lunes, 7 de noviembre de 2016

Adidas Neo en Décimas


Me suena que esta línea de productos de Adidas tuvo como imagen a Justin Bieber, al principio.


A mi Justin Bieber me parece muy bien, como Abraham Mateo. No entiendo muy bien qué tiene la gente en contra de estos chicos. Son guapos, dulces, sensibles y cantan muy bien. ¿Dónde está el problema?

Hombres rudos y campestres ya hay de sobra. No necesitamos otro más. De necesitar algo necesitamos hombres guapos, dulces, sensibles y que canten muy bien. De los otros ya hay a paladas. Hay de sobra.


Además, necesitamos a Justin Bieber para que se case con Selena Gómez, que si no se sentiría muy sola. ¿Pero tú te crees que Selena se va a ir con el primer tuercebotas que pase? No, hombre. Selena no come cualquier pienso. Selena es una gata de competición, y como tal sólo come pienso de veterinaria, de ese que es tan caro y la bolsa, de pecar de algo, peca de sobria.

Selena se la lió a Justin, todo hay que decirlo. Esa no para quieta. Y Justin, como cualquier amor adolescente, se volvió orate. Empezó a hacerse unos peinados super punkys que delataban su rabia interior y empezó a ponerse pantalones de esos cagones, que le sentaban fatal. Selena convirtió a Justin en un cuadro. ¡Y vaya cuadro!


¡Ah, Selena, qué guapa eres! Te puedes permitir cualquier cosa. Puedes destruir a Justin Bieber, que no ha roto un plato en su vida, y quedar de buena tú. ¿Se puede ser más deslumbrante? Justin se merienda a todas las tipas que se le crucen por su bello rostro, pero por ti mutó en orco. Por ti y sólo por ti. ¿Quién te ha concedido más alto honor? Evidentemente nadie.

La belleza es el arma más poderosa, porque puede destruir personas sin tocarlas. De un fogonazo de luz, la belleza deforma seres. La belleza adapta su entorno a ella, porque nadie es más bello. Y, por lo tanto, la gente se retuerce sobre sí misma sólo para dejarla pasar. ¡Cuán poderosa es la belleza, madre mía!


La belleza aplasta pueblos, derrumba colosos y mea sobre bancos. Caga dentro de bocas de hombres glorificados y le limpian el ano con la lengua. La belleza saluda con la mano, pero mírame y no me toques. Así, así, muy bien. Ve hincando las rodillas poco a poco, como por arte de magia.

La belleza destruye el hormigón y lo transforma en arena para hacer un castillo. Y más tarde, habitándolo, dirige su reino de armonioso modo. Golpea a los pajes con su cetro y se ríe, porque encima es una cachonda. ¡Cómo es la belleza!