XP significa “experience”. Windows
XP fue concebido como una auténtica experience por parte de
Microsoft. Microsoft quiso que con su flamante sistema operativo
sintiésemos una experience como ninguna antes habíamos vivido.
Pues debe ser que lo consiguió, porque
aún a día de hoy Windows XP sigue siendo uno de los sistemas
operativos preferidos de los usuarios con permiso de Windows 7. En
Windows XP las cosas simplemente funcionaban y no había un montón
de adornos innecesarios que entorpeciesen la usabilidad. Windows XP
fue el último de los sistemas operativos que simplemente eran eso.
¿Queda sitio hoy en día para la simplicidad?
Quedar queda, pero la gente está
demasiado deslumbrada por cosas que no llevan a ninguna parte. Los
avances tecnológicos han dejado de tener una utilidad real. Hoy con
WhatsApp y correo electrónico ya no hace falta nada más. Todo lo
demás son adornos para una vida que ha cambiado mucho menos de lo
que nos quieren vender.
La vida sigue siendo como siempre ha
sido y como siempre será. Los problemas siempre son los mismos:
tener a la familia unida, tener unos amigos no del todo insoportables
y pasar el día lo menos mal posible. ¿Hemos llegado a tocar el
cielo para darnos cuenta de que la jornada era 100% yerma? Pues claro
que sí, pero para que nos diésemos cuenta de lo que teníamos ha
hecho falta que rizásemos el rizo hasta el paroxismo.
A nadie le importa tener la última app
porque el verdadero problema es que últimamente la vida es una
mierda: cuatro jetas lo han robado todo y nos hemos quedado con cara
de tontos. Hay mucha tensión en el ambiente y nadie se fía de
nadie. Esto se ha convertido en una distopía ciberpunk y nadie
acierta a encontrar la salida. Nadie ha pensado que si una partida
deja de molar se hace reset y santas pascuas. La gente ha confundido
la partida que jugamos con la vida real.
¿Por qué la gente no deja la partida?
Porque está demasiado cargado de deudas, emocionales o económicas.
Uno ahora no puede dejar el camino que ha tomado porque para tomarlo
tuvo que joder a Jorgito. Así que si dejas el camino tendrías que
volver donde Jorgito y pedirle perdón. Y eso es un palo infumable,
prefiero seguir sufriendo como un animal antes de pasar por ese
trance. Para ganar tendría que reconocer que he perdido. Muy poca
gente es suficientemente grande para hacer eso.
Por tanto hoy el éxito no se mide por
el número de apps que tengas en tu smartphone sino por la grandeza
interior que atesores. Si eres interiormente grande eres libre porque
puedes llegar donde Jorgito, pedirle perdón y que toda esta mierda
acabe. Pero como no tienes fuerza para tal hazaña sigues en la rueda
de hámster. ¿No es el sistema encantador? Como poco tierno.
¿Cómo acabará esto? Yo
descojonándome, naturalmente. No hay nada más descojonante que ver
a un tío que ha ido de guay volver con el rabo entre las piernas. Y
lo mejor de todo es que eso va a pasar sí o sí, porque al colega se
le han acabado las salidas. Eso de las apps ya es demasiado evidente
que no lleva a ninguna parte. Así que no le queda otra que volver
con cara de cordero degollado.
Por eso hay que conservar una copia de
Windows XP, porque todas estas modernidades que han llegado desde la
muerte de Steve Jobs no valen para nada. Aquí el único que hizo
algo por el mundo valiéndose de la tecnología fue Steve Jobs. Es
resto se han limitado a copiarle. ¿Cuánto tardará el tolai en
llegar con cara de cordero degollado a tu puerta? Sólo Steve Jobs lo
sabe.