Burnout estaba muy bien, pero ahora se
le han añadido takedowns. ¿Qué es un takedown? Golpear al coche de
otro hasta que lo saques de la pista o le hagas volcar.
¿No echáis de menos eso en la vida
real? Antes se podían hacer chistes, valía vacilar al contrario.
Ahora ya no, ahora todos fingimos tener una piel superfina para
evitar la confrontación. Por un lado es bueno porque exige encontrar
caminos cada vez más pacíficos. Por otro es malo porque el típico
jetilla aprovechará para hacer trampas y, si le dices algo, hacerse
la víctima diciendo que le quieren pegar.
Como veis, los avances en las
estructuras sociales están muy bien. Cada vez somos más
civilizados. El problema siempre es el mismo, el jetilla. Ese da
igual que vivamos en un sistema perfecto que siempre va a intentar
pinchar a los demás para salirse con la suya. El problema del
jetilla es que está negro por dentro y, antes de confesar, prefiere
dar por culo a toda la clase.
Todos conocemos algún jetilla así. En
cada tertulia televisiva hay, por lo menos, un jetilla así. Es como
el bufón de la corte, su aportación no tiene importancia pero como
lo que dice lo dice entre cascabeles le dejamos seguir. ¿Qué vamos
a hacer, matarlo? Es una idea, pero ahora matar tampoco vale ya.
El único cauce civilizado y
democrático que nos queda para deshacernos del jetilla es darle de
lado. Diga lo que diga, decirle a todo que sí y luego ponernos con
los temas serios los inteligentes, dejando de lado al bufón. No se
le puede matar, no se le puede insultar... Pues no nos queda más
remedio que darle de lado.
En realidad esto es mejor, porque lo
que fácil se va fácil vuelve. Pero hay que admitir que es más
coñazo: era más fácil dar una colleja y que el tonto se largase a
su casa. Pero qué le vamos a hacer, estamos en 2018. Lo de la
colleja no es plan.
¿Estás agradecido, humilde lector, de
que Juan ponga letra a tus sentimientos? Deberías, porque gracias a
mi eres capaz de expresarte mejor y, por lo tanto, eres más libre.
No estás a merced de tonterías, ya no las tienes por qué comprar.
¡Viva Juan!
¿Qué más te da que sepas de muchas
cosas si no te dejan hablar de ellas? Eso no puede ser. Gracias a
Juan se sienta un precedente y cuando estés arrinconado en un debate
(si es que a las discusiones de bar que tenemos se les puede llamar
debate) tendrás algo a lo que agarrarte. Juan es ese faro que te
recuerda, indefectiblemente, que hay tierra firme.
Recuerda que Juan te dio todo esto
porque Juan, cualquier día de estos, te va a pedir que le devuelvas
el favor.