No sé, yo es que lo de que la realidad
virtual es un pufo lo veo como muy claro. A las pruebas me remito: El
Cortador de Césped. Ahora sí que te he dejado sin argumentos.
Macho, ya nos viniste a mitad de los 90
con lo de la realidad virtual y te dijimos que no; ahora nos vienes
con que ya no es lo mismo porque la potencia de proceso se ha
incrementado. ¡Pero sigue sin molar! ¿Es que no lo entiendes?
Lo de la realidad virtual tiene muchos
fallos, uno de ellos es el casco. Es cansadísimo ponerse eso en la
cabeza y no compensa. O sea, que el ratón ha ganado al trackpad por
conveniencia y tú me insistes en que me ponga un casco.
Otro problema es conceptual: realidad
virtual es una cosa como muy adecuada para una sociedad en
decadencia. Te metes en la realidad virtual para pensar que el rollo
que había antes sigue en pie, pero nanay; el rollo se fue a la
mierda y toda la realidad virtual del mundo no puede cambiar eso.
Tanto fallo junto no augura nada bueno.
Las cosas que tienen fallos y hacen como que no acaban muy mal, como
Napoleón. Empeñarse en que su berrinche era una causa divina le
salió muy caro.
Por tanto a mi la realidad virtual me
parece una cosa muy útil para la medicina y cosas así pero como
“next big thing” nada de nada, más que nada porque eso del “next
big thing” se acabó. Las “next big things” son cosas propias
de sociedades en plenitud, no de esto.
Cuando todo está en su sitio te puedes
permitir jugar a la “next big thing”, pero ahora no, hijo.
Ahora es más de una lata con una cuerda atada. Instagram también me
vale: Instagram es la lata con cuerda atada de la tecnología.
Así que cuando te canses de intentar
vendernos la realidad virtual yo te espero aquí sentado con El
Cortador de Césped, que es una película cutrísima y encantadora,
como tu casco de realidad virtual.
La movida es que yo no le voy pidiendo
dinero a la peña para hacer una gilipollez. ¿Captas la diferencia?