¿Te casarías tú con La Condesa
Drácula? Lo peor es que yo sí.
La Condesa Drácula está como las
maracas de Machín. ¿Y no es ese justo el marco perfecto para Juan?
Juan también está como las maracas de Machín, porque es muy
inteligente en un mundo temporalmente gobernado por los más tontos
de todos. Así que Juan entiende a La Condesa.
La Condesa Drácula, según reza su
contraportada, se bañaba en la sangre de chicas jóvenes para
mantenerse joven ella también eternamente. ¿Cómo no me voy a
enamorar de semejante orate?
La Condesa Drácula lo vio claro: si se
cubría del néctar de jóvenes ella, por magia potagia,
rejuvenecería también. ¡Bueno, hay que reconocer que como primera
idea está bien! El concepto lo tienes claro, Condesa. Ahora te falta
la ejecución.
La ejecución falla por muchas
cuestiones. Para empezar, es ilegal. Tú no puedes rajarle el cuello
a unas vírgenes porque te haga falta su sangre para un experimento.
Así que, de entrada, eso no se puede hacer por la razón recién
expuesta.
¡Punto número dos! No veo claro eso
de que sólo por bañarte en la sangre de un joven rejuvenezcas.
Poéticamente sí, pero aquí buscamos una formula concreta de la
juventud. Así que me temo que la cuestión va más por analizar la
sangre para ver qué componentes rejuvenecedores tiene y luego
emularlos tú en el laboratorio.
Ya, ya sé que así dicho te corto todo
el rollo, Condesa. ¡Con lo bonito que era eso de bañarte desnuda en
la sangre de niñas! Con mi exposición te he jodido la lírica.
¡Bueno, no pasa nada! Eso lo podemos recuperar en el packaging.
Como ve, mi querida Condesa, saber un
poquito de marketing no anula el verdadero sabor de la vieja escuela.
Yo también peco de dejarme llevar por el encanto de lo prohibido,
Condesa, pero coincidirá conmigo que con mi manera de hacer las
cosas todos ganamos mucho más.
Pero, sea como sea, usted tiene que ser
una tía muy interesante, ¿no? Esas ideas que tiene no se le ocurren
a cualquiera. Permítame invitarla a una taza de té.