¿Mola Woody Allen como escritor? Pues
sí, pero prefiero Harry Potter. Con Harry Potter imaginas cosas
chulas y con Woody sólo levantas una leve sonrisa como diciendo
“¡Qué agudo!”.
Ser agudo, que Woody me perdone, me
parece una cosa un poco pasada de moda. Hoy todo el mundo es tan
agudo que parecen erizos por las dos partes. Para tocarle el punto
blando a alguien tienes que hacer esgrima con un florete que se pueda
doblar en ángulos de 120º. No hay quien atraviese la coraza que la
crisis ha puesto sobre nosotros.
Como yo te voy a quitar esa coraza sí
o sí, porque ya me estás cansando, te recomendaría que empezases a
cuidar ese cuerpo blando que se halla bajo el ruido. A ver si un día
de estos te hago touché y te me pones a llorar. Claro, tu cuerpecito
hace tanto que no ve la luz del sol que cualquier roce le irrita.
Pues mala cosa, hombre. Te estás
perdiendo lo bueno. Aquí fuera hace sol pero a la vez corre una
brisa agradable, o sea, no te tienes que preocupar de nada. Hombre, a
lo mejor te tienes que preocupar de que vea que no eres tan guay como
me quieres vender, pero es que ante mi nadie es guay. Date cuenta. No
es culpa tuya.
Como no es culpa tuya no te tienes que
preocupar por nada porque nadie te va a juzgar. Yo igual tengo
tentaciones pero disimulo muy bien. Además después de este rollo
que te he soltado qué menos que ser un poco cortés. Nobleza obliga.
Como las ganas de juzgar son pasajeras
al rato ya estarás retozando como un mandril, que es lo que eres. Y
ahí ya aunque te quiera juzgar ya no me oirás. Tendrás los oídos
llenos de hierbajos de revolcarte sobre ellos. Y yo me iré a casa a
ver la tele, que lo de retozar ya lo tengo muy hecho.
Como ves, mi oferta es perfecta.
Ganancias 100 y costes 0. Nadie hoy en día te ofrece un trato mejor
que el mío. Además, no soy gilipollas: prefiero empleados retozones
porque rinden mucho más. Empezarás a tener ideas que sobrepasen el
1,5/10 habitual e igual hasta un día no me haces bostezar. Tiempo al
tiempo.
Si tienes un plan mejor a por él, pero
creo que es evidente que no existe un plan mejor. Mis planes son
perfectos porque, como te digo, aquí fuera a uno se le ocurren ideas
muy buenas y tiene mucho tiempo para perfeccionarlas. Así que si me
rindes pleitesía quizás algún día puedas llegar a ser ¡bueno! de
mi clase.
Mientras tanto seguiré retorciendo el
lenguaje para adaptarme a tu retorcido cerebro. No te preocupes,
nobleza obliga, te digo.