martes, 31 de octubre de 2017

Doom (Versión Extendida)

Como soy un cerebrito que traga y digiere youtubes de videojuegos como pipas, sé por qué Doom se llama Doom.


El nombre se lo puso John Carmack, el creador del motor gráfico revolucionario que, siendo 2D, parecía 3D. Parece ser que a Tom Cruise en El Color del Dinero le preguntan qué tiene ahí guardado; él saca un taco de billar y contesta “doom”. A John le pareció que eso era el videojuego con respecto al mercado de aquel momento. Doom, la perdición, el apocalipsis. La polla, vamos. Él creía que el videojuego era la polla, en resumidas cuentas.

John Carmack en su juventud fue diagnosticado de cierta psicopatía; se diagnosticó que John no tenía empatía por sus semejantes y que para él no eran más que piezas para conseguir sus objetivos. Esto también lo sé por ver muchos youtubes.


Los cerebritos, como todos, podemos caer en la tentación de apoyarnos en nuestro punto fuerte para castigar el débil del resto. Como ya sabemos todos, el sufrimiento lleva al Lado Oscuro, con lo que uno piensa que lo mejor es sufrir poco. Así no tendremos la tentación de pasarnos al Lado Oscuro y todo irá estupendamente bien.

Gandalf en El Hobbit contradice a Saruman acerca de la receta para mantener al mal a raya. Saruman aboga por complicadas fórmulas mientras que Gandalf cree que los sencillos gestos de amor son los que hacen que la oscuridad desaparezca. Estoy de acuerdo con Gandalf porque la solución siempre suele ser el movimiento más sencillo, como asevera La Navaja de Ockham.


¡Qué perdidos debemos estar los humanos para hablar tanto de algo que debería estar asumido hace mucho! Consumimos decenas de tardes discutiendo la manera de que las cosas vayan bien en vez de mal. ¿De verdad no se te ocurre ninguna manera sin embarcarte en larguísimas disquisiciones?

La oscuridad debe de ser un invento humano, ya que si vamos donde no hay humanos reina la armonía. Vas al bosque y todo es perfecto. Sin embargo en la Gran Vía todo es un caos, no hay quién vaya en coche por esa calle. ¿Cómo puede ser? Uno opta por pensar que todos los males del mundo no son más que un error de percepción o interpretación, por tanto.


¿Qué idea se te ha ocurrido tan terrorífica como para pensar que sobre la faz de la Tierra existe algo imperfecto? ¿No será, borrico, que el tonto eres tú? ¿No será que no has sabido ver la exquisitez en cada rincón? Da igual que lo que se te muestre sea la quintaesencia de lo divino, tú sigues empeñado en ver problemas donde no los hay. Por tanto no hace falta ser un genio para ver que eres tonto de capirote.

En el mundo no hay problema alguno, los problemas están todos en tu cabeza. Y, en arreglo a esa locura más o menos severa, tú te mueves por el mundo perfecto. ¿No deberías dejar de señalar a los demás cuando el problema está en que no entiendes las cosas? Haz un esfuerzo, mameluco.