viernes, 15 de septiembre de 2017

Windows XP Home Edition

XP significa “experience”. Windows XP fue concebido como una auténtica experience por parte de Microsoft. Microsoft quiso que con su flamante sistema operativo sintiésemos una experience como ninguna antes habíamos vivido.


Pues debe ser que lo consiguió, porque aún a día de hoy Windows XP sigue siendo uno de los sistemas operativos preferidos de los usuarios con permiso de Windows 7. En Windows XP las cosas simplemente funcionaban y no había un montón de adornos innecesarios que entorpeciesen la usabilidad. Windows XP fue el último de los sistemas operativos que simplemente eran eso. ¿Queda sitio hoy en día para la simplicidad?

Quedar queda, pero la gente está demasiado deslumbrada por cosas que no llevan a ninguna parte. Los avances tecnológicos han dejado de tener una utilidad real. Hoy con WhatsApp y correo electrónico ya no hace falta nada más. Todo lo demás son adornos para una vida que ha cambiado mucho menos de lo que nos quieren vender.


La vida sigue siendo como siempre ha sido y como siempre será. Los problemas siempre son los mismos: tener a la familia unida, tener unos amigos no del todo insoportables y pasar el día lo menos mal posible. ¿Hemos llegado a tocar el cielo para darnos cuenta de que la jornada era 100% yerma? Pues claro que sí, pero para que nos diésemos cuenta de lo que teníamos ha hecho falta que rizásemos el rizo hasta el paroxismo.

A nadie le importa tener la última app porque el verdadero problema es que últimamente la vida es una mierda: cuatro jetas lo han robado todo y nos hemos quedado con cara de tontos. Hay mucha tensión en el ambiente y nadie se fía de nadie. Esto se ha convertido en una distopía ciberpunk y nadie acierta a encontrar la salida. Nadie ha pensado que si una partida deja de molar se hace reset y santas pascuas. La gente ha confundido la partida que jugamos con la vida real.


¿Por qué la gente no deja la partida? Porque está demasiado cargado de deudas, emocionales o económicas. Uno ahora no puede dejar el camino que ha tomado porque para tomarlo tuvo que joder a Jorgito. Así que si dejas el camino tendrías que volver donde Jorgito y pedirle perdón. Y eso es un palo infumable, prefiero seguir sufriendo como un animal antes de pasar por ese trance. Para ganar tendría que reconocer que he perdido. Muy poca gente es suficientemente grande para hacer eso.

Por tanto hoy el éxito no se mide por el número de apps que tengas en tu smartphone sino por la grandeza interior que atesores. Si eres interiormente grande eres libre porque puedes llegar donde Jorgito, pedirle perdón y que toda esta mierda acabe. Pero como no tienes fuerza para tal hazaña sigues en la rueda de hámster. ¿No es el sistema encantador? Como poco tierno.


¿Cómo acabará esto? Yo descojonándome, naturalmente. No hay nada más descojonante que ver a un tío que ha ido de guay volver con el rabo entre las piernas. Y lo mejor de todo es que eso va a pasar sí o sí, porque al colega se le han acabado las salidas. Eso de las apps ya es demasiado evidente que no lleva a ninguna parte. Así que no le queda otra que volver con cara de cordero degollado.

Por eso hay que conservar una copia de Windows XP, porque todas estas modernidades que han llegado desde la muerte de Steve Jobs no valen para nada. Aquí el único que hizo algo por el mundo valiéndose de la tecnología fue Steve Jobs. Es resto se han limitado a copiarle. ¿Cuánto tardará el tolai en llegar con cara de cordero degollado a tu puerta? Sólo Steve Jobs lo sabe.