martes, 1 de agosto de 2017

Por qué compramos – La ciencia del shopping – Paco Underhill

Cuando me interesaba por publicidad compré algunos libritos que hablaban no tanto de ejecuciones (porque las ejecuciones son resultado de lo que hayas pensado y no a la inversa) sino de insights profundos que subyacen en actos cotidianos. Soy así como muy Sherlock Holmes para según qué cosas.


Con los años te das cuenta que uno podía haber dedicado el tiempo a la pesca de la carpa porque en estos libros se apuntan como datos fascinantes algunas cosas que son de sota caballo y rey. No entiendo cómo la gente puede dedicar tanto tiempo a estudiar cosas que son evidentes. Pero supongo que algunas personas necesitan pruebas para creer en algo aunque lo tengan delante de las narices.

En este libro aparecen datos tan psicóticos como que los centros comerciales (alias malls) tienen una arquitectura e iluminación pensados para confundir al consumidor en vez de para aclararle la cabeza. O sea, que fíjate que patologías tan estupendas hacemos que la gente desarrolle en pos de ganar, aunque sea, un poquito más.


Hace unos años leías estas cosas y te parecían estupendas, como muy interesantes. Hoy en día las lees y das gracias a Dios porque no nos hayamos destruido unos a otros con un millar de bombas nucleares. Que una persona pase 8 horas al día pensando en cómo virarle la cabeza a otros seres humanos como él se antoja como medieval, como de una época oscurísima.

Antes no nos parecía oscurísima, primero, porque vivíamos dentro de ella y pensábamos que la vida era así. Por otro lado, para que la caverna no estuviese tan oscura nos inventamos los rótulos de neón, que emiten una luz artificial pero es una luz al fin y al cabo. Y con esa luz íbamos tirando porque no conocíamos ninguna otra.


Cuando en 2007 estalló el chocho empezamos a ver qué había detrás de los rótulos y flipamos pepinillos. Por eso no entiendo cómo alguien en el 2017 todavía siga trabajando para unos rótulos que han perdido sus propiedades mágicas. Si ves al marionetista la marioneta no te parece un personaje de cuento, te parece un cacho de madera colgando de unos hilos.

Mi punto de vista es sencillo porque es práctico: no estoy a favor de demoler el sistema, más que nada porque el sistema tiene tuberías y desagües y yo tengo que ducharme y cagar. De lo que estoy a favor es de habitarlo pacíficamente mientras las oscuras artes del marionetista (que al final sólo era un pringado no un Fu Manchú posmoderno) van retirándose dejando entrar la luz solar. ¿Tienes un plan mejor? Yo creo que no, pero oye, yo no te digo nada. ¡Allá tú!


Después de todo eso de tener edificios verticales donde pueden vivir numerosas familias apiladas está muy bien. Ocupa poco espacio y tiene cierto sentido, aunque cada vez menos. Lo que yo no haría, fíjate qué loco estoy, es trabajar en algo que se está muriendo. No sé, es que es como llegar a la fiesta cuando ya han tocado el temazo. ¡Siempre llegas tarde a todo! Qué loser.

¿Empleos con futuro? No sé, cosas sencillas. Carpintero, frutero, jardinero... Esas cosas. No sé a ti, pero el mundo ya me parece bastante complicadillo. Lo que tiene futuro es lo que mejora las cosas, no lo que las enreda todavía más. ¿Hace falta leer libros con pinta de ser muy importantes para darse cuenta de esto? Yo creo que no. Vamos, que no. No te engañes.