¿Si guardas unos Donuts sin abrir
durante 20 años se pudrirán a pesar de estar envasados al vacío?
Voy a hacer la prueba, porque las ediciones limitadas están hechas
para almacenarlas en el armario hasta que se revaloricen.
Hoy los productos de consumo ya son
demasiado guays. Todo el mundo hace esas cosas con las que soñábamos
de pequeños pero los serios señores de empresa nunca hacían. Ahora
todo ha cambiado, esos señores serios ya no existen y lo que ahora
existe son señores que montan en monopatín y toman decisiones. ¿Y
sabes qué? Prefería a los otros.
En el momento que eres un señor de
empresa se te acabó el ser guay. No es por nada, pero ser un tío de
empresa e ir de guay es superloser. Es como ese puto señor mayor que
se trata de hacer el enrollado. Esos tíos eran el mal rollo
personificado, no hay nada más triste que un viejo “intentando
hablarte en tu idioma”.
Un señor mayor la gracia que tiene es
que es mayor. No te acercas a un señor mayor buscando un colega, te
acercas buscando justo lo contrario, porque colegas tienes de sobra y
son todos gilipollas. Lo que esperas de un señor mayor es que sepa
estar en su sitio y que quizás se te pegue a ti algo, porque yendo
con tus colegas no lo vas a conseguir ni de chiripa.
Si te acercas a un señor mayor
“jovencito” como los que hay hoy al principio fliparás con que
le gusten las mismas cosas que a ti. Pero al cabo de un par de horas
te empezarán a dar náuseas porque, horror, a este puto viejo le
gusta lo mismo que a ti. ¿Qué respeto te inspira eso? Pierdes la fe
en el futuro porque ves que va a ser igual que el presente sólo que
más arrugado.
A un señor mayor lo respetas por ese
gesto de desprecio hacia todo lo que no esté a la altura del buen
gusto, no lo respetas porque sepa jugar a Super Smash Bros. Ver a ese
señor te hace pensar que quizás haya una salida al rollo bananero
que tienes montado con tus amigos. Contemplarle te recuerda que hay
esperanza más allá de las cuatro chorradas de las que hablas cada
día.
Así que si un señor mayor está tan
perdido como para intentar caerte bien porque haga unos Donuts
Halloween dejas de respetarle. Te piensas que es un pelele intentando
complacer a los jóvenes, que todo el mundo sabe que son un mercado
pingüe, delicioso. Y este pollo ha intentando acercarse a ti
haciendo unos Donuts Halloween.
Los jóvenes de ahora son iguales que
los de siempre sólo que criados en un molde más amplio. Y yo
recuerdo que cuando salía por Moncloa no había nada más triste,
más repugnante que un puto viejo hablando con tu grupo de amigos en
un bar de copas. Pensabas que ese tío era muy patético porque
estaba hablando con unos niñatos en vez de estar en casa con su
mujer.
Pues ahora debe ser igual. Si ves a un
viejo intentando ir de guay contigo te da pena. Así que yo no sé si
estos Donuts Halloween me acaban de convencer.