domingo, 19 de noviembre de 2017

Pequeños Guerreros

Hoy atenderemos un cult classic de lo más exquisito. Algo es exquisito cuando es algo pero no lo parece mucho. Algo es exquisito cuando es sutil, como el Red Bull comparado con el Burn.


Pequeños Guerreros cuando se estrenó pensaba que iba a ser más blockbuster de lo que al final fue, pero luego la gente no se rindió demasiado a ella. ¡Es que es demasiado buena, demasiado fina! Es de 1998, si fuese de 1988 lo hubiera petado en plan Cazafantasmas mezclada con Los Goonies.

Pequeños Guerreros está de rabiosa actualidad porque su argumento es el mismo que el del 15-M y la independencia de Cataluña: una raza pacífica y venerable contra una raza violenta y adicta al movidote. ¿Quién gana al final? Yo no sé por qué los fachas ni siquiera se molestan, de verdad. Si siempre ganan los buenos.


Juan, avispado, ve una oportunidad de negocio en lo que los demás ven una crisis política. Juan ve que sus encantadores amigos fachas están con el cuchillo al cuello mientras una legión de perroflautas reclaman sangre, vísceras, muerte en general. ¡Tranquilos, pies negros! Juan tiene algo que decir.

Juan, como el Padre Damián, es compasivo que te flipas. Juan ve que la eliminación de los fachas, aunque apetezca, no es práctica. Juan ofrece a los fachas una pax mucho más interesante que la que ofrece Gabriel Rufián, que como le dejen se los come con patatas. Juan ofrece a los fachas una alternativa suculenta a la muerte: ser mis mascotas.


Juan es un amo buenísimo, toda mascota está contentísima con Juan. Juan da de comer cuando hay hambre y da de beber cuando hay sed. Juan te pone una caja de arena para que hagas tus cosas y esgrime un liderazgo mucho más relajado que el del podemita medio, que es así como un poco trotskista. Juan deja que te tires pedos cuando Errejón no lo permite pero ni en 500.000 años.

Juan piensa que por qué acabar con los fachas cuando puedes hacer que te traigan el periódico y las zapatillas. ¿No es esta una crueldad mucho más estupenda que la de Rufián? Rufián será muchas cosas buenas pero gracia-gracia no tiene. La gente de política es como poco graciosa, no sé. Llevan una vara demasiado profundamente alojada en el recto.


¿No te convence? Pues los de Silicon Valley quieren sustituirte por robots, fachilla. ¡Ándate con ojo! Todo el mundo te quiere joder vivo menos Juan. Juan contempla en tu sencilla visión de la vida un activo muy importante para su discurso de moda, sofisticado como pocos. Juan ha hecho para ti, fachilla, un hueco de honor en su relato molón. ¿No estás contento? ¡Plas!

Todos los demás rojeras te quieren dar de lado, mientras que Juan quiere incluirte en el juego al que jugamos los guays. Esto me ha valido muchas enemistades entre la gente cool, fachilla, fíjate cuánto me la he jugado por ti. ¿Cómo puedes pensar que no te quiero? Estás tonto, de verdad te lo digo.