La vida en la urbe se parece mucho a la
vida en la naturaleza; cada poco tiempo aparece una seta insólita,
que merece la pena recoger y estudiar. Hoy ese papel estelar tiene el
honor de representarlo Hyp Cola.
Hyp Cola es un refresco de cola barato,
50 céntimos. Viene en envase de plástico, no en lata, y sabe como
el líquido que queda al final en los Flashes de cola. ¿Merece la
pena echarse al gaznate un trago de Hyp Cola? Bueno... ¿Por qué no?
Cosas más raras me he echado yo al gaznate.
La verdad es que no me la pude
terminar, te seré sincero, mi curioso lector. Me gusta tener una
opción de cola de baja calidad para cuando no te apetece paladear el
sublime sabor a cola de una Coca-Cola normal, pero vamos, que no me
la pude terminar, no. Sabe a aguachirri, te hincha el estómago a
cambio de nada. Aún con todo creo que Hyp Cola debe tener un espacio
en el lineal. Cuando digo lineal digo el refrigerador de los chinos.
La crisis tuvo lugar porque no dejamos
espacio en el lineal para Hyp Cola. ¡Qué soberbios fuimos! Creímos
que las clases altas, intelectualmente superiores, no debíamos
mezclarnos con las clases bajas, intelectualmente inferiores. Como
ocurrió cuando lo de la Torre de Babel, Dios nos quiso dar una
lección derribando nuestro edificio osado.
Siempre flipo con que nos resulte más
fácil llevar un Tesla a Marte que llevarnos bien con el idiota
infame de nuestro vecino. Podríamos decir que la técnica la tenemos
dominada: los drones reparten paquetes de compresas y los coches
conducen solos mientras nos hacemos una paja al resguardo de unos
cristales tintados.
Sin embargo lo de entendernos con el
tarugo de nuestro vecino ya no. ¡Es tan tarugo...! Mejor dedicarnos
a fabricar robots que piensan, sienten, aman, antes de intentar que
nuestro vecino sienta, piense, ame. Mejor crear una nueva raza de
silicio que intentar arreglar la raza basada en el carbono de la que
disponemos actualmente.
Yo más no me he podido esforzar. Y
admito que he conseguido éxitos bastante elocuentes educando a las
razas inferiores que parasitan nuestro mundo. ¡Pero ya está bien!
Ahora te toca a ti, mi vaguísimo lector. Ponte tú un poquito porque
Juan necesita dedicarse un poco a sí mismo. Recuerda: si cae Juan
caemos todos. Así que tú verás.
Que Hyp Cola te sirva de ejemplo, mi
estirado lector, para entender que hasta la mierda más vomitiva
tiene una razón de ser. Descubrirla es tu trabajo, lector
tiquismiquis, y no estar ahí enredando con el puto Google Maps que
se te va a quedar cara de televisor. ¡Pregúntale la calle a
alguien, hombre! Las viejas están deseando hablar con gente.
¿No admiras a Juan porque saque
reflexiones tan brillantes de una cola barata? Yo muchísimo.