Si quieres crear un ambiente acogedor
olvida la luz indirecta y los visillos; en cambio vete a un Cash
Converters o a Wallapop y hazte con un viejo reproductor VHS. Si
consigues una tele de tubo ya perfecto y enchúfale esa cinta que no
ves desde niño.
Quizás si le prometes a un ligue “un
ambiente acogedor” y le vienes con esto te plante en cero coma,
pero casi mejor porque así te deja solo con tus cosas, que es como
realmente uno está bien-bien. ¡Qué olvidado tenemos eso de estar
bien-bien! Una década de infierno sobre la tierra y ya ni nos
acordamos de la high life premium.
Antes de que estallase la crisis con
gran estrépito y toneladas de información por Internet grabábamos
Friends para poder ver una y otra vez que Ross sólo quería tomarse
un descanso y que Rachel no tendría que haberse enfadado tanto por
lo de la chica de la tienda de fotocopias.
Cuando acababa Friends poníamos
Frasier, que tenía menos de enredo de jóvenes adultos pero nos
aleccionaba con cuestiones más profundas aunque llenas de gracia
hasta donde alcanzaba la vista. Maris volvía loco al bueno de Niles
pero todo se olvidaba con una copita de jerez.
No me digas que el paisaje que te estoy
describiendo, como Antonio Machado en Campos de Castilla, no te está
poniendo de buen carácter. ¡Se te ha agriado mucho el carácter!
Unos cuantos ladrones expoliando las arcas públicas y ya contestas
mal. Si te privan del buen humor ganan ellos, me permito recordarte.
Si ya sé que todo mal, pero mira,
ahora vamos a poner Seinfeld. ¡Seinfeld sí que sí! ¿Eh? Humor de
psicosis de urbe para hacerte sentir mejor porque tú tampoco
soportas la comida de los aviones. ¡Jerry Seinfeld tampoco la
soporta! Ya no te sientes tan raro.
La vida era así, sencilla. Tener Canal
+ era a lo máximo a lo que podía aspirar un español y con eso
teníamos suficiente. ¿Por qué ahora estás tan amargado si tienes
Snapchat, Twitter y de todo? A lo mejor el problema es tuyo, que
nunca tienes suficiente.
Yo creo que es eso. Que tus padres te
educaron mal y así has salido. Sin embargo los míos me educaron
bien y estoy contento. ¿Ves qué importante es la educación? Y tú
quieres desmantelarla.
Yo no apruebo tus morros, de verdad. Es
más, los condeno. ¡A la cárcel! Como el juez Banks de El Príncipe
de Bel-Air.