miércoles, 29 de noviembre de 2017

Vacaciones en Familia

Esta película está protagonizada por Cedric The Entertainer. Lo pone como si yo debiese saber quién es, pero... Ni pajolera idea de quién es este señor, de verdad que lo siento.


Supongo que en Estados Unidos Cedric The Entertainer será tan conocido como aquí Jordi LP o el Señor Barragán, que puede permitirse aparecer en un cartel con su nombre artístico y que nadie diga nada. Es evidente que Cedric se ha ganado a pulso no tener que escribir meramente Cedric Smith.

A mi, francamente, un nombre artístico me parece un mote que en vez de ponértelo otros te lo has puesto tú mismo. A mi los motes no me gustan, así que si quieres picarme ya sabes la fórmula. Sin embargo soy justo: a los demás tampoco me dirijo por su mote sino por su nombre. Un mote me parece una falta de respeto grandecita, no sé.


A mi me gusta que se me conozca por mi nombre y mis dos apellidos. Mi nombre soy yo, mi primer apellido mi padre y el segundo mi madre. Aquí no falta ni sobra nada, así debe ser, ni más ni menos. Aquí lo importante soy yo y que yo honro a mi padre y a mi madre. Menos de esto me parece de pobres personas.

Es muy habitual haber sido víctima de un mote y de mayor ponerte ese mote a ti mismo como “nombre artístico” para que, antes de que te lo llamen los demás, llamártelo tú a ti. Es como comer mierda voluntariamente en vez de dejar que te la hagan comer los demás. No sé, no sé. Entiendo el razonamiento pero me parece bastante calzonazos.


A mi me han intentado sacar motes pero no han acabado de cuajar, debe ser porque cuando me llaman por un mote pongo cara de que no me está gustando mucho. No lo hago a voluntad, me sale solo. Es como cuando pasas demasiado cerca de un perro y notas que gruñe. No te acercas otra vez por si acaso. Es un poco así.

Sólo le permito que me llame por mote a un amigo, pero porque es demasiado tonto. Explicarle por qué no tiene que hacerlo sería un gasto de energía inútil, así que prefiero que sea ese perro que te llena la alfombra de babas, pero bueno, tampoco lo vas a sacrificar porque le conoces desde pequeño. El pobre no da para más.


Sin embargo, los motes tienen una cosa buena: te quitan los delirios de grandeza de un plumazo. No hay nada mejor que recordarle a Carlos, que ahora va de milhombres, que él no es el Señor Carlos pero ni mucho menos, él es Campillo porque de pequeño se meó encima en el campillo de donde las eras. Así que bájate un poco esos humos, Campillo.

Por eso yo tampoco inspiro mucho los motes, porque delirios de grandeza tengo pocos. Sexuales todos los que quieras, pero de grandeza...