La cebolla caramelizada le gusta a todo
el mundo. De todos los sabores que se descubren en restaurantes de
diseño este es el más popular. A todo el mundo le gustan los
caramelos.
Por otro lado caramelizar así una cosa
como pseudopicante como la cebolla es como muy interesante. ¿A quien
se le ocurriría? ¡Qué mezcla de sabores! El que caramelizó la
cebolla por primera vez debía ser el campeón de los osados.
Tanto nos gustó la cebolla
caramelizada que ahora cuando sacamos un snack como finolis al
mercado, nos apuramos a hacer una variedad de él de cebolla
caramelizada. Si algo sabe a cebolla caramelizada ya sabes que no es
un snack corriente, para niños. Es un snack para adultos o para
gente que quiere ser tratada como adulta.
Sunbites sabe bien. Vienen demasiadas
pocas unidades en la bolsa para su precio, 0,80€. Sin embargo dar
poco por mucho dinero también manda un mensaje. Estos snacks son
para gente que ama los canapés, que ama las recepciones, o por lo
menos les encantaría amarlas porque nunca les han invitado a
ninguna. Pero comiendo Sunbites seguro que el día dichoso llega muy
pronto.
El packaging es muy profesional y
sugiere que Sunbites no es una marca aislada ni mucho menos. Sunbites
transmite la sensación de ser una marca más de una gran empresa
matriz, tipo Unilever o Procter & Gamble. Ese rollo. El diseño
es suficientemente conservador como para no asustar y suficientemente
moderno para que la curiosidad nos pique, como la cebolla.
¿Le interesan a Juan las cosas tipo
Sunbites? ¡No mucho! A Juan toda esta mierda de lo raw, el pan de
masa madre y su puta ídem le da vómitos repulsivos. Toda una legión
de niños memitos haciéndose los chachis cuando no lo son. Juan, al
ser el más guay, mira con asco a todo aquel que quiere ser guay pero
no llega a su nivel. Juan cree que la gente no guay debería aceptar
su estatus genético.
¿Es Juan un poco cabrón? Pues... ¡Un
poco! Pero también es muy justo. ¿No es acaso justo y bueno para la
generalidad que cada uno ocupe el puesto que le corresponde por
naturaleza? Por supuesto. Así todo funcionará a las mil maravillas
y todo el mundo se sentirá reconocido.
¿Es malo que alguien quiera usurpar un
puesto que no le va? Pues... ¡Sí! Es malo porque hacerlo exige
mentir y además, de conseguirlo, privará a alguien más apto del
puesto que se merece. Por lo tanto a partir de hoy declaramos la
guerra a los farsantes.
Juan cifrará la huelga feminista así.
Una huelga contra usurpadores que a base de caradura tienen a mucha
gente tragando lo que no les corresponde tragar. Juan, para variar,
hace siempre la lectura más inteligente.