Si tuviese 20 años y tuviese un amigo
gordo llamado Nacho ya se habría cagao: le estaríamos llamando
Super Nacho hasta que le sangrasen los oídos. Pero como ya soy mayor
nada de nada.
Los traumas son una cosa mucho menos
dramática de lo que estamos acostumbrados a creer: vale que si estás
gordo y te llaman Super Nacho te jode, pero ¿y lo que te ríes? En
el momento molesta pero cuando pasan los años lo echas de menos.
¡Ojalá yo pudiese volver a ser “El Filósofo Loco” como me
llamaba Raúl!
Los millennials todo muy bien pero han
dejado de lado la bella tradición de los motes con mala baba. Si no
te aprendes a reír de ti mismo te va a dar igual saber mucho sobre
blockchain, por poner un ejemplo, porque en cuanto rocen tu
delicadísima piel vas a explotar y vas a quedar en ridículo
delante de tu cliente. Antes de saber sobre blockchain tienes que
aprender a ser Super Nacho y estar contento con ello.
Einstein se descojonaba constantemente
de sí mismo y por eso tenía la cabeza despejada para poder pensar
con tranquilidad sobre la Teoría de la Relatividad. Si Einstein
hubiera estado rallado con que le llamaban en el instituto “Doc
Brown” no hubiera sacado ninguna teoría chula, se hubiera quedado
currando en la oficina de patentes como un buen perro. Por tanto
antes de estudiar te tienes que aprender a reír.
Tus amigos puede que fuesen gilipollas,
pero a nadie se le ha ocurrido mejores motes que a ellos. ¿No es eso
un ejercicio creativo de primer orden? ¿No es esa una “redefinición
disruptiva del concepto” bajo todas las ópticas? Puedes apostar tu
culo, Super Nacho.
En la mezcla perfecta que tengo en mi
cabeza hay un porcentaje menor de “rollo millennial” del que
suele tener todo el mundo y un porcentaje mayor de “rollo
colegones”. Con demasiado rollo millennial puede que saques cosas
formalmente muy perfectas pero gustar no le van a gustar a nadie,
porque a la gente le gusta reírse con las tripas, no sólo con el
seso.
La única manera de ser realmente
disruptivo hoy en día es recuperar aquellas cosas que el rollo
millennial sepultó. Ya ves, creías que los millennials te iban a
llevar al universo cósmico y al final no te han llevado a ningún
lado. ¿Te lo dije o no te lo dije? Deberías hacer más caso al
Filósofo Loco, sabe lo que se trae entre manos.
El Filósofo Loco pisa todos los cepos
del camino para que después no los tengas que pisar tú. El Filósofo
Loco te advierte de que ese señuelo esconde una trampa de pinchos de
categoría premium. Haz caso a mis consejos y no te engañarán como
a un chino porque al honorable Juan ya lo han engañado antes.
A Salva le engañaron los trileros
cuando íbamos a comprar el Eternal Champions al Centro Mail.
¿Resultado? Que los trileros no nos han engañado nunca más. Por
eso tienes que hacer caso al Filósofo Loco, porque los millennials
también juegan, y cómo, a los trílez.