Volver a Jurassic Park es algo que si
no te engañan para que lo hagas no lo haces. Es lo que tuvieron que
hacer con Alan Grant para que volviese a poner los pies en la isla.
Los señores Kirby le contaron una milonga para llevarle otra vez
allí.
Alan Grant, cabreado, le soltó una
hostia al señor Kirby. Normal. Imagínate que te hacen el lío y
cuando te quieres dar cuenta estás en Jurassic Park. Pues sueltas
una hostia. Normalísimo. Jurassic Park es un sitio peligrosísimo y
si te meten en él lo lógico es que no respondas de tus actos.
La gente no cae en la cuenta de lo
peligroso que es Jurassic Park. Por un capricho de un millonario
Jurassic Park está lleno de dinosaurios enormes genéticamente
modificados. Así contado suena fascinante pero cuando te ves cara a
cara con un spinosaurus ya no te lo parece tanto. Lo que te parece es
que el señor Kirby es un hijo de puta y que cuando nos libremos de
este spinosaurus se va a enterar.
Sin embargo los señores Kirby hicieron
lo que hicieron por una buena razón, buscar a su hijo perdido en la
isla. El puto niño estaba haciendo parapente cerca de allí, algo
salió mal y quedó varado en ella. Hay que ser gilipollas para hacer
parapente cerca de Jurassic Park, por otro lado. Mira que hay sitios
en el mundo para hacer parapente. Pues tú lo tienes que hacer al
lado de Jurassic Park. La verdad es que casi te mereces haberte
quedado varado en él, para que aprendas que el que juega con fuego
se quema.
Jurassic Park es, efectivamente, El
Mundo Perdido. En Jurassic Park el que manda no es un candoroso
millennial, sino un colosal lagarto Juancho. El lagarto Juancho que
reina en Jurassic Park no es que no respete a los millennials, es que
se los come de un solo bocado, así, ñam. Los millennials saben
mucho de redes sociales pero de supervivencia en El Mundo Perdido no
saben ni el huevo. Se hacen caca en los pantalones. Pero caca,
literal, de que se manchan.
Los millennials han hecho todo lo que
han hecho no por ser muy listos sino por no enfrentarse al lagarto
Juancho. Tal es el pánico que inspira Juancho que antes que
acercarse a un kilómetro de él son capaces de hacer viajes a Marte
para clase turista, como Elon Musk. Son capaces de hacer lo
inimaginable antes de enfrentarse al verdadero problema, el lagarto
Juancho.
El lagarto Juancho, naturalmente, está
tan tranquilo porque mientras los millennials estén en Marte no
andan molestando cerca de él. Al lagarto Juancho los millennials le
molestan muchísimo porque sus voces son muy agudas y aquello que
dicen, en cuanto rascas un poco, no son más que gilipolleces
ridículas. Así que el lagarto Juancho está encantado con el brote
de psicosis paranoide que vive en todo cerebro millennial.
Los millennials son así, son capaces
de inventar algo complicadísimo sólo porque eso de salir a la calle
les da miedo. En la calle las reglas son físicas y los millennials
no dan pie con bola en ese estadio. Por tanto se han montado un mundo
aparte y te quieren convencer, en su horripilante osadía, de que ese
mundo es el bueno. Y tú, que estás sin curro, pues te lo crees.
¿Qué opción te queda?
Yo que tú me dejaría de inventos y me
pondría a buscar al hijo de los señores Kirby, que es lo que hemos
venido a hacer aquí, secuestrados o no. Venga, tú ves por allá y
yo voy por aquí. Y, por el amor de Dios, dile a la señora Kirby que
se calle. Este lugar es peligrosísimo. Nos está delatando, maldita
sea.