miércoles, 8 de noviembre de 2017

Mi Merienda & Lacasitos

Hay productos realmente útiles, no como esos coches eléctricos del demonio o esas aplicaciones para medir un sinfín de bobadas innecesarias. Hablamos de las tabletas de chocolate rellenas de Lacasitos.


Yo ayer vi un Tesla aparcado y no me dio tan buen rollo como esta Mi Merienda & Lacasitos ni de lejos. Sí, me asomé a ver cómo era esa enorme consola táctil que parece ser que tienen esos coches, pero no sentí nada especial. Sentí que me parecía un iPad Pro puesto en vertical en medio del salpicadero. ¿Mola? Pues sí, mola, pero prefiero Mi Merienda & Lacasitos.

Con Mi Merienda & Lacasitos no tienes que resolver complicadísimos algoritmos para ver a quién hay que atropellar en caso de emergencia cuando hablamos de un coche autónomo; con Mi Merienda & Lacasitos, por fin, puedes ser feliz sin que esté a punto de estallarte la cabeza cada cinco minutos.


¡Esto sí que es una revolución! ¡Aquí alguien ha usado el cerebro bien, para variar! Le quitas las almendras al chocolate, que molestan muchísimo, y en su lugar pones todavía más chocolate. ¿No es este un pensamiento verdaderamente avanzado? ¿No se ha ido aquí por fin al quid de la cuestión? Es evidente que sí, lo que realmente buscamos todos en la vida es un poquito más de chocolate todavía.

¡La inteligencia artificial! ¡Ay, la “inteligencia artificial”! Además de ser un patinazo de Spielberg, la inteligencia artificial jamás será tan inteligente como para entender que la solución es un poco de azúcar. Mary Poppins lo tenía clarísimo y vivía en la época victoriana, o sea, que no creo que fuese un robot ni nada. Me da igual tener un mayordomo robot o no, lo que quiero es que, de tenerlo, me traiga chocolate. Si no no sirve para nada.


Quizás la inteligencia artificial pueda ganarme al ajedrez, pero ¿para qué quiero yo eso? ¿Para deprimirme más todavía? Si la inteligencia artificial fuera realmente inteligente se dejaría ganar porque se daría cuenta de que el problema es que estoy deprimido, que me duele un talón, que la gente no te deja pasar en el metro. Si fuera verdaderamente inteligente se autodestruiría no sin haber hecho antes un pedido a Telepizza por mi.

La inteligencia artificial es como hablar con Ana Pastor, que si no asumes que ella tiene que ganar la partida no juega. ¡Pues vaya mierda! ¡Para eso ya tenemos a Ana Pastor!


Si la inteligencia artificial fuera realmente inteligente inventaría un botón de mute para Ana Pastor. Eso haría la vida mucho más tranquila, apacible, sin un insidioso run run preguntándote, una vez más, si te has tirado un pedo. ¡Que sí, coño! ¡Que me lo he tirado! ¡Déjame ya en paz, por los clavos de Cristo!

Mientras la inteligencia artificial no invente un botón de mute para Ana Pastor no me convencerá, porque eso demostraría que no sabe hallar la verdadera raíz del problema.