La revista semanal más chachipilongui.
Para los amantes de la historia de la televisión española hoy será
un día de fiesta, porque voy a hablar de ¡¡Al Ataque!!
¡¡Al Ataque!! se lo sacó de la manga
Alfonso Arús y reventó la parrilla de 5 canales + 1 que teníamos
en los 90. Los martes por la noche el mundo se detenía y, a cambio,
yo ponía en marcha mi grabador VHS para poder visionar una y otra
vez esta locura genial que ha quedado tan olvidada que uno se
pregunta por qué.
Arús se juntó con una pandilla de
colaboradores desconocidos en televisión (Sergio Mas, Jorge
Salvador, Javier Martín y el mismísimo Andreu Buenafuente en el
papel de Cejis, entre otros) y hacían imitaciones y otras cosas
grotescas. Se hicieron con unas máscaras de goma de Ramón Mendoza,
Johan Cruyff, Jose Luis Núñez y otros superpersonajes de la
actualidad y... ¡Bueno, simplemente parecía que se dedicaban a
hacer el mono ante la cámara! Aquello yo no sé si era dadá, humor
de bar o yo no sé qué era.
La mejor sección era El Fútbol Es Así
en la que repasaban la jornada futbolística en clave de humor.
Lanzaron grandes temazos musicales como Di La Lá y en Phosquitos
regalaban las gafas de Pepe Gáfez si tenías suerte. Si no, sólo
caretas de cartón de Mendoza. Bueno, la risa. Una auténtica traca
de petardos social.
Nunca sabré si Alfonso Arús fue un
genio rutilante o un tío que tuvo suerte. Por una parte, primero lo
petó con Vídeos de Primera para después petarlo con Al Ataque, que
nos ocupa. Terminó fracasando con El Chou, que era la versión XL de
Al Ataque para la noche de los viernes. Más adelante le vi con la
cabeza como una bola de billar presentando un programa que no acababa
de chutar. ¿Fue un genio que le hicieron la zancadilla o un genio
sin consistencia en the long run? No lo sé, no lo sé.
Si en alguien se han de fijar los
millennials es en Alfonso Arús. Los millennials creen que ellos son
nuevos en el planeta, pero no. Alfonso Arús lo pisó antes que ellos
y sufrió las inclemencias de un mundo poco cuidadoso con las perlas
biológicas. Quizás si el mundo se fijase menos en el éxito
económico constante hoy seguiríamos disfrutando de Alfonso Arús.
Pero como la cagó con El Chou se le tachó de la lista VIP. ¿No
tiene derecho uno al fracaso estacional, sobre todo en cuestiones tan
relacionadas con el crecimiento personal como el arte?
Medir la calidad en términos
económicos no sólo es sádico, sino que es miope. Por esa regla de
tres la etapa de crisálida del gusano de seda es un fracaso, porque
hacer no hace nada. Sin embargo es una etapa necesaria para
convertirse en flamante mariposa. ¿Ha de dejar de tener apoyo el
gusano en una etapa tan crucial como la de crisálida? De hacer eso
nunca tendremos mariposas o, de tenerlas, no serán tan buenas de
mimarlas como se merecen.
¿A que te sientes identificado,
millennial? ¿A que tú también necesitas apoyo mientras no te
conviertes en aquello con lo que iluminarás al mundo, como la
crisálida? Los fachas no lo entienden porque ellos serán gusanos
para siempre. Es más, ellos ven en lo que te vas a convertir y les
da rabia, así que si pueden joderte te van a joder para que no les
hagas sombra. ¿Qué puedes esperar de un eterno gusano? Los eternos
gusanos no pueden escapar de las pulsiones ralas propias de los
invertebrados que se arrastran.
Tranquilo, querido millennial, porque
Juan, tu líder tirano, tiene muy en cuenta las necesidades de tu
desarrollo especial, superior. Si votas a Juan para que te subyugue
Juan te promete que cuidará de tu delicada naturaleza. Juan ha visto
muchos VHS de ¡¡Al Ataque!! y ha estudiado las etapas reales de tu
crecimiento. Por eso Juan sabe lo que necesitas mientras que los
fachas no. Vota Juan.