He aquí una bebida que no se anda por
las ramas: Toro Loco. ¡Qué sonoro! “Toro Loco”. Te pone el
encefalograma en stand by, qué gustito.
Yo no le pongo letra al himno de
España, como Marta Sánchez, pero aprecio las cosas de nuestra
tierra. Dicho sea de paso, si yo pusiese letra al himno me llevarían
a hombros fachas y rojos y en este puto país no habría una sola
pelea nunca más. Pero como las peleas a la española también me
gustan mucho paso de todo.
Esta bebida energética tiene acabado
en mate, no en brillo, como las fotos interesantes. Antiguamente,
cuando revelabas tus fotos, te daban a elegir si preferías brillo o
mate. Si eras una persona normal elegías brillo, si eras una persona
cool y con aspiraciones en la vida elegías mate.
De postre, abajo de la lata pone
“Dinamita”. ¡Dinamita! ¡Otra palabra supersonora! No se me
ocurre una palabra que hable mejor de la esencia de una bebida
energética que la palabra “Dinamita”. Comprar una unidad de Toro
Loco te recarga las pilas bakalas, te recuerda de dónde vienes y,
por tanto, hacia dónde vas.
Si eres insultantemente joven quizás
no sepas lo que es el bakalao. El bakalao era, en resumidas cuentas,
música techno española. Hay quién habla de techno oscuro, pero el
bakalao era techno de la caverna, con una percusión muy troglodita.
El bakalao tenía ese toque a derecha radical, que todo lo arregla
con un garrotazo. Una cosa muy nuestra.
Me temo que no se puede acabar con la
derecha radical ni con la izquierda radical. Es como intentar acabar
con el carbono o el manganeso, una mala idea. Derecha radical e
izquierda radical son dos caras de la misma moneda, dos posturas
naturales que se equilibran la una a la otra. No te estoy diciendo
que me apetezca que me den una paliza unos skins o que me pongan una
bomba lapa debajo del coche, lo que digo es que las cosas están para
gestionarlas, no para pretender que no existen o no deben existir.
¡Cómo me gustaría poder acabar
unilateralmente con todo lo que no le gusta a mi caprichoso ombligo!
Me gustaría tanto como a cualquiera de vosotros. Sin embargo hay
peña que si no encuentra su sitio en el mundo lo busca a golpe de
burradas. Por eso si eres de derechas te aconsejo que intentes
comprender mejor a los otros y viceversa.
Yo, que soy de izquierdas, me he
molestado en comprender a los de derechas. Son así chavales menos
avanzados, menos sofisticados, pero buenos de corazón. Los de
derechas me recuerdan cada día más a los gays, muchachos que tienen
una sensibilidad que la sociedad no abraza. ¿Debemos exterminar a
gays y fachas? ¡Por Dios, no! Debemos ponerles un vestido rosa y
llamarles por su nombre pero en femenino. Si es Pepe, Pepa. Si es
Julián, Juliana. Y así.
Como veis, resolver conflictos
aparentemente complicadísimos es tan sencillo que yo ni me molesto.
Yo ya he hecho el trabajo en mi entorno cercano, así que si los
demás no saben resolverlos en su entorno yo no me meto. A veces lo
mejor que puedes hacer por los demás es dejar que aprendan solos.
¡Pues hala, chavales! A ver cómo salís de esta.