Cuando salió Pepsi Max al mercado no
sabíamos lo que era un hype, pero ahora lo sabemos todos. Con la
perspectiva que nos da la experiencia podemos afirmar que, quizás,
Pepsi Max fue un hype de libro. ¿Queréis que hablemos un poco sobre
esto?
Pepsi Max es Coca-Cola Zero mucho antes
de que la Coca-Cola Zero siquiera estuviera en la mente del Señor
Coca-Cola. La propuesta de Pepsi Max era quitar todo el azúcar y,
aún así, maximizar un sabor fantástico. Por eso el naming optó
por Max. Coca-Cola optó por Zero. ¿Veis el matiz? Una incide en el
sabor y otra en la ausencia de azúcares, pero ambas propuestas son
exactas.
Pepsi tiene mi cariño porque no puedo
evitar ponerme de parte del débil. Puede que el débil sea un sátiro
loco sádico como una alimaña, pero si es el débil de la partida me
pongo de su lado. Esto en otros tiempos se conocía como sangre real,
hoy se conoce como anexo en el currículum. Yo por mi bien, prefiero
conquistar el mundo partiendo de un anexo, tiene más mérito.
Pepsi ahora va vendiendo su otrora
producto estrella por 50 céntimos el medio litro. A céntimo el...
¿mililitro? No me acuerdo de algunas unidades de medida y no lo voy
a mirar en Internet, que es como muy millennial y aquí todos odiamos
a los millennials. ¿A que sí?
La opinión de los millennials me
resbala por una razón rotunda: la única opinión que me importa es
la mía. Ya, ya sé que no se puede decir, pero yo te lo digo por
filantropía. Hay personas que te dicen que buen rollo todo pero
luego son mil veces más ególatras que yo, si eso es posible. Así
que como te respeto profundamente te enseño mis cartas. ¿Ves?
Cuatro ases. No te quiero engañar.
Que yo lleve o no cuatro ases me
importa un cuerno fino porque a mi no me gusta jugar al poker. Cuando
tengo que jugar no tengo ningún problema por la mano que llevo, pero
si podemos dejar esta mierda yo te lo agradecería. A mi me gusta
jugar al Portal porque es un juego cooperativo, el tipo de juegos que
siempre le llevo a mi primo porque quiero que aprenda valores de
calidad, no valores de mierda.
Pero vamos, que si quieres jugar
jugamos. Ya ves tú qué problema. ¡A ver! ¿Qué? ¿Te descartas o
qué haces? No, yo me quedo servido. ¿No te he dicho lo que te he
dicho? Me quedo servido. Tu única oportunidad de vencerme es trincar
cuatro ases y ser mano sobre mi. Pero esto es sólo por ser amable
con la metáfora, porque la verdad sin tapujos es que no tienes ni
tendrás nunca ninguna oportunidad.
Pero ya te digo, que me da igual. Para
lo único para lo que juego al poker es para tenerte contento, porque
parece que a ti te encanta. ¡Bueno! Pues hasta que te canses. Como
dicen en Kong, un hombre va a la guerra buscando algo. Si ya lo
hubieras encontrado no seguirías jugando al poker. Pero como para
ese puto juego de lelos necesitas rivales me ofrezco alegremente.
Yo lo que se encuentra en la guerra ya
lo encontré hace mucho tiempo, por eso he vuelto a casa con mi
familia a cuidar del jardín y a comer tarta de manzana. Y nada, que
esto también tiene lo suyo, ya querría yo ver al Viet Cong
enfrentándose a mi madre.