domingo, 21 de enero de 2018

ONwalk 500 - Geonaute

Si quieres saber cuántos kilómetros recorres al cabo del día, no lo dudes: cómprate un podómetro. Sí, ya sé que hay apps para esto (¿para qué no?), pero las apps carecen de encanto. Son como de maruja acabada.


La vida analógica es mucho mejor. ¿No os acordáis? Cuando llevábamos podómetros físicos, no virtuales, la gente se preocupaba la una de la otra. El señor Paco te preguntaba por la calle “¿Cuántos kilómetros llevas hoy, Juan?”. Y tú contestabas “¡Ni se sabe, señor Paco, ni se sabe!”. El mundo tenía mucho de comunidad.

Hoy, sin embargo, nadie te pregunta nada. Te lo pregunta el teléfono, que le importas un pito. El señor Paco ya no te pregunta nada tampoco porque está en una residencia en donde le han metido sus hijos, que sólo piensan en la herencia. Todo el mundo acusa al vecino de todos sus problemas.


Como sabéis, si mostramos debilidad corremos el riesgo de perder la partida en la que hemos convertido la vida. Si dices algo de corazón alguien, cualquiera, podría utilizarlo contra ti y a tomar viento todo aquello por lo que has luchado toda tu vida. Las cámaras de vigilancia son un chiste comparado con lo que hacemos los unos con los otros.

Claramente esto lleva a la destrucción total de todas las partes, porque aunque acabes siendo tú el único que permanece en pie te quedará demasiada poca energía como para mantenerte vivo mucho tiempo. Así que es evidente que el plan no acaba de funcionar.


Un hombre sabio (otro que no soy yo, otro) dijo “Don´t hate the players, hate the game”. ¡Por fin algo con un poco de sentido! Nadie es especialmente malo, lo malo es el juego al que jugamos todos, que para sobrevivir nos obliga a ser malos. La única salida es abandonar la partida. Pero si abandonas la partida te quedarás con una mano delante y otra detrás porque todo lo que has acumulado se lo debes a la partida.

Si ahora te rindes y le pides perdón a Pepito estás perdido, porque ese muro de carga que sostiene tu vida existe porque está sobre las espaldas de Pepito. Si aceptas que Pepito no tiene por qué llevar a cuestas ese muro... ¿Quién lo llevará? ¿Tú? No, porque no puedes. Tu vida se derrumbará con enorme estrépito.


Juan, como ya imaginarás, tiene los deberes hechos hace mucho tiempo. Juan tiene sus cuentas saneadas y de existir algún desequilibrio está a su favor. Juan se preocupó de saldar las cuentas antes de verse atrapado, por tanto si ahora se pagan y cobran las deudas Juan saldrá ganando, porque ha llevado a cuestas tu mierda muy inteligentemente. En nuestra relación el deudor eres tú y yo el acreedor. ¿No te maravilla el estilo de Juan?

Juan es un cabrón, sí, pero lo hace todo por tu bien. Juan ha montado todo este circo para darte una lección. La lección es que te comportes bien, gilipollas, que mira cómo está el mundo por tu culpa. Por tu culpa, por tu culpa. Por tu grandísima culpa.