sábado, 14 de octubre de 2017

Rayman 3 – Hoodlum Havoc

Rayman es un videojuego francés, por lo tanto tiene gracia pero no mucha.


Cuando juegas a Rayman te asalta una sensación tenue de quiero y no puedo. Ves que esta gente se ha esforzado en escribir líneas simpáticas, graciosas. Pero nunca te ríes con las tripas, nunca llegas a la carcajada. Te ríes un poco en plan premio de consolación, como entendiendo que lo han intentado y tampoco es plan de contestarles con una cara completamente seca.

Es como una serie de dibujos animados francesa, como Lady Bug. Estás más pendiente de quitarle faltas que de disfrutarla porque, bueno, es francesa. Bastante que se han echado al monte y han intentado hacer una serie de dibujos. Si eres demasiado crítico igual les hundes la moral y acabas con toda la industria de animación francesa.


Saber establecer dónde está la línea divisoria entre la crítica y el sadismo es una cualidad que separa, a la vez, a los grandes de los pequeños. Si nunca criticas nada la gente no mejora, pero si te pasas los hundes. Tienes que tener una mano izquierda que ni Felipe González para hacer las cosas pero sin herir las tiernas sensibilidades de la plebe.

Definitivamente, ser líder es un trabajo que no está pagado. Te rompes la espalda para que unos tragaldabas en vez de un 3 saquen un 4. No quiero ni pensar lo que debe de ser tener un hijo tonto. Te esfuerzas, le compras una guitarra eléctrica, le apuntas al campamento de fútbol. Le das cariño, le animas. Pero nada, el chico es tonto. No le des más vueltas, es tonto. Nunca lo va a conseguir. La putada es que es hijo tuyo.


¿Cuándo es hora de aceptar que este inepto, este trozo de carne con ojos, es un lastre para el desarrollo? ¿Cuándo el corazón es suficientemente duro como para abandonar a un pelele a su suerte? ¿Es posible esto, acaso? ¿Tienen los tontos suerte de que los listos, además de listos, seamos buenos?

Según mi experiencia personal, la única guía para esta labor tan delicada es tu conciencia. Si en conciencia sientes que no has hecho todo lo posible por un tonto, al abandonarlo te vas a sentir mal por dentro. Sin embargo si lo que sientes es que has hecho todo lo posible, pero el pobre diablo no tira porque no llega al nivel, aunque sea doloroso el abandono del tuercebotas, no te carcome las entrañas.


¿Qué será de este, qué será de aquel? Nadie lo sabe porque es un patán. Puede aparecer inconsciente en una playa de Indonesia o puedes encontrártelo en la cárcel La Modelo de Barcelona. Todo es puramente estocástico, la estupidez no sigue ningún patrón. La estupidez es como materia en descomposición, su destino es un agujero negro. Los agujeros negros son los retretes del universo, por ahí se va todo lo que ya no le sirve al Orden Divino.

En estos tiempos en los que el reciclaje es religión cuesta mucho tirar nada. ¿Pero realmente hay que reciclarlo todo? Eso me pregunto yo.