viernes, 4 de noviembre de 2016

Hero Fresas de Temporada


¡Fresas de temporada! Vamos, que no están cultivadas de forma satánica en un invernadero. Deberíamos comer sólo fruta de temporada. ¡Qué caprichosos!


¿Una humanidad que sólo coma fresas cuando toca es una utopía? Dios mío, yo puedo estar sin fresas perfectamente. Para eso existen fórmulas químicas que saben a fresa, por si en mitad del invierno te apetece una puta fresa. Coño, si quieres fresas de verdad te esperas al verano. No van a estar las fresas desarrollándose en invierno porque tú tengas el caprichín.

Las fresas, como todo, tienen sus tiempos. Si no te das cuenta de esto es porque eres, sin duda alguna, un artrópodo. Un ser humano desfasado, que sólo sirve para entregar con el plan PIVE y te vendan un ser humano nuevo, reluciente, un poco más barato.


Tienes que relajarte, amigo. Tienes que entender, de una vez por todas, de que el universo no gira alrededor de tu ombligo. Tú ya crees que el Sistema Solar es heliocéntrico, pero no has dado el paso de entender que no es tuombligocéntrico. Aceptas que la Tierra gire alrededor del Sol y que este orbite alrededor del centro de la galaxia y esta alrededor del núcleo del universo, que es Dios. Pero lo aceptas siempre y cuando el centro del universo orbite alrededor de tu ombligo.

Aceptas todas las certezas físicas siempre y cuando no amenacen tu hegemonía sobre todo lo que se mueve. Y por ese hecho tan caprichoso, tan infantil, obligas a unas pobres fresas a desarrollarse en invierno, que es cuando más les jode desarrollarse, porque son fresas. Obligas a las frutas a vivir dentro de una simulación sólo porque tú has decidido vivir dentro de otra, en la que tú decides sobre el destino de la existencia.


Hijo de mi vida, tú no decides nada. Pero nada. Tú eres una mota de polvo en el hecho de la vida. Tú eres tan reemplazable como cualquiera. Y cualquier día de estos subirá un chaval del Castilla, un chaval así con clase, con dotes, y dirá que él no necesita comer fresas en invierno. Y resultará que no sólo mete más goles que tú, sino que encima es más eficiente, porque no necesita que todo orbite alrededor de su ombligo, como Cristiano.

Ese día quedará patente que has quedado desfasado. Y te volverás a Madeira, con el rabo entre las piernas, porque resulta que tus amigos eran postizos y ahora al que le hacen la pelota es al del Castilla. Y tú entenderás, por fin, que todo era una simulación. Qué decepción. Qué bajonako.


Y en Madeira ya me dirás tú qué hay. Nada. A pillar porros a la plaza del pueblo, porque esa puta isla es un pueblo, y a fumar petas con el Dorado y con el Pecas, los chunguitos de cuando eras pequeño. Y a contarles que tú en Madrid eras alguien. Y a ellos, que por un lado no les interesa una mierda y por otro les joden los que van de guays, pues van a acabar pasando de ti. O sea, que hasta el Dorado y el Pecas pasan de ti. Ojo.

Y todo por el capricho de comer fresas en invierno. Hay que ser gilipollas.