jueves, 3 de agosto de 2017

Super Mario History – 1985 – 2010

Yo me compré el HIStory de Michael Jackson y para un niño como yo por aquel entonces el espectáculo de celebración de sí mismo por parte del cantante en el álbum me dejó noqueado. Yo fui educado, como todo el mundo, en la cultura de que el darse importancia es malo.


¿Es malo? Sí y no. Si lo haces con inocencia no, si lo haces para quedar por encima de los demás sí. Cuando yo digo con toda la cara “soy la polla con cebollines caramelizados” (pongamos por caso) me pongo suficientemente en evidencia como para que tú puedas reírte de mi con gran carcajada si te apetece. Es un trato justo.

Sin embargo si digo que soy la polla tú te ríes y me enfado mucho contigo ya mal. ¡Hombre! ¿Qué te has creído? ¿Qué coño es esto? Una cosa es una broma y otra que te lo creas en serio, imbécil. Anda, vete a la esquina de pensar que te hace mucha, mucha falta.


Supongo que la egolatría millennial es una reacción normal de chicos jóvenes en una cultura en la que la constricción del valor personal es quizás demasiado estricta. Vamos todos por la vida con la cabeza agachada, estilo gallego, y los jóvenes ven, con razón, que eso es una tontería además de una impostura. Esto es más evidente en personas que tienen formas humildes pero sus actos revelan una soberbia espantosa.

Así que su forma de evidenciar el problema es disfrazarse de Modelitos Martel, luchador de wrestling americano descacharrante por ser vanidoso a la enésima. Lo sé porque yo lo he hecho, y si yo lo he hecho imagino que algún chaval más joven que yo también habrá pillado el truco.


La humildad es ser como tú eres, ni mejor ni peor. Sé que concepto tan denso es quizás muy complejo para un insecto como tú, pero te insto a que te exprimas tu ridículo cerebro a ver si sacamos un poquito de zumo de inteligencia para variar. ¿Ves? Este es el rollo.

¿Más soberbios que me gustan? El Tío Gilito, obsesionado con el dinero hasta el punto de hacerse una piscina de monedas. Anton Ego, el crítico culinario de Ratatouille, que no es más que un niño incomprendido en un mundo de personas vulgares. Y más recientemente Bebé Jefazo por motivos evidentes.


Super Mario de soberbio no tiene nada, encarna todo lo contrario. Pero como es tan perfecto aburre un poco y aparece Sonic a supervelocidad. Sonic es respondón y chulito y eso mola. No hay que darle vueltas a algo tan facilón.

Qué complicado es eso de los personajes de ficción, ¿eh? Cada uno tiene un trocito de nuestra alma y hay que juntar todas las piezas. Bueno, tiempo tenemos. ¿No? ¿Quieres salir del trabajo antes de tu hora? Uy, qué mal rollo de empleado. Mira Gómez, 18 horas al día y me chupa la polla constantemente. ¡Qué bueno eres, Gómez!