jueves, 18 de enero de 2018

Donkey Kong Land – Game Boy

Es una lástima, pero mi tienda de videojuegos retro preferida va a cerrar. Maldito sea el mercado español por no permitir medrar a negocios visionarios.


¡Qué se os va a pedir! Si sois todos unos paletos. A vosotros os ponen debajo de casa una tienda en la que venden el elixir de la eterna juventud y aún así pasáis de todo y seguís yendo a Carrefour. ¿Qué se puede esperar de vosotros? Nada. Absolutamente nada.

Es una cosa biológica, no tiene nada que ver con la economía. La economía es una consecuencia de la biología, no al revés. Una raza loser tiene una economía loser, no queda más remedio. Si no da la cabeza para ver más allá te va a dar igual todo lo demás.


¿Está bien regalarle a unos primates ridículos unos aparatos electrónicos muy sofisticados? Pues no sé yo, ya estoy empezando a dudar. Un primate es un primate y en vez de usar el aparato para el bien lo utilizará para chulear delante de los demás primates. “Yo tengo el S8”, balbuceará el mono.

Por eso se me pasa por la cabeza si no tenéis demasiados caprichos. Quizás sea bueno para vuestro desarrollo biológico (yo todo lo hago por vosotros) quitaros el telefonito. Aunque sólo sea para ver la reacción y registrarla en mi cuaderno. “Y cuando le quité el teléfono al mono se puso a gritar”.


Después de todo ¿qué tenéis que hacer? No os engañéis, vuestra vida es mucho más patética de lo que sugiere el teléfono. No tenéis citas, eso ya pasó hace mucho. Estáis viejos y cada vez le gustáis menos al sexo opuesto. Del trabajo ni hablamos: mucho fingir que estáis ocupadísimos pero la gente sale corriendo al veros llegar, a ver si les vais a dar la chapa con eso de “a ver si colaboramos y hacemos networking”.

Sois unos mierdas, en resumidas cuentas. Vuestra vida está por debajo de vuestro teléfono por muchos enteros. A vosotros os vale un móvil de gama baja-baja pero vamos, de sobra. Así que os voy a quitar vuestro smartphone nuevo. Es por vosotros, en el futuro me lo agradeceréis.


Sin el teléfono se ve cómo eres de verdad, frágil, insignificante. ¿Pero no es esa una base verdadera de la que partir? Ahora podrás trabajar con los materiales de los que realmente dispones, no montar una farsa sobredimensionada y con demasiados efectos especiales.

¿Ves, monito? Juan lo hace todo por ti, chimpancé. Vamos, primate baboso, cómete un plátano. Venga.