A veces a uno le apetece sentirse un
hombre, sin muchos líos. No estar repeinándome el flequillo o
poniéndome este complemento aquí o allá. Para este cometido no hay
nada mejor que las prendas Abanderado.
Las prendas Abanderado son sobrias y
funcionales, algo muy masculino. En estos tiempos hay tantos adornos
que uno está con sobredosis de azúcar. Todo tiene vivos colorines y
sonrisas pintadas encima. Antiguamente era todo lo contrario, por eso
los guays luchamos por esas sonrisas. Ahora que las sonrisas están
instauradas hay que hacer hincapié en el otro lado de la balanza,
para que todo vaya fetén.
Supongo que ya hasta el más garrulo de
tus compañeros de colegio lleva pantalones pitillo. Se perfuma con
perfumes franceses y se echa talco en su culito lleno de pelos. Al
guay de pura raza no le molesta una cosa o la otra, le molesta la
impostura. Antiguamente ir tan de machos era de impostores, no hacía
falta ir tan de machos. Ahora la impostura es ir tan de fino, tampoco
hace falta. Por eso ahora la compra guay es Abanderado y no Mr.
Wonderful.
Cuando el equilibrio retorne a la
Fuerza lo guay volverán a ser los discos de Elefant. Pero como ahora
los tiempos están como están (o eres un hotentote o eres un
pitiminí chiquiminí) pues yo creo que es mejor comprar Abanderado
que un disco de La Casa Azul. Aunque soy megafan de Guille Milkyway.
Nothing personal, Guillermo. Pura modernidad, nada más.
Qué difícil es la modernidad, ¿eh?
No es esto o lo otro, es una música. A veces esa música se concreta
en un disco de Astrud y otras veces se concreta en un 4X4 Lada.
Diferenciar las notas más allá de las burdas formas es lo que nos
distingue a los putos cracks de los amateurs tuercebotas. Dicho con
todo el cariño, naturalmente que sí.
Si quieres ser moderno tienes que
escuchar la música. La música está en el aire, en el run-run de
las escaleras mecánicas, en las sensaciones que te transmite la
gente al pasar por tu lado. Todas las vibraciones del ambiente
componen lo que se conoce como zeitgeist, el espíritu de los
tiempos. La modernidad es el instrumento que hace que la orquesta
avance y no se quede en un bucle sin fin.
¿Ves qué importante es ser moderno?
Es crucial, es el trabajo más importante de todos. Gracias a que yo
soy moderno tú puedes ir dándote cuenta de que el detergente que
compras quizás ya no esté acorde con la música que suena a nuestro
alrededor. Puedes poner tus barbas a remojar porque ves que las mías
ya me las he pelado.
Yo, como todo, también transmito una
música. En esta música están cifradas todas las acciones que tú
tienes que llevar a cabo para encontrar la salida a lo que
aparentemente no la tiene. ¿Nos comunicamos, por tanto, por
telepatía? Yo creo que sí. Yo no digo esto o aquello pero tú
entiendes lo que quiero decir. ¿Qué es, sino, la telepatía?
La telepatía es lo que nos hace
reconocernos a los modernos. Cuando se cruza en nuestro camino otro
moderno ocurren cosas. Deberías rezar para que nos crucemos unos
cuantos, a ver si te logramos sacar de este laberinto de ratones.