jueves, 27 de abril de 2017

Renault Zoe

Por casi 20.000 euros tienes un Clio venido a menos pero eléctrico. ¿Hay trato?


No sé. Afortunadamente los ricos están comprando coches eléctricos a manos llenas para quedar bien de cara a sus cuñados amigos. Así que me eximen a mi de la responsabilidad de tener que comprar yo un coche eléctrico también. Gracias a la vanidad de los cuñados yo ahorro. ¡Vivan los cuñados!

Como la gente con conciencia no suele tener un puto duro se da la bella paradoja de que los que hacen el trabajo pesado son los que no tienen conciencia. Para colmo de paradojas, lo hacen por los motivos equivocados: en vez de por amor al medio ambiente lo hacen por quedar bien delante de los demás, el motivo más ralo que existe.


Las personas sin conciencia son malas, pero afortunadamente también son estúpidas. Puedes manipularlos como manipulas un yoyó. Si tiras de la cuerda suben. Si sueltas bajan. En su sencillez está su belleza.

Puedes bombardear los medios con noticias que busquen concienciar sobre la necesidad de cuidar el planeta, por motivos morales y prácticos. Pero ellos, desprovistos del procesador de última generación para manejar esos datos, sólo entenderán que si no se compran un coche eléctrico el vecino les mirará mal.


Los cuñados sólo buscan que nadie descubra que son caca. Tu estrategia de marketing ecologista habrá de basarse en este simple algoritmo. ¿Qué digo algoritmo? Esto no llega ni a suma.

También te digo que puedes hacer lo que hago yo y pasar de los cuñados de un plumazo. Así tu algoritmo estará libre de decimales que sólo manchan la belleza matemática.


Lo malo del Zoe es que está en tierra de nadie: no es lo suficientemente lujoso para llamar la atención de un cuñado pero no es lo suficientemente barato para que se lo pueda comprar un podemita. Supongo que es para una chica de 30 años de Majadahonda.

A mi como lo que está de moda de forma obvia me da rabia el Zoe ya me da rabia. Antes me molaba, ahora me da rabia. El ciclo de la molonidad, tan bello, tan sublime, tan top.

Envidia

¡Qué mala es la envidia! Yo no lo sé, nunca he tenido de eso.


De pequeño les robé un reloj a unos amigos de mis padres, pero no fue por envidia. Es que todo el mundo me decía que era muy bueno y, no sé, quería ser “normal”. Afortunadamente, el tiempo demostró que el normal era yo y los que me vilipendiaban están atracando farmacias. O a la sombra, es posible.

La envidia, desde un punto de vista moral, es un atentado grave. Tener envidia significa que no valoras en absoluto lo que Dios te ha dado y codicias lo que otro tiene, probablemente sin que el otro siquiera haga alarde. Como a mi lo que yo tengo es lo que más me gusta de todo, sea mucho o poco, no caigo en eso de la envidia. En todo caso estoy, quizás, demasiado orgulloso de lo mío, pero no otra cosa.


Si tengo pelas para comprarme unas Nike de 180 € estaré contentísimo con ellas, y te contaré, con los ojos llenos de chiribitas, que tienen cámara de aire y que si aprietas esta bola se inflan, como unas Reebok The Pump pero siendo Nike. Si no tengo pelas me compraré unas J´hayber por 40 € y te contaré, con los ojos llenos de las mismas chiribitas, que son una pasada porque con ellas puestas pareces un yonki y el rollo yonki es un pasote, tío. Me da igual. A mi me gusta todo lo que tengo. ¡Qué le vamos a hacer!

Cualquiera que me conozca te dará fe de lo que te cuento.


Como ya hemos hablado de mi ahora hablemos de ti. ¿Cuál es tu puto problema, amigo mío? ¿Por qué te china que me gusten las Nike y las J´hayber? ¡Siempre estás de uñas! Si tengo dinero porque tengo dinero. Si no lo tengo porque no lo tengo. Me cuesta mucho hacer este ejercicio de quitarme carga de los hombros que con tanta generosidad llevo por ti, pero la cuestión ha llegado a un punto en el que te tienes que comer el saco de cemento, querido.

Tendré que llegar a la conclusión de que tu problema es personal. No envidias ni mis Nike ni mis J´hayber, tú me envidias a mi directamente. ¡Diablos! Nunca quise llegar a esta conclusión por ser demasiado... Horrible de ver. Pero las pruebas me obligan a mirar a este ente fantasmagórico en toda su crudeza y, me temo, pequeñez.


Pues tío, no sé. Haz un curso. Ahora hay mucho coach, seguro que alguno te puede ayudar. ¡No sé! Es que, como comprenderás, estoy patitieso. Nunca había visto algo tan lúgubre como este sentimiento tuyo. Es un problema gordo. Yo creo que el más gordo que se puede tener.

Ni aunque me coma la mierda entera de un elefante estarás satisfecho. Y la insatisfacción crónica tiene un nombre, inseguridad galopante. Pues lo que te digo, haz un curso. No sé.

Fiat Panda

Yo quería un Fiat Panda, pero la vida no me deja. Mi destino me exige un poco más de potencia.


Tampoco mucho más. Con poder salir a la carretera sin miedo a quedarme en las cuestas es suficiente. Sin embargo no quiero renunciar al encanto juvenil, casi infantil, del precioso Fiat Panda.

El Fiat Panda es un coche, según tengo entendido, pensado para ir de pueblo a pueblo en Italia. Aún diré más: mi primo Alejandro del pueblo, referente en lo que a mecánica y estos temas se refiere, se hizo con un Panda 4x4. Yo ni sabía que existía tal versión del Panda. Quedé fascinado que un coche tan pequeño pudiese ser un 4x4.


Tanto me encantó este combo tan fabuloso que puse el Panda 4x4 en mi punto de mira. Sin embargo tuve que desestimarlo: yo pocas veces voy a usar la tracción a las 4 ruedas. Además, para el precio que tiene, el Panda 4x4 tiene demasiados pocos caballos. Así que mi gozo terminó, desgraciadamente, en un pozo.

Aunque ahora tenga que mirar al Fiat Panda desde lejos no puedo dejar de estar enamorado de su sencillez, de su visión despreocupada de la vida. Con un Fiat Panda vas con tus amigas a comer a Las Rozas, pongamos por caso. Luego nos pasamos por el centro comercial y vamos a ver qué tienen en Stradivarius, alias Strafalarius. Quizás, sólo quizás, nos pasaremos por Bershka, alias Freshka, y para terminar nos tomaremos un Macchiato en Starbucks mientras dirimimos si el novio de una es suficiente para ella o no. Y seguramente concluyamos con que no.


Así es la vida con un Panda. Juvenil. Mágica. Chispeante.

Por desgracia me he visto obligado a combinar todos estos preciosos adjetivos con un poco más de potencia. ¿Conseguiré hacer una mezcla consistente, que me permita ir al centro comercial y a la vez echarme a la A-6? Quiero pensar que sí. ¿Vosotros qué pensáis? Seguro que estáis de mi parte.


Y como estáis de mi parte yo estoy de la vuestra, porque soy así, superguay. Así que quizás os suba al coche que haya de sustituir al fantástico Panda. ¡No digamos “sustituto”! Digamos “evolución”.

Yo conocí antes al Panda, el coche, que al panda, el oso. ¿No es flipante llegar a conseguir una cota tan alta de molonismo? Sí, ¿no? Es como muy guay. Super, super guay.

Yo, robot – Isaac Asimov

Hay muchos anuncios, pero mi favorito de todos los tiempos seguro que ni sabes cuál es. Era uno de BMW Serie 7 que, como locución, usaba un pequeño fragmento de este libro.


El BMW Serie 7 era una berlina hardcore, un coche impresionante. Digamos que era un coche perfecto, imponente. Así que el coche hablaba en el anuncio como si fuese un robot. No-con-sí-la-bas, era un robot que le decía a un humano por qué un robot es superior y un humano inferior.

En el anuncio el BMW Serie 7 les decía a los humanos todas sus debilidades: el material del que están hechos es blando, y su energía depende de la oxidación ineficiente de la materia orgánica. Entran cada noche en un estado de coma y sueñan. Pero ¿de qué sirven los sueños si casi nunca se cumplen?


Como veis, todavía me acuerdo de lo que decía.

Al final de poner a los humanos como hormigas en coche se confesaba. Decía que, a pesar de ser superior a los humanos en todos los aspectos, a él le gustaría sentir lo que sienten ellos. ¿No es bonito? La máquina perfecta quería saber cómo era ser como un pequeño humano, tan simplón.


Todavía voy de vez en cuando a Youtube a ver el anuncio del BMW Serie 7.

Este anuncio salió después de La Mano. Era la época en la que S,C,P,F..., la agencia publicitaria responsable de la mejor época de BMW, estaba empalmada consigo misma. La época en la que yo me dejé caer por allí, en forma de sencillo becario.


Se podía sentir la magia y yo, como el BMW Serie 7, sólo quería saber qué es lo que sentían esos pequeños humanos para estar tan contentos consigo mismos. Al final lo descubrí pero ¡cáscaras! tampoco era para tanto. Te sientes mejor haciéndote una paja, te lo digo de verdad, amigo.

Sea como sea, yo de aquella época me llevé mis primeros anuncitos publicados y el honor de haber estado presente mientras se gestaba el que para mi es el mejor anuncio de la historia. No está mal, ¿no? ¿Tú qué has hecho? No, en serio: ¿tú qué has hecho?

miércoles, 26 de abril de 2017

Supersalidos

Hoy hablaremos de una peli buena-buena. Yo ya tengo mucho criterio, mucho-mucho. Ya sé lo que me gusta y lo que no. Y lo que me gusta pasa, por poner un ejemplo, por Supersalidos.


Naturalmente yo también pasé por una etapa de desconcierto cultural, como todo el mundo que se mete en algo. Al principio no sabes si por aquí o por allí. Así que no te queda otro remedio que ir probando. ¿Qué pruebas primero? Lo que dice todo el mundo que es cojonudo. Así que una época de mi vida me compré cosas como El Acorazado Potemkin o Dogville.

Estoy seguro que para las personas amantes de la acción lenta y la contemplación muy-muy pausada estas películas son magistrales. Estoy segurísimo. Pero yo, ya ves, tengo otras inquietudes. Lo que me gusta a día de hoy es exactamente lo mismo que me gustaba de niño, porque los gustos no cambian, sólo se retuercen de tu mano. Cuanto más retorcido estás más difieren tus actividades de las que hacías de niño.


Los niños que somos no cambian ni mueren, sólo se hacen más grandes. Por eso yo ahora tengo más películas de las que tenía de pequeño, pero a grandes rasgos son las mismas: Mary Poppins, Cortocircuito, Los Goonies... Todo igual. Nada ha cambiado. Pero nada-nada.

Estoy muy satisfecho de andar por la calle comprobando, admirado, que me siento igual que siempre. Ahora simplemente sé más trucos para estar en este mundo, pero yo soy lo mismo. Tampoco parece tan raro, ¿no? Si plantaste una calabaza lo raro sería que te saliera un peral. Aunque mirándote a ti parece que el raro soy yo, ¿no?


Bueno, pues no. El raro eres tú. Lamento darte otro golpe más en la espalda, amigo niño. Eres tan raro que te he visto comprando libros gordos cuando tú nunca supiste hacer la o con un canuto. ¿Qué coño haces? ¿Por qué compras eso? ¿Por qué no lo devuelves y compras chocolate? ¿No te acuerdas cuánto chocolate comíamos cuando éramos pequeños? ¡Y ahora llevas zapatos castellanos! ¿Pero qué coño...?

En fin, me estás asustando. Te lo digo de corazón. Te has vuelto muy raro. No, si yo te sigo viendo igual, el que parece que te ves diferente eres tú. ¿Si no por qué habrías de llevar esos zapatos? Los castellanos eran de mariquita, nos reíamos cuando alguien chutaba el balón en el recreo con esos zapatos y salían disparados detrás del balón. ¿Y ahora llevas tú unos? Jo, tío. No me obligues a reírme de ti. No me obligues, por favor...


A mi Raúl, de chavales, me llamaba El Filósofo Loco. ¡Pues bien! Aquí estoy, más loco que nunca. ¿Te dejó traumatizado Raúl con lo que te llamaba a ti? Me voy a inclinar por pensar que sí.

¡Pues destraumatízate, descerebrado! ¡Cómprate Supersalidos, que mola millas! ¿Qué va a molar si no? ¿Bloomberg?

Emere

Seguimos el Especial Tiendas. Lo seguimos con Emere, tu tienda de videojuegos.


Si lees algo más que la Jot Down, sabrás que el coleccionismo de videojuegos hoy en día está al pil pil. Tan al pil pil está que yo ya paso. ¡Yo passo, tío! Demasiado niño rata desvirtuando la esencia de nuestro amado hobby pagando cifras astronómicas sólo para que su estantería se vea bien repletita detrás de él en Youtube.

Dejando de lado que el rollo videojuegos está demasiado apestosillo para mi nivel de tolerancia a las toxinas, Emere está guay. Tienen piezas bien seleccionadas a precios razonables. Wallapop es mucho más niño rata que Emere.


Si quieres una Neo Geo Pocket, pon por caso, estoy seguro que en Emere encontrarás una maquina que te satisfaga. Si tienes más debilidad por la Wonder Swan estoy seguro de que también quedarás satisfecho. Pero si ya eres fino filipino, si tú ya eres gourmet-gourmet y no te tiras a piezas más ralas que un Nintendo 64DD... ¡Igual tienes suerte! Lo que quiero decir es que el escaparate de Emere augura buenas cosas.

¿Game Boy Light? ¡Tío, es que tú eres muy fino! ¡No sé! Vete a preguntar. Yo creo que es el típico sitio que te consiguen cosas.


Yo volveré a comprar videojuegos cuando pase esta ola de rebuznez que los asola. Me compraré una Mega Dirve con el cartucho en el que te venían el Golden Axe, el Streets of Rage y el The Revenge of Shinobi y no saldré de la habitación hasta que me los pete por el cacas a los tres. El The Revenge of Shinobi será el más dificilillo, creo recordar.

Tendré que grabar las partidas porque hoy en día si juegas y no grabas parece como que estás perdiendo el tiempo.


Os contaré mis mierdas mientras juego y haré archivos de 7 gigas. Y los subiré a Youtube. A ver si lo reviento.

¡Youtube da asco últimamente! ¡Se pasan a saco con los anuncios! ¿A quién coño le interesan los anuncios hoy en día?

En Guay Sí

Hoy empezaremos un Especial Pequeños Negocios. Fíjate que he dicho “pequeño negocio”, no “startup”. Tiendas. Tiendas, vamos. Lo que siempre ha sido una tienda, vaya.


Esta tienda es una pizzería y se llama En Guay Sí. ¡Vaya nombre! ¿Qué quiere decir? ¿Que en la casilla de guay sí que sí, en esa casilla sí jugamos? Yo pensé que era eso y me pareció muy la polla, saltarse la gramática tan a la torera.

Pero no, es NYC dicho en castellano. En Way Sí. En Guay Sí. Bastante la polla también. ¿O no?


Se llama así porque se precian de hacer la pizza como en La Gran Manzana, esto es, muy grandes y muy finas. Aquí las pizzas suelen ser más pequeñas y más gorditas, pero en Nueva York se hacen muy grandes y muy finas.

Yo estuve en Nueva York. No quiero que te entre la envidia ni nada, que parece que cuando lo digo la gente se pone así como en plan “ya está el típico que va presumiendo”. No presumo. Te digo que estuve en Nueva York. ¿Te quieres callar y escuchar?


Nueva York, como ciudad, no me gustó mucho. Muy agobiante y muy... Muy agobiante, tío. Pero en Nueva York aprendí a ir comiendo por la calle. A mi comer y andar a la vez me parece cojonudo porque no paro quieto y estar sentado comiendo me agobia, casi tanto como Nueva York. Pero allí la peña como estaba pirada y atacada iba comiendo por la calle, así que me adapté a eso a las mil y una maravillas.

Parecía un neoyorkino más. Yo nací para comer y andar a la vez. Comí de todo: pizza, calzones, perritos, lacitos de esos con los que se atragantó Bush... Esta parte de Nueva York me encantó. Lo mejor de Nueva York es que la gente come y anda a la vez con la misma naturalidad con la que lo hago yo.


Aquí en Europa vamos de relajados, de cuna de la civilización, pero eso de sentarse a comer a mi no me gusta. ¿Qué pasa, que me tiene que gustar todo lo que hay en Europa? Tonto sería. Unas cosas me gustan y otras no me gustan.

Así que tener cerca de casa esta pizzería que evoca una forma de comer que conecta tanto conmigo me parece guay. ¡En Guay Sí!

Zara Home

¡Qué cuqui! Ya que no hay Ikea en la ciudad tendremos que ir a Zara Home, ¿no?


Zara Home es a donde vas si quieres toallas pero las de El Corte Inglés te da la sensación de que van a ser demasiado caras. Así que vas a Zara Home. La putada es que no venden toallas sueltas, sino todo el pack de cuatro tamaños diferentes. Y como tú sólo quieres un par de toallas para el toallero, para secarte las manos las pocas veces que te las lavas, pues te vas de Zara Home añorando los tiempos mejores, cuando había mercerías cada dos pasos.

No tengo nada en contra de los gigantes corporativos, pero, francamente, las tiendas de barrio hacen un servicio estupendo. Pero a ver quién es el guapo que paga el alquiler de un local cuando el mejor de los días vendes dos mierdas mal contadas.


A las personas que no somos gigantes corporativos, sólo gigantes normales, sólo nos queda la venta por Internet. Nuestras estructuras de costes son demasiado de andar por casa. Pero luego en Internet está Amazon. Así que ¿qué oportunidades tenemos los gigantes normales?

Sólo nos queda esperar la renta básica, suplicando como pobres. Esperar que los gigantes corporativos se den cuenta de que si nos aprietan demasiado el cuello no tendremos dinero para comprar en sus corporativas tiendas. Y entonces sólo se podrán comprar entre ellos.


Acabaremos dándonos cuenta de que necesitar-necesitar tampoco los necesitamos tanto. Así que en vez de ir a Zara Home nos tiraremos a Wallapop, que a lo mejor para comprar toallas, por higiene, no es lo mejor, pero para el resto de cosas está cojonudo. Entonces ellos empezarán a hacer estudios de mercado para averiguar, por ventura, qué diablos pasa.

Pero como resulta que investigaciones de mercado sólo las hago yo empezarán a darme el dinero a mi. Y yo, que de tonto no tengo un pelo, les venderé un estudio de mercado un poco falseado, para que no puedan solucionar sus problemas y me tengan que volver a llamar. Así hasta que les saque suficiente dinero como para quedarme a gusto.


Y así, cual gota china, iré sacándoles hasta el último céntimo. Cuando tenga su fortuna en mis manos la invertiré en que a mis vecinos les vaya mejor, porque yo soy un ser avanzado y sé que si al vecino le va bien a mi también. Sé que si el vecino está contento confiaremos el uno en el otro y podremos dejar de competir como si fuésemos dos animales salvajes ridículos.

Y cuando confiemos unos cuantos los unos en los otros agarraremos unas guadañas e iremos a Zara Home, a destrozar unos cuantos edredones y bailaremos bajo sus plumas, que llueven del cielo. Y como ahora somos amigos en vez de rivales nos reiremos que te cagas, pensando en lo tontos que fuimos antes de darnos cuenta de algo que es radicalmente evidente.

martes, 25 de abril de 2017

Equipo a la fuerza

Continuamos la serie “Juan critica películas que todavía no se ha dignado a ver, como el vanidoso cerdo que es”.


Esta peli se llama Equipo a la fuerza. Así que debe tratar de un equipo que al principio se hacían los reacios a juntarse pero al final acabaron juntos.

En la portada, para vendernos la peli, ponen unos titulares que la resumen: “Él quería una oportunidad. Ellos necesitaban un héroe”. Así que imagino que va de un chico que necesitaba probar su valía y una panda de pringados que necesitaban a alguien que los guiase a la victoria.


Imagino que los pringados lo serían a ojos de los vulgares, pero el héroe, por serlo, no tiene esos ojos; él en vez de pringados ve talentos no desarrollados. Además, como el protagonista es Keanu Reeves y Keanu Reeves es Neo, El Elegido, pues imagino que estoy acertando. El Elegido salva a todo el mundo ya que ve la esencia limpia en nosotros.

Vamos, que es el mismo argumento de Monstruos University: uno que quiere demostrar lo que vale y se ve obligado a llevar adelante a los pringados de la clase, porque no le dejan juntarse con otros, por avatares de guión. En el camino se descubre que los pringados no eran pringados sino que tenían talentos muy especiales, únicos, que necesitan un cuidado especial. El héroe consigue su objetivo y los que le ningunearon se llevan su merecido.


Teniendo en cuenta lo arriba expuesto y que el protagonista es Keanu Reeves le doy a la peli un 7,7. Hemos terminado.

¿Qué haces aquí? Hemos terminado. ¿Por qué no te largas?


¿Qué más quieres que te cuente? En la portada salen personas vestidas de fútbol americano, así que la peli imagino que tratará sobre partidos y cosas de fútbol americano.

¿Algo más? De verdad, vete. Qué pesado.

Monster Energy Ultra Red

Diablos. No se me ocurre un nombre más heavy metal. Hombre, si me pongo lo saco, pero no tengo ganas. No te molestes.


Monster es una marca curiosa. La bebida en sí misma no es que esté muy buena, pero los valores que evoca la marca son tan hardcoretas que yo creo que se ha aupado con el segundo puesto de las bebidas energéticas. Burn se ha quedado en nada. Mucho The Coca-Cola Company pero nada.

No diría que Monster está mejor que Burn ni que Burn está mejor que Monster. Lo que si te digo es que si te pillas una bebida energética es para sentir que eres un pasado de vueltas. Y eso lo consigue Monster y no Burn.


Burn, bueno, pues fueron tibios. E ir de tibio en el mercado de las bebidas energéticas es hacer el canelo. Es cierto que cuando salió Burn esto no estaba tan claro, pero he ahí la gracia, ¿no? Acertar cuando las cosas aún no están claras. Hoy acierta cualquiera de lo claras que están.

Monster, por su parte, pasó de todo y se tiró al monte. Al principio parecía una marca bakala (hoy cani) que se había vuelto loca, pero con el tiempo ha quedado meridianamente claro que la que apostó bien fue Monster y no Burn.


Red Bull, por su parte, sigue su camino sin mirar a los lados ya que ella es la reina y la realeza no mira a los demás, sólo al horizonte. Pero hoy no estamos aquí para hablar de Red Bull, que de ella ya hemos hablado muchas veces.

Imagino que The Coca-Cola Company, esa empresa que hace una bebida ya moribunda, pensó que eso de las bebidas energéticas, bueno, pues podría estar bien. ¿Quién sabe? Igual sí. Así que hicieron Burn, que no es una apuesta fuerte por si las bebidas energéticas no lo petan, pero si lo petan así pueden decir que ellos pusieron en esa casilla una ficha.


Sin embargo hoy la partida está muy clara: no verás a un sólo adolescente bebiendo Coca-Cola. Todos beben bebidas energéticas, algunas de las que ni de coña habré oído hablar. Hoy hay más marcas de bebidas energéticas que marcas de coches. Lo he dicho un poco así a la ligera pero seguro que he acertado. Sin querer. Ya ves.

Yo, de ser The Coca-Cola Company, haría lo mismo que Nintendo: apostar por ser Walt Disney. No tienen mucho que hacer en el ultraenergético mundo en el que vivimos pero tienen detrás toda una imaginería. Nintendo ha hecho los Amiibos y está pensando en abrir parques temáticos, dirigidos a avivar la imaginación. ¿Qué hará Coca-Cola? Tampoco es que me quite el sueño.

Audi 100

Burro grande, ande o no ande. Esa es todo una frase. Me gusta como suena.


Mi primo Alejandro, el del pueblo, no el de Madrid, dice mucho esa frase. Tiene un Audi 100. Y es que mi primo Alejandro es como un Audi 100. Grande, muy grande. Es alto y fuerte, pero no de gimnasio, de andar por el monte con los perros. Ese es un cachas que yo respeto. Estar cachas de gimnasio es tramposo. Así cualquiera.

A mi no me verás en el gimnasio más que si coges el Delorean y vuelves a cuando tenía 15 años, porque lo único importante a los 15 años, al menos para mi, era estar guapito para ver si así, por caridad, alguna tenía la delicadeza de fijarse un poco en ti. Hoy no voy ni de chiripa, porque con los años tocarle el chocho a una chavala hasta te da pereza. Si me paga o me lo suplica bueno. Pero por voluntad propia ni hablar.


No te digo que no me guste mirarlas, porque vaya si me gusta, pero eso de follarlas ya me da más pereza. Primero, porque a las que te gusta mirar son jóvenes, y las jóvenes están como las maracas de machín. Las tocas el chocho y hacen bromas, por ejemplo. No paran de hablar. Jijijiji, jajajaja, insoportable. Insoportable. Lo que tendrían que hacer es aceptar resignadas mi comportamiento, sea este vigoroso o descuidado, y nada más. Pero eso se aprende con la edad. Si no, jiji jaja.

Lo que quieres con la edad es que te aguanten, no una chica guapa. Si quiero una chica guapa saco 50 euros del cajero y me voy a una whiskería. Esas son guapas y hablan poco, o por lo menos hablan de lo que tú quieres hablar. Las que son gratis no paran de hablar y lo hacen de cosas que te importan un rábano.


La putada es que, con la edad, ellas quieren lo mismo: que las aguanten. Así que, como siempre, hay que hacer encaje de bolillos: ahora me aguantas tú un rato y luego te aguanto yo a ti otro rato. Y puede que, con magnífica suerte, al final estemos los dos contentos y hasta podamos pasar un buen rato juntos, de felicidad verdadera y sencilla. Pero para ese momento exquisito hay que trabajar. ¡Y como un mulo!

No tengo problemas con trabajar, se me da de perillas. Pero trabajar con una de 22 nanai de la China. Una cosa es trabajar y otra es ser un esclavo. Y de lo de ser un esclavo yo paso, no sé tú.


Puede que tú tengas cierto déficit de hacer el cabra por la vida y, aunque seas tan viejo que da pena, estés deseando irte a tomar copas con tías de 22. ¡Ey, no te juzgo! Lo que te digo es que te has equivocado. Las gilipolleces tenías que haberlas hecho de joven, para quitarte el gusanillo y llegar a viejo siendo venerable, como yo, que si un chocho me da la brasa le suelto un escupitajo y encima se queda tan contenta.

Sin embargo quisiste hacerte el respetable y pasaste de lo de hacer el cabra. ¡Traicionaste a tu pene! Pues normal que ahora tu pene te traicione a ti.

Toblerone

Si vas a coger un vuelo te compras un Toblerone en el aeropuerto. De toda la vida. Pues bien, ahora puedes mezclar esa sensación tan clase turista con la sencillez de entrar a un chino a pillar un polo.


Toblerone tiene la gracia de que es triangular y está dividido en secciones. Su textura es especial, es un poco tedioso de masticar aunque no llegue a ser agotador. Se han llegado a hacer Toblerones de tamaño gigante, para que la experiencia de compra sea divertida, llena de jolgorio.

Toblerone tiene un chic especial entre la oferta de chocolatinas. Es una chocolatina más pero a la vez tiene un toque real. Real de realeza. Digamos que es un marqués, uno de esos títulos que están guay pero que no llevas una corona en la cabeza.


Están Mars y Twix, las que yo entiendo como las Coca-Cola y Pepsi de las chocolatinas. Luego están todas las demás. Snickers, Lion, una que sabe a coco... Hay que estar muy desesperado por arañar un trocito de cuota de mercado para hacer una chocolatina de coco, dicho sea de paso.

¿Recordáis que Twix al principio se llamaba Raider? ¿No? ¡Qué millennial!


Este helado Toblerone tiene buena pinta. Tiene forma triangular, como Toblerone normal, lo que deja patente que Nestlé tiene unos diseñadores de helados a los que no se les pasa una. Ser diseñador de helados tiene que molar pero si es en una startup, porque todo el mundo sabe que hoy en día trabajar en multis es de cuñado.

Hoy en día trabajar en multis está muy mal visto. Das la impresión de que no has tenido valor para seguir tus sueños, y eso hoy está como fatalmente visto. Puede que en el bolsillo no tengas más que telarañas, pero si has seguido tus sueños tienes un respeto social de toma pan y moja. Sin embargo si tienes pelas y no has seguido tus sueños la gente te mira mal, como al que hace trampas en el Monopoly. ¡Vaya bajón para mi cuñado!


A los cuñados hoy no les queda más remedio que comprarse un Tesla, porque de comprar un Cayennne entrarían en la zona de los cuñados hardcore, una raza de cuñados que incluso entre los cuñados está mal vista. Los cuñados hardcore se asocian al ala dura del PP, la que roba a manos llenas, no como Cospedal, Rajoy, Cristina Cifuentes, que son cuñados pero buenos, de los que no roban. Hoy están los cuñados que roban y los cuñados que no roban.

Un cuñado que no roba es un niño buenecito, que no es muy guay pero es formal. El cuñado que roba es el bully, que es una raza que toda la sociedad está extirpando. Hoy la sociedad es como la escena de Toy Story en la que todos los juguetes mutilados se unen para destruir al bully que los mutiló. ¡Pues menudo papelón! No me gustaría ser ese bully.

Sobre el amor y la soledad – Jiddu Krishnamurti

Whoa! Hoy nos ponemos heavys. Jiddu Krishnamurti sería perfecto si no lo leyera Penélope Cruz.


Jiddu Krishnamurti es lo que se conoce comúnmente como un crack. Un elegido para guiar al pueblo hacia la luz. No te digo na y te lo digo tó.

La historia de Jiddu es fina-fina. De pequeño estaba en la playa y un jefazo de La Orden de la Estrella, una organización religiosa contemplativa, lo vio y, sin dudarlo, dijo “Este es el Elegido que estábamos buscando”. Lo cogió por una oreja y se lo llevó a la Orden, a instruirlo en la sabiduría antigua.


Se instruyó a saco paco e hizo todo lo que le mandaron hacer. Hasta que un día Jiddu, tras la desgarradora muerte de su hermano, alcanzó el Grial, eso que todos los contemplativos buscan pero son demasiado paquetes para encontrar: la Iluminación Espiritual. Flipó con lo que vio y se volvió a la Orden, de la que ya era sheriff.

Reunió a todos los afiliados, como Pablo Iglesias reúne a los podemitas, y les dijo el hecho trascendente que le había ocurrido. Y que, en virtud de él, disolvía la puta Orden. Al alcanzar la Iluminación se dio cuenta de que no hay un camino hacia ella y que por tanto la Orden, que pretendía ser tal camino, no tenía sentido. Así que ¡hala! Todos a vuestra puta casa. Aquí está todo el pescado vendido.


Jiddu se hizo emprendedor, pasó de su empresa y se lo montó por su cuenta. Se hizo autónomo. Dedicó su vida a instruir a las masas dormidas hacia la Iluminación mediante el método que el creyó más conveniente, el diálogo de tú a tú. Hay que tener huevos, porque la mayoría de sus textos son transcripciones de tales conversaciones y ¡qué paciencia! Las masas dormidas son una piedra en el zapato. ¡No entienden nada! Pero nada de nada.

Yo, que soy un crack como Jiddu e incluso un poquito más, me atrevería a decir, jamás de los jamases me rebajaría a hablar con vosotros de tú a tú. ¿Es que no veis con claridad la jerarquía? Yo mando y vosotros obedecéis. Ese es mi método. Cerrad vuestras sucias bocazas y así, quizás, seáis capaces de ver lo que os quiero enseñar, para que flipéis.


Respeto mucho a Jiddu, así que espero que él, desde donde esté, también me respete a mi. Y en estos tiempos eso de ser paciente y comedido está pasado de moda. ¡Esta es una jaula de grillos! Aquí si no acojonas a la gente hasta que casi le reviente el corazón no escucha ni Cristo. Estáis demasiado consentidos. Es la sociedad, que os ha hecho débiles a base de daros comodidades, como en Obélix y Compañía.

Por un lado es bueno, porque de no estar consentidos no seríais creativos. Pero por otro es malo, porque creéis que lo sabéis todo. ¡Y no tenéis ni puta idea de nada! Así que a cerrar vuestro pico de lelos y a hacerme caso a mi, porque Yo lo mando, El Elegido. ¿Entendido, putitas? Así me gusta. Que dejéis de cacarear.