Si eres viejo y tienes buen gusto o
eres joven pero tienes buen gusto y curiosidad conocerás La Abadía
del Crimen, obra cumbre de forma indiscutible del software español.
La Abadía del Crimen es quizás el mejor juego hecho nunca en
España, con permiso de Commandos o RiME. Aunque yo creo que
concederían el permiso sin dudarlo un segundo.
Su creador principal, Paco Menéndez,
para más inri, se suicidó. O sea, como Kurt Cobain, Robin Williams
o Michael Jackson. El típico genio creativo que no puede soportar el
peso de este mundo bárbaro y se siega la vida. Y es que La Abadía
del Crimen era un juego superlativo, algo que el hombre corriente de
la época no podía alcanzar ni con una pértiga. Hacía falta el
nivel supremo de Paco Menéndez para perpetrar algo así.
Yo jugué a La Abadía del Crimen con
mi amigo Javier en su Amstrad de monitor monocromo, con ese verde
rana que a mi tanto me gustaba. Aunque yo creo que no completamos ni
el 40% del juego vivimos una aventura fabulosa acojonándonos cuando
explorábamos la abadía por la noche. Definitivamente La Abadía del
Crimen era otro nivel, Maribel.
Lo de que Paco Menéndez se suicidara
me jode. Parece que siempre se tienen que suicidar los buenos. ¿Por
qué no armamos un ambiente en el que los que tengan ganas de
suicidarse sean los malos? Yo creo que es algo muy fácil de hacer,
basta con cambiar las vibraciones del ambiente. En vez de unas
vibraciones violentas basta con establecer unas vibraciones
armónicas. En ese ambiente los malos no pueden sobrevivir y se
suicidan. No les quedan más pelotas. ¿Por qué no hacemos eso?
No es ninguna dificultad, basta con que
los buenos funcionemos como nos sale de natural. A ese nivel de
exquisitez los malos no pueden llegar e irán quedando apartados de
la sociedad poco a poco, imperceptible pero inexorablemente. Cuando
se quieran dar cuenta vivirán en un ambiente en el que la alegría y
el respeto por los demás son la única moneda de cambio y se
dirigirán corriendo al Puente de Segovia a arrojarse al vacío ya
que sus oportunidades de medrar habrán desaparecido.
Con este método además se ahorra una
barbaridad de dinero porque no hay que hacer nada; no hay que
perseguir a nadie, no hay que montar complejos sistemas. Basta con
que los buenos seamos como somos, que ante todo es algo que es
gratis. Entre nosotros se crearán vínculos basados en la sencilla
afabilidad, no en la oficial, tipo Mr. Wonderful. Los buenos somos
buenos de natural, no porque lo ponga en una taza. Por tanto por
nuestra naturaleza armaremos una matriz de pensamiento hostil para
los malos, en cualquier forma.
¿No es mi método estupendo? Como soy
muy avaro me gusta sobre todo porque es gratis. Hablando como
creativo me parece genial por su simplicidad. Y hablando como
Illuminati me gusta por ser retorcido e implacable. Yo creo que Paco
Menéndez me felicitaría por haber alcanzado una forma de pensar tan
compleja y tan sencilla a la vez, como su forma de programar.
Después de todo mi método es una
programación social, que no es más que una programación para los
que somos más de letras. Cambiando el programa social para que por
pura inercia ganemos los buenos y pierdan los malos lograremos
grandes avances para la humanidad, requisito sine qua non para que
hoy en día una startup reciba financiación bancaria y crédito
ciudadano. Bien, mi startup no requiere financiación alguna y lo
arreglaría absolutamente todo. ¿Quién va a ser el primero en
aplaudir? Espero que Kurt Cobain, desde El Más Allá.
¿No es este el verdadero fallo? No
faltan apps, no faltan viajes a la luna. Faltan unas normas que
inclinen la balanza para el lado del bien y no del mal. Querido
amigo, si tienes inquietudes creativas recuerda mi consejo: tienes
que solucionar el problema de raíz. Si no sólo conseguirás
progresos cosméticos. ¡Hazme caso, oh, pensador!