¡Fresas de temporada! Vamos, que no
están cultivadas de forma satánica en un invernadero. Deberíamos
comer sólo fruta de temporada. ¡Qué caprichosos!
¿Una humanidad que sólo coma fresas
cuando toca es una utopía? Dios mío, yo puedo estar sin fresas
perfectamente. Para eso existen fórmulas químicas que saben a
fresa, por si en mitad del invierno te apetece una puta fresa. Coño,
si quieres fresas de verdad te esperas al verano. No van a estar las
fresas desarrollándose en invierno porque tú tengas el caprichín.
Las fresas, como todo, tienen sus
tiempos. Si no te das cuenta de esto es porque eres, sin duda alguna,
un artrópodo. Un ser humano desfasado, que sólo sirve para entregar
con el plan PIVE y te vendan un ser humano nuevo, reluciente, un poco
más barato.
Tienes que relajarte, amigo. Tienes que
entender, de una vez por todas, de que el universo no gira alrededor
de tu ombligo. Tú ya crees que el Sistema Solar es heliocéntrico,
pero no has dado el paso de entender que no es tuombligocéntrico.
Aceptas que la Tierra gire alrededor del Sol y que este orbite
alrededor del centro de la galaxia y esta alrededor del núcleo del
universo, que es Dios. Pero lo aceptas siempre y cuando el centro del
universo orbite alrededor de tu ombligo.
Aceptas todas las certezas físicas
siempre y cuando no amenacen tu hegemonía sobre todo lo que se
mueve. Y por ese hecho tan caprichoso, tan infantil, obligas a unas
pobres fresas a desarrollarse en invierno, que es cuando más les
jode desarrollarse, porque son fresas. Obligas a las frutas a vivir
dentro de una simulación sólo porque tú has decidido vivir dentro
de otra, en la que tú decides sobre el destino de la existencia.
Hijo de mi vida, tú no decides nada.
Pero nada. Tú eres una mota de polvo en el hecho de la vida. Tú
eres tan reemplazable como cualquiera. Y cualquier día de estos
subirá un chaval del Castilla, un chaval así con clase, con dotes,
y dirá que él no necesita comer fresas en invierno. Y resultará
que no sólo mete más goles que tú, sino que encima es más
eficiente, porque no necesita que todo orbite alrededor de su
ombligo, como Cristiano.
Ese día quedará patente que has
quedado desfasado. Y te volverás a Madeira, con el rabo entre las
piernas, porque resulta que tus amigos eran postizos y ahora al que
le hacen la pelota es al del Castilla. Y tú entenderás, por fin,
que todo era una simulación. Qué decepción. Qué bajonako.
Y en Madeira ya me dirás tú qué hay.
Nada. A pillar porros a la plaza del pueblo, porque esa puta isla es
un pueblo, y a fumar petas con el Dorado y con el Pecas, los
chunguitos de cuando eras pequeño. Y a contarles que tú en Madrid
eras alguien. Y a ellos, que por un lado no les interesa una mierda y
por otro les joden los que van de guays, pues van a acabar pasando de
ti. O sea, que hasta el Dorado y el Pecas pasan de ti. Ojo.
Y todo por el capricho de comer fresas
en invierno. Hay que ser gilipollas.