viernes, 23 de febrero de 2018

Tentación en Manhattan


Esta peli está protagonizada por una de las tres caracaballos más guapas del mundo junto con Barbra Streisand y Nathalie Seseña.


Además, pone que está dirigida por el mismo de El diablo viste de Prada y 29 vestidos. La primera me parece que está bien, la digiero sin demasiados problemas, y la segunda me horrorizó. ¿Tendría algo que ver que la vi en el cine con una poligonera que conocí en el Badoo? Pues puede ser.

Soy muy amante de lo retro, por eso para conocer gente todavía tiro de IRC (Internet Relay Chat). Meterme en Tinder, no sé, me haría sentir como un hipster más. Y yo, de ser hipster, no soy uno más, precisamente.


Como creador de toda moda que existe, me repugna bastante seguirlas. Yo creo una moda, os la entrego a vosotros, sucios simios, y sigo mi camino. Me gusta daros cosas que os hagan avanzar en la existencia pero no me gusta mezclarme con vosotros porque me dais asco. A mi me gusta rodearme de gente suficientemente buena, escogida cuidadosamente.

¿Qué ha de tener alguien para tener permiso para acercarse a mi? Os sorprenderá, pero sólo me rodeo de gente buena. No, no de gente con talento. De gente buena, de buenas personas. El talento es una tontería, cualquier buena persona tiene talento pero no al revés. Por ejemplo, no dejaría que Cristiano Ronaldo se acercase a menos de 3 kilómetros de mi.


Si crees que tienes talento pero haces cosas malas tengo que decirte que en realidad no tienes talento alguno. El talento, si no sirve al bien, en el mejor de los casos es ingenio. Del mismo modo, si usas un cuchillo para matar en vez de para cortar el pan no esperes que te llame “experto cocinero”. Te llamaré asesino.

Para elegir a las personas me tomo muchísimo más tiempo que para elegir la fruta. La fruta la elijo en un pis pas, pero a las personas las palpo durante mucho rato. Toco, toco, para ver si el sujeto está suficientemente maduro pero no pocho. Como los aguacates, las personas es mejor que pequen de inmaduras que de pochas.


Y este es un poco el rollo de Juan. ¿Sorprendido? No entiendo por qué. Admite que ya sospechabas que Juan era superguay. ¿Que no imaginabas que tanto? Pues también tienes razón. En ese sentido es normal que te sorprendas.

Por supuesto, por supuesto que puedes hacerme una reverencia. ¡Cómo no! Los superiores debemos daros caprichitos a los inferiores, por supuesto que sí.