Cuando me interesaba por publicidad
compré algunos libritos que hablaban no tanto de ejecuciones (porque
las ejecuciones son resultado de lo que hayas pensado y no a la
inversa) sino de insights profundos que subyacen en actos cotidianos.
Soy así como muy Sherlock Holmes para según qué cosas.
Con los años te das cuenta que uno
podía haber dedicado el tiempo a la pesca de la carpa porque en
estos libros se apuntan como datos fascinantes algunas cosas que son
de sota caballo y rey. No entiendo cómo la gente puede dedicar tanto
tiempo a estudiar cosas que son evidentes. Pero supongo que algunas
personas necesitan pruebas para creer en algo aunque lo tengan
delante de las narices.
En este libro aparecen datos tan
psicóticos como que los centros comerciales (alias malls) tienen una
arquitectura e iluminación pensados para confundir al consumidor en
vez de para aclararle la cabeza. O sea, que fíjate que patologías
tan estupendas hacemos que la gente desarrolle en pos de ganar,
aunque sea, un poquito más.
Hace unos años leías estas cosas y te
parecían estupendas, como muy interesantes. Hoy en día las lees y
das gracias a Dios porque no nos hayamos destruido unos a otros con
un millar de bombas nucleares. Que una persona pase 8 horas al día
pensando en cómo virarle la cabeza a otros seres humanos como él se
antoja como medieval, como de una época oscurísima.
Antes no nos parecía oscurísima,
primero, porque vivíamos dentro de ella y pensábamos que la vida
era así. Por otro lado, para que la caverna no estuviese tan oscura
nos inventamos los rótulos de neón, que emiten una luz artificial
pero es una luz al fin y al cabo. Y con esa luz íbamos tirando
porque no conocíamos ninguna otra.
Cuando en 2007 estalló el chocho
empezamos a ver qué había detrás de los rótulos y flipamos
pepinillos. Por eso no entiendo cómo alguien en el 2017 todavía
siga trabajando para unos rótulos que han perdido sus propiedades
mágicas. Si ves al marionetista la marioneta no te parece un
personaje de cuento, te parece un cacho de madera colgando de unos
hilos.
Mi punto de vista es sencillo porque es
práctico: no estoy a favor de demoler el sistema, más que nada
porque el sistema tiene tuberías y desagües y yo tengo que ducharme
y cagar. De lo que estoy a favor es de habitarlo pacíficamente
mientras las oscuras artes del marionetista (que al final sólo era
un pringado no un Fu Manchú posmoderno) van retirándose dejando
entrar la luz solar. ¿Tienes un plan mejor? Yo creo que no, pero
oye, yo no te digo nada. ¡Allá tú!
Después de todo eso de tener edificios
verticales donde pueden vivir numerosas familias apiladas está muy
bien. Ocupa poco espacio y tiene cierto sentido, aunque cada vez
menos. Lo que yo no haría, fíjate qué loco estoy, es trabajar en
algo que se está muriendo. No sé, es que es como llegar a la fiesta
cuando ya han tocado el temazo. ¡Siempre llegas tarde a todo! Qué
loser.
¿Empleos con futuro? No sé, cosas
sencillas. Carpintero, frutero, jardinero... Esas cosas. No sé a ti,
pero el mundo ya me parece bastante complicadillo. Lo que tiene
futuro es lo que mejora las cosas, no lo que las enreda todavía más.
¿Hace falta leer libros con pinta de ser muy importantes para darse
cuenta de esto? Yo creo que no. Vamos, que no. No te engañes.