jueves, 8 de marzo de 2018

Sunbites con sabor a cheddar y cebolla caramelizada


La cebolla caramelizada le gusta a todo el mundo. De todos los sabores que se descubren en restaurantes de diseño este es el más popular. A todo el mundo le gustan los caramelos.


Por otro lado caramelizar así una cosa como pseudopicante como la cebolla es como muy interesante. ¿A quien se le ocurriría? ¡Qué mezcla de sabores! El que caramelizó la cebolla por primera vez debía ser el campeón de los osados.

Tanto nos gustó la cebolla caramelizada que ahora cuando sacamos un snack como finolis al mercado, nos apuramos a hacer una variedad de él de cebolla caramelizada. Si algo sabe a cebolla caramelizada ya sabes que no es un snack corriente, para niños. Es un snack para adultos o para gente que quiere ser tratada como adulta.


Sunbites sabe bien. Vienen demasiadas pocas unidades en la bolsa para su precio, 0,80€. Sin embargo dar poco por mucho dinero también manda un mensaje. Estos snacks son para gente que ama los canapés, que ama las recepciones, o por lo menos les encantaría amarlas porque nunca les han invitado a ninguna. Pero comiendo Sunbites seguro que el día dichoso llega muy pronto.

El packaging es muy profesional y sugiere que Sunbites no es una marca aislada ni mucho menos. Sunbites transmite la sensación de ser una marca más de una gran empresa matriz, tipo Unilever o Procter & Gamble. Ese rollo. El diseño es suficientemente conservador como para no asustar y suficientemente moderno para que la curiosidad nos pique, como la cebolla.


¿Le interesan a Juan las cosas tipo Sunbites? ¡No mucho! A Juan toda esta mierda de lo raw, el pan de masa madre y su puta ídem le da vómitos repulsivos. Toda una legión de niños memitos haciéndose los chachis cuando no lo son. Juan, al ser el más guay, mira con asco a todo aquel que quiere ser guay pero no llega a su nivel. Juan cree que la gente no guay debería aceptar su estatus genético.

¿Es Juan un poco cabrón? Pues... ¡Un poco! Pero también es muy justo. ¿No es acaso justo y bueno para la generalidad que cada uno ocupe el puesto que le corresponde por naturaleza? Por supuesto. Así todo funcionará a las mil maravillas y todo el mundo se sentirá reconocido.


¿Es malo que alguien quiera usurpar un puesto que no le va? Pues... ¡Sí! Es malo porque hacerlo exige mentir y además, de conseguirlo, privará a alguien más apto del puesto que se merece. Por lo tanto a partir de hoy declaramos la guerra a los farsantes.

Juan cifrará la huelga feminista así. Una huelga contra usurpadores que a base de caradura tienen a mucha gente tragando lo que no les corresponde tragar. Juan, para variar, hace siempre la lectura más inteligente.