jueves, 10 de agosto de 2017

Eddie

Eddie es una película de Whoopi Goldberg, que ahora que lo pienso tiene un apellido judío. ¿No es Goldberg un apellido judío?


Las películas de Whoopi Goldberg son un género en sí mismo. Da igual si son comedias, dramas o acción, en el momento que aparece Whoopi Goldberg aunque sea en un papel secundario la película instantáneamente se convierte en una película de Whoopi Goldberg.

Tal magnetismo está al servicio de muy pocos. Como ejemplo patrio se me ocurre Chiquito de la Calzada, que da igual si lo que dice tiene gracia o no, como lo ha dicho Chiquito es genial, una joya del humor. Chiquito tiene gracia en sí mismo, emite luz haga lo que haga. La gracia está en que ha dicho mariquitarl en vez de mariquita.


Esa gracia última, amorfa, es la que entiendo que es más interesante. Esa gracia es el núcleo del planeta, pura entropía, pura potencia. Es una fábrica de fuegos artificiales que no tiene un plan preestablecido, simplemente la fábrica funciona y de ella aparecen luces majestuosas que nos elevan. El día que la inteligencia artificial tenga este tipo de posibilidades creeré en ella.

Hay cosas que no se pueden programar, por mucho que le duela a Silicon Valley. Hay cosas que son mágicas, más allá de la mente. La creencia en que la mente es capaz de solucionarlo todo es tan ingenua como la de que una mano se puede agarrar a sí misma. Tener tanta fe en la mente es como tener fe en el hacha en vez de en el leñador.


¿En qué tienes más fe, en un hacha supersónica en manos de inútiles o en un hachita discreta en manos de profesionales? Yo en lo segundo. Si tienes buenos profesionales siempre puedes mejorar el hacha, pero si tienes inútiles en tu equipo me temo que ni un hacha de doble filo de los enanos de El Señor de los Anillos podrá desfacer el entuerto.

Hoy en día podemos ir a Marte en autobús pero eso de encontrarnos al vecino en el ascensor no lo sabemos llevar bien. El vecino es gilipollas. Mira qué chanclas lleva. ¡Pues hasta el tercero con él que me tengo que subir, porque este vive en el tercero, si no recuerdo mal!


Creo que si lográsemos cavar hasta ese núcleo último de los demás desaparecerían nuestras ansias de conquistar planetas. Si llegásemos a esa veta nos daríamos cuenta de que ahí está todo lo que estamos buscando. Buscamos el Cielo mirando hacia arriba pero hacia donde deberíamos mirar es hacia dentro.

Pero como este trabajo sí que es difícil, no hacer cohetes, lo que hacemos es cohetes, porque es más fácil. Siempre dejamos lo difícil para el final, aunque no sea matemáticamente eficiente. Será, por tanto, porque la eficiencia matemática es un camelo. No responde a las necesidades reales. Por tanto el camino no puede ser la eficiencia matemática. Piensa todo lo que quieras pero no podrás hallar una ecuación que demuestre científicamente por qué Chiquito tiene tanta gracia.