¿De qué sería cada uno capaz si
llegase el momento de las condiciones más extremas? Eso es lo que
explora Peter Bagge en la muy buena novela gráfica Apocalipsis
Friki.
Cada uno quedaría retratado,
naturalmente. Este miró por el grupo y este otro miró por sí
mismo. Así que cuando vuelva la civilización a estar en pie ya
sabremos las cartas que lleva cada uno. Así no cometeremos los
errores que nos llevaron a las condiciones más extremas.
Las pruebas de fuego son una cosa como
muy incómoda pero a mi generación le han venido bien. Nosotros
nacimos en la cima de una civilización en la que no había que hacer
nada de especial y echábamos de menos un poco de acción. ¡Bien!
Pues nos tocó el gordo, estarás de acuerdo conmigo.
Gracias a que las condiciones eran
duras hemos podido descubrir de qué pasta estábamos hechos cada
uno. Ya no son necesarias las pelis de Marvel para saber qué clase
de superhéroe somos, o si lo somos en realidad. La más exacerbada
de las películas de ciencia ficción la hemos vivido en nuestras
carnes. Ahora ya da igual que si Green Hornet o que si Supergirl.
Ahora tenemos nuestra propia imaginería superheroica, de nuestro
puño y letra. Stan Lee ya no es imprescindible.
Si la ficción ya no es necesaria
porque el costumbrismo se ha convertido en novela de aventuras ¿qué
será de ese género? Yo ahora cuando veo películas no pienso en lo
que haría yo si cayese un autobús sobre los inocentes ciudadanos de
Gotham, pienso en lo que hice cuando cayó un autobús sobre los
inocentes ciudadanos de Gotham. Hay que reconocer que es un paso
adelante, ¿no? UPA.
Tiene sentido que una civilización que
no permitía explorar nuestro verdadero potencial estaba destinada a
derrumbarse. Aquello que nos protegía a la vez nos ahogaba. Es una
cosa como muy de psicología de primer curso pero para ser una
cuestión tan fácil se le ha dado muchas vueltas. Pues no sé para
qué tantas, porque la clave te la acabo de decir yo hace un
momentito.
Ya me dirás tú qué le tiene que
enseñar Hulk a un autónomo. Pues poca cosa. Yo creo que en un
combate entre Hulk y el vendedor de cursos de coach ganaría el
vendedor de cursos de coach. Hulk mucho ruido y pocas nueces, y el
vendedor de cursos de coach al revés.
Ya me gustaría ver a Hulk poniéndose
cada día un traje ni demasiado serio ni demasiado casual para ir a
visitar clientes de la más rancia España. Hulk perdería la cabeza
a los cuatro o cinco portazos mientras que el vendedor de cursos de
coach va por los quinientos portazos. Y el tío sigue, no te creas
que para. Hulk habría hecho downgrade en el profesor Bruce Banner y
hubiera vuelto a la universidad al calor de una subvención.
Por eso te digo que la cosa, en
perspectiva, ha molado bastante. Tengo ganas de que llegue ese
momento en el que se mira hacia atrás y uno ve sus conquistas
orgulloso. ¡Ay, qué claro se ve todo desde esta colina! Voy a
tumbarme.