Hacerse viejo tiene ciertas propiedades
sorprendentes. Una de ellas es que el cacao puro, el que no es dulce,
te empieza a parecer que no sabe a mierda.
Cacao amargo para mi es una
contradicción, pero parece ser que el cacao en estado puro es cómo
sabe. ¿No os encanta vivir en una civilización que pervierte los
puntos cardinales con total arrogancia? ¡Si no me gusta que el cacao
sepa amargo lo hago dulce y se ha acabao!
Somos muy así. Vemos que el tonto de
Pedrito, que no daba una a derechas más que en romper pupitres,
ahora va de hombre importante, obviando al 100% que él es Pedrito,
el atontadín que rompía los pupitres.
Digamos que hemos permitido jugar con
esa norma, vale obviar que eres esto o lo otro. Lo sabemos todos pero
no te lo vamos a echar en cara. Sin embargo si un día las cosas se
tuercen demasiado nos guardaremos esa carta como arma final. Si
Pedrito se sube demasiado a la parra le recordaremos que él es
Pedrito, el que rompía los pupitres del colegio.
La mejor forma de no perder la partida
completamente a lo tonto es no avergonzarte de que tú eres Pedrito.
Si rompías pupitres por algo sería, ¿no? ¿Vas a dejar que te
etiqueten como el rompepupitres así sin más? Quizás desde tu punto de vista no seas un rompepupitres sino un disruptor.
También puede darse el caso contrario,
que tú quieras demostrarte a ti mismo y al mundo que eres algo más
que un rompepupitres y que no lo seas. Como podemos apreciar, emitir
un juicio depende de muchas sutilezas importantes. Ser juez es un
trabajo muy difícil, merece mucho respeto si se hace bien.
Tendemos a colocar a personas que
comparten un rasgo con otras en la misma caja aunque quizás no sean
exactamente iguales. Por ejemplo, este es un borrico pero no roba, en
cambio ayuda a su madre. Este otro es una puta pero se contiene y
hace observaciones agudas en vez de malintencionadas.
En general la cosa es bastante fácil:
este era un randa en el colegio y es un randa ahora. Antes hacía
trampas en todos los exámenes y ahora tiene un bar de copas. ¿Cuál
es la diferencia? Ninguna, el marco. Pero la esencia sigue siendo la
misma.
Supongo que por eso al hacerte viejo te
empieza a gustar el cacao amargo, porque empiezas a apreciar las
cosas por lo que son, no por lo que te quieren vender que son. De
verdad, si eres un randa. Aléjate de mi.