Lo que hoy vengo a enseñaros es una
cosa muy guay. Son unos dragones de plástico coleccionables que
vienen en sobres. Están despiezados por lo que es mandatorio que los
montes tú, cual mueble de Ikea.
Este juguete es como los que te vienen
dentro de los Kinder Sorpresa, sólo que este es más grande y mejor.
Por ese motivo cuesta tres euros, más que un Kinder Sorpresa. A no
ser que los precios de los Kinder Sorpresa hayan ido through the roof
y yo no haya tenido noticias.
El dragón, una vez montado, es una
figura de adorno cojonuda y lo tengo ahora mismo delante mía.
Protege a otras figuras con cualidades menos demoníacas. Ser
demoníaco te permite proteger al débil mejor que si eres heroico
nada más.
Si eres demoníaco eres invencible
porque, rayos, estás ardiendo entre las llamas del infierno. ¿Qué
podría afectarte? Si no has quemado tu cuerpo como si fuera una tea
no estás preparado para nada. Nunca podrás proteger al débil
porque el débil eres tú.
Si eres, pongamos por caso, un bocazas
ridículo que osa desafiar a un esqueleto en llamas debo decirte que
estás perdido. Los esqueletos se meriendan a los bocazas de un solo
mordisco. Has cometido un error fatal y lo pagarás con la muerte.
Ser un esqueleto de dragón, además,
no se consigue de un día para otro. Te lo digo por si tienes planes
para dejar de ser una bailarina mema. Si quieres convertirte en
alguien de cierto nivel debes abandonar algunas actividades propias
de cobardes y gentuza similar.
Lo que te vengo a decir, sin rodeos, es
que no eres suficientemente hombre como para convertirte en un
esqueleto de dragón. Boca tienes mucha pero fuerza física ninguna.
Así que aparta, sucio patán, antes de que llame a mi pandilla de
diablos y te destruyamos con los rayos que escupimos por los
mismísimos ojos.
Una vez destruido tu cadáver servirá
para abonar las plantas de unos amigos míos. Mis amigos son amantes
de las flores y necesitan abono para que crezcan más lustrosas. Los
cadáveres de puto mierda son un alimento genial para las flores.
Sin más, querido idiota, te conmino a
que te apartes de mi camino si no quieres que me coma tu garganta.
Avisado quedas.