Esta película está protagonizada por
Cedric The Entertainer. Lo pone como si yo debiese saber quién es,
pero... Ni pajolera idea de quién es este señor, de verdad que lo
siento.
Supongo que en Estados Unidos Cedric
The Entertainer será tan conocido como aquí Jordi LP o el Señor
Barragán, que puede permitirse aparecer en un cartel con su nombre
artístico y que nadie diga nada. Es evidente que Cedric se ha ganado
a pulso no tener que escribir meramente Cedric Smith.
A mi, francamente, un nombre artístico
me parece un mote que en vez de ponértelo otros te lo has puesto tú
mismo. A mi los motes no me gustan, así que si quieres picarme ya
sabes la fórmula. Sin embargo soy justo: a los demás tampoco me
dirijo por su mote sino por su nombre. Un mote me parece una falta de
respeto grandecita, no sé.
A mi me gusta que se me conozca por mi
nombre y mis dos apellidos. Mi nombre soy yo, mi primer apellido mi
padre y el segundo mi madre. Aquí no falta ni sobra nada, así debe
ser, ni más ni menos. Aquí lo importante soy yo y que yo honro a mi
padre y a mi madre. Menos de esto me parece de pobres personas.
Es muy habitual haber sido víctima de
un mote y de mayor ponerte ese mote a ti mismo como “nombre
artístico” para que, antes de que te lo llamen los demás,
llamártelo tú a ti. Es como comer mierda voluntariamente en vez de
dejar que te la hagan comer los demás. No sé, no sé. Entiendo el
razonamiento pero me parece bastante calzonazos.
A mi me han intentado sacar motes pero
no han acabado de cuajar, debe ser porque cuando me llaman por un
mote pongo cara de que no me está gustando mucho. No lo hago a
voluntad, me sale solo. Es como cuando pasas demasiado cerca de un
perro y notas que gruñe. No te acercas otra vez por si acaso. Es un
poco así.
Sólo le permito que me llame por mote
a un amigo, pero porque es demasiado tonto. Explicarle por qué no
tiene que hacerlo sería un gasto de energía inútil, así que
prefiero que sea ese perro que te llena la alfombra de babas, pero
bueno, tampoco lo vas a sacrificar porque le conoces desde pequeño.
El pobre no da para más.
Sin embargo, los motes tienen una cosa
buena: te quitan los delirios de grandeza de un plumazo. No hay nada
mejor que recordarle a Carlos, que ahora va de milhombres, que él no
es el Señor Carlos pero ni mucho menos, él es Campillo porque de
pequeño se meó encima en el campillo de donde las eras. Así que
bájate un poco esos humos, Campillo.
Por eso yo tampoco inspiro mucho los
motes, porque delirios de grandeza tengo pocos. Sexuales todos los
que quieras, pero de grandeza...