Esta película trata de las aventuras y
desventuras que Orson Welles y su equipo pasan para rodar, producir y
sacar Ciudadano Kane, la considerada mejor película de la historia.
Orson era un joven descarado y
prepotente, por eso acababa peleado con todo productor que se
encontraba por medio. Los productores también tienen su corazoncito
y eso de que venga un chaval a decirles que son unos cantamañanas se
conoce que no lo deben llevar bien, digo yo.
¡Ay, el carácter del joven talentoso!
Tan apasionado, tan apisonador... Todos vamos por la vida así al
principio, eso de la paciencia no está hecho para un joven. Un joven
lo quiere todo y lo quiere ahora. Un joven no entiende que las cosas
lleven trabajo y que para conseguirlas no se puede pasar por encima
de los productores, por muy tontos del bote que sean o parezcan.
Por desgracia, además de conseguir
nuestros objetivos tenemos que sacarlos sin perjudicar al vecino. O
sea, la recaraba. Es una cosa complicadísima, es casi alquimia, por
eso la paciencia es tan importante. Uno no puede destilar esencia
exquisita si tiene prisas porque te puede estallar el matraz si no
andas con temple. Sin embargo como eres tan joven aprietas el
acelerador y te explota todo en los morros, por regla general.
¡No pasa nada, amigos imberbes! Es
perfectamente normal. El Tío Juan, Luz del Mundo, os entiende a las
mil maravillas. Al Tío Juan no es que le hayan estallado matraces,
es que le ha estallado el laboratorio entero. Y aquí estoy, con
apenas unas cicatrices que me hacen más sexy, si es que eso es
posible de algún modo.
No te digo que no haya pasado las de
Caín, lo que te digo es que pasar las de Caín también tiene su
cosa. O sea, que tú quieres hacer Ciudadano Kane o la nueva Apple sin
pasar las de Caín, dices. ¡Pues vas aviado, hijo! Pasar las de Caín
forma parte del entramado, que no podría ser más divertido, tengo
que subrayar.
Que ya sé que nos hemos criado en
época de bonanza, que ya. Que ya sé que chascábamos los dedos y
una cohorte de criados de Librea nos traían nuestros deseos en una
bandeja de plata purísima. Pero tienes que reconocer que aquello
tampoco molaba. Uno notaba cómo le engordaba el culo. Ahora también
se nota, pero al menos lo mueves y se pone zumbón.
En resumidas cuentas, amigo imberbe,
que no te preocupes porque los escollos se amontonen delante de ti
como piezas de Lego recién sacadas de la caja. Con tu pericia de
joven talentoso fulgurante las compondrás de tal modo que de
escombros se tornarán en escalera y podrás subir hacia tu destino
majestuoso.
¡Qué contemporáneo es todo lo que
cuento! ¡Qué oportuno! ¡Gloria a Juan!