Por casi 20.000 euros tienes un Clio
venido a menos pero eléctrico. ¿Hay trato?
No sé. Afortunadamente los ricos están
comprando coches eléctricos a manos llenas para quedar bien de cara
a sus cuñados amigos. Así que me eximen a mi de la responsabilidad
de tener que comprar yo un coche eléctrico también. Gracias a la
vanidad de los cuñados yo ahorro. ¡Vivan los cuñados!
Como la gente con conciencia no suele
tener un puto duro se da la bella paradoja de que los que hacen el
trabajo pesado son los que no tienen conciencia. Para colmo de
paradojas, lo hacen por los motivos equivocados: en vez de por amor
al medio ambiente lo hacen por quedar bien delante de los demás, el
motivo más ralo que existe.
Las personas sin conciencia son malas,
pero afortunadamente también son estúpidas. Puedes manipularlos
como manipulas un yoyó. Si tiras de la cuerda suben. Si sueltas
bajan. En su sencillez está su belleza.
Puedes bombardear los medios con
noticias que busquen concienciar sobre la necesidad de cuidar el
planeta, por motivos morales y prácticos. Pero ellos, desprovistos
del procesador de última generación para manejar esos datos, sólo
entenderán que si no se compran un coche eléctrico el vecino les
mirará mal.
Los cuñados sólo buscan que nadie
descubra que son caca. Tu estrategia de marketing ecologista habrá
de basarse en este simple algoritmo. ¿Qué digo algoritmo? Esto no
llega ni a suma.
También te digo que puedes hacer lo
que hago yo y pasar de los cuñados de un plumazo. Así tu algoritmo
estará libre de decimales que sólo manchan la belleza matemática.
Lo malo del Zoe es que está en tierra
de nadie: no es lo suficientemente lujoso para llamar la atención de
un cuñado pero no es lo suficientemente barato para que se lo pueda
comprar un podemita. Supongo que es para una chica de 30 años de
Majadahonda.
A mi como lo que está de moda de forma
obvia me da rabia el Zoe ya me da rabia. Antes me molaba, ahora me da
rabia. El ciclo de la molonidad, tan bello, tan sublime, tan top.