos
una peli hiperrealista, un Jardín de las Delicias pos-posmoderno.
“¡Capitán! ¿Qué tal su sed de
aventuras?”, y Tintín te rompe el corazón en mil pedazos de lo
profundo que te ve el alma. Joder, qué peli. Cómo mola. Mola en un
sentido como El Pasaje del Terror, que te impresiona pero luego pides
más.
La peli es de Spielberg y Peter
Jackson, o sea, algo más valioso casi que el Nintendo Seal of
Quality. No te vas a equivocar con ninguno de estos dos, ni juntos ni
por separado. Tú tranquilo.
Si a todo lo dicho añadimos que los
personajes son una mezcla entre un estilo realista y un estilo comic,
tenemos que esta cinta es algo fantasmagórico pero que encaja bien.
No sé cómo lo habrán hecho estos dos maricones, pero encaja. Una
peli de aventuras que te cagas y encima con estos adelantos
tecnológicos que nos brinda el sencillo y gratuito hecho de vivir en
el 2016.
Así que da gracias al Señor. Alabado
sea.