Hoy atenderemos un cult classic de lo
más exquisito. Algo es exquisito cuando es algo pero no lo parece
mucho. Algo es exquisito cuando es sutil, como el Red Bull comparado
con el Burn.
Pequeños Guerreros cuando se estrenó
pensaba que iba a ser más blockbuster de lo que al final fue, pero
luego la gente no se rindió demasiado a ella. ¡Es que es demasiado
buena, demasiado fina! Es de 1998, si fuese de 1988 lo hubiera petado
en plan Cazafantasmas mezclada con Los Goonies.
Pequeños Guerreros está de rabiosa
actualidad porque su argumento es el mismo que el del 15-M y la
independencia de Cataluña: una raza pacífica y venerable contra una
raza violenta y adicta al movidote. ¿Quién gana al final? Yo no sé
por qué los fachas ni siquiera se molestan, de verdad. Si siempre
ganan los buenos.
Juan, avispado, ve una oportunidad de
negocio en lo que los demás ven una crisis política. Juan ve que
sus encantadores amigos fachas están con el cuchillo al cuello
mientras una legión de perroflautas reclaman sangre, vísceras,
muerte en general. ¡Tranquilos, pies negros! Juan tiene algo que
decir.
Juan, como el Padre Damián, es
compasivo que te flipas. Juan ve que la eliminación de los fachas,
aunque apetezca, no es práctica. Juan ofrece a los fachas una pax
mucho más interesante que la que ofrece Gabriel Rufián, que como le
dejen se los come con patatas. Juan ofrece a los fachas una
alternativa suculenta a la muerte: ser mis mascotas.
Juan es un amo buenísimo, toda mascota
está contentísima con Juan. Juan da de comer cuando hay hambre y da
de beber cuando hay sed. Juan te pone una caja de arena para que
hagas tus cosas y esgrime un liderazgo mucho más relajado que el del
podemita medio, que es así como un poco trotskista. Juan deja que te
tires pedos cuando Errejón no lo permite pero ni en 500.000 años.
Juan piensa que por qué acabar con los
fachas cuando puedes hacer que te traigan el periódico y las
zapatillas. ¿No es esta una crueldad mucho más estupenda que la de
Rufián? Rufián será muchas cosas buenas pero gracia-gracia no
tiene. La gente de política es como poco graciosa, no sé. Llevan
una vara demasiado profundamente alojada en el recto.
¿No te convence? Pues los de Silicon
Valley quieren sustituirte por robots, fachilla. ¡Ándate con ojo!
Todo el mundo te quiere joder vivo menos Juan. Juan contempla en tu
sencilla visión de la vida un activo muy importante para su discurso
de moda, sofisticado como pocos. Juan ha hecho para ti, fachilla, un
hueco de honor en su relato molón. ¿No estás contento? ¡Plas!
Todos los demás rojeras te quieren dar
de lado, mientras que Juan quiere incluirte en el juego al que
jugamos los guays. Esto me ha valido muchas enemistades entre la
gente cool, fachilla, fíjate cuánto me la he jugado por ti. ¿Cómo
puedes pensar que no te quiero? Estás tonto, de verdad te lo digo.