lunes, 18 de septiembre de 2017

Jurassic Park III

Volver a Jurassic Park es algo que si no te engañan para que lo hagas no lo haces. Es lo que tuvieron que hacer con Alan Grant para que volviese a poner los pies en la isla. Los señores Kirby le contaron una milonga para llevarle otra vez allí.


Alan Grant, cabreado, le soltó una hostia al señor Kirby. Normal. Imagínate que te hacen el lío y cuando te quieres dar cuenta estás en Jurassic Park. Pues sueltas una hostia. Normalísimo. Jurassic Park es un sitio peligrosísimo y si te meten en él lo lógico es que no respondas de tus actos.

La gente no cae en la cuenta de lo peligroso que es Jurassic Park. Por un capricho de un millonario Jurassic Park está lleno de dinosaurios enormes genéticamente modificados. Así contado suena fascinante pero cuando te ves cara a cara con un spinosaurus ya no te lo parece tanto. Lo que te parece es que el señor Kirby es un hijo de puta y que cuando nos libremos de este spinosaurus se va a enterar.


Sin embargo los señores Kirby hicieron lo que hicieron por una buena razón, buscar a su hijo perdido en la isla. El puto niño estaba haciendo parapente cerca de allí, algo salió mal y quedó varado en ella. Hay que ser gilipollas para hacer parapente cerca de Jurassic Park, por otro lado. Mira que hay sitios en el mundo para hacer parapente. Pues tú lo tienes que hacer al lado de Jurassic Park. La verdad es que casi te mereces haberte quedado varado en él, para que aprendas que el que juega con fuego se quema.

Jurassic Park es, efectivamente, El Mundo Perdido. En Jurassic Park el que manda no es un candoroso millennial, sino un colosal lagarto Juancho. El lagarto Juancho que reina en Jurassic Park no es que no respete a los millennials, es que se los come de un solo bocado, así, ñam. Los millennials saben mucho de redes sociales pero de supervivencia en El Mundo Perdido no saben ni el huevo. Se hacen caca en los pantalones. Pero caca, literal, de que se manchan.


Los millennials han hecho todo lo que han hecho no por ser muy listos sino por no enfrentarse al lagarto Juancho. Tal es el pánico que inspira Juancho que antes que acercarse a un kilómetro de él son capaces de hacer viajes a Marte para clase turista, como Elon Musk. Son capaces de hacer lo inimaginable antes de enfrentarse al verdadero problema, el lagarto Juancho.

El lagarto Juancho, naturalmente, está tan tranquilo porque mientras los millennials estén en Marte no andan molestando cerca de él. Al lagarto Juancho los millennials le molestan muchísimo porque sus voces son muy agudas y aquello que dicen, en cuanto rascas un poco, no son más que gilipolleces ridículas. Así que el lagarto Juancho está encantado con el brote de psicosis paranoide que vive en todo cerebro millennial.


Los millennials son así, son capaces de inventar algo complicadísimo sólo porque eso de salir a la calle les da miedo. En la calle las reglas son físicas y los millennials no dan pie con bola en ese estadio. Por tanto se han montado un mundo aparte y te quieren convencer, en su horripilante osadía, de que ese mundo es el bueno. Y tú, que estás sin curro, pues te lo crees. ¿Qué opción te queda?

Yo que tú me dejaría de inventos y me pondría a buscar al hijo de los señores Kirby, que es lo que hemos venido a hacer aquí, secuestrados o no. Venga, tú ves por allá y yo voy por aquí. Y, por el amor de Dios, dile a la señora Kirby que se calle. Este lugar es peligrosísimo. Nos está delatando, maldita sea.