domingo, 6 de agosto de 2017

Gran Ahorro +Producto -Precio – Hipercor – El Corte Inglés

Cuando bajas a comprar chucherías no hay nada mejor que un poco de sana lectura hasta que llegas a la tienda. Gracias a los folletos publicitarios el aburrimiento de caminar y ya está queda reducido al mínimo de analógica manera.


Ya sé que puedes mirar Instagram, pero eso se me hace como muy mainstream. ¡Ya ves! ¿Quién iba a decir que los ordenadores iban a llegar a ser tan obscenamente mainstream? Cuando compré mi Spectrum +3 era un friki. Ahora soy un friki porque el smartphone me da dolor de cabeza. Ya ves qué cosas.

Parece ser que estoy destinado a marcar la pauta. No, no es ganas de llevar la contraria, contrary to popular belief. Es que cuando tú empiezas a entender algo yo la lo he entendido hace mucho y voy por el siguiente capítulo. Además, sé antes que tú en las trampas que vas a caer porque yo caí antes en ellas.


Cuando empezó “lo hipster” y “lo millennial” yo me bajé del carro antes siquiera de que empezase a andar. ¿Por qué?, te preguntarás. Porque cuando tú eras metrosexual yo ya era hipster. Y mientras tú te perfumabas de Fahrenheit o Hugo (según si salías de noche o de día) yo estaba flipando con las posibilidades de una mente desatada.

Las posibilidades de una mente desatada eran estupendas porque los descubrimientos aparecían por doquier, pero se detectó a medio camino la posibilidad de que algún espabilado usase esos “superpoderes” para “ganar la partida”. Fue en ese punto cuando lo hipster se tornó peligroso.


La gente que nos hacemos hipsters solemos haber tenido problemas con los bullys y desde pequeños les juramos venganza. Nos pasamos la vida pensando estratagemas para que paguen sus afrentas. Lo hipster fue una bendición para todos los niños marginados porque parecía un arma suficientemente potente como para eliminar al enemigo de una vez por todas.

O eso es lo que pensaron los niños más jodidos del patio de la escuela, claro. Yo, bueno, tampoco he tenido tantos problemas después de todo y como tengo así el carácter pacífico tiendo al perdón temprano. Pero los más dañados no se lo pensaron dos veces: abrazaron “lo hipster” como el Santo Grial. ¡Qué terrible error!


Como tengo debilidad por lo cristiano sé de buena tinta que el verdadero Grial es una copa humilde, no una copa suntuosa. La copa suntuosa la elige el que su dolor le nubla la vista hasta el punto de ver sólo venganza. Y esta fue mi gran revelación cuando “lo hipster” estaba a punto de alumbrarse: ese camino sólo llevaba a un choque frontal de trenes terrible.

Por eso me bajé del vagón a trompicones e intenté llevar conmigo a todo el que pude. Lamentablemente estaban demasiado confundidos por las promesas de victoria y siguieron adelante. Y yo como ya me había dado cuenta del verdadero problema central de las cosas me ahorré la colisión. ¿Lo veis? Juan es infinito, Juan es eterno. Juan siempre tiene razón.