¿Cómo alguien puede decir que el Red
Bull es malo? El Red Bull es buenísimo, está buenísimo y sienta
muy bien. Lo que es malo de verdad es ser un amargado que tiene miedo
hasta de su propia sombra.
¡Cuánto mal han hecho los niños
memitos, primeramente llamados hipsters y más tarde llamados
millennials! Esos niños nos han llenado la cabeza de sandeces y nos
las hemos creído porque sonaban suave, como con un sonido narcótico.
Sin embargo, pasado el túnel, nos damos cuenta de que todo lo que
decían es para echarles a los perros y que los devoren entre
terribles sufrimientos.
La culpa es de los padres,
especialmente de las madres. Tanto asustar a los críos ahora tienen
miedo de un refresco. De lo que tenían que tener miedo es de hacer
algo tan retard como Mr. Wonderful y creer que eso tiene algún
valor. ¡Pobre Francisco Ibáñez! Él haciendo genialidades como
Mortadelo y estos niñatos haciendo Mr. Wonderful. ¡Qué
desagradecidos! ¡Qué insulto al arte mayor!
¡Qué década! Entre Donald Trump y
los niños memos no puedo más. Me estallan las meninges de
retrasadeces, tanto de unas como de otras. ¡Hay que hacer un muro
con México! ¡Uber es una app, no una empresa de transportes! ¡Todos
los retrasados que habíamos guardado en el baúl, no se sabe cómo,
se soltaron y han campado a sus anchas diez años! ¿Es que no te das
cuenta?
Esto es lo que pasa por guardar a gente
en el baúl, que a la larga se acaban escapando. Ahora que ya ha
pasado todo escuchad el plan de Juan: no se trata de volverlos a
meter en el baúl, se trata de cortarles las alas. Crash, así, de
cuajo. El Donald Trump y el millennial tonto de turno, crash, con las
alas arrancadas.
Tras este paso que atenúa su
movilidad, pasemos a la solución definitiva, la que atenúa su
reproducción. Naturalmente estoy hablando de la mutilación genital.
A unos y a otros hay que cortarles la pilila y coserles la peseta,
para que no esparzan su deficiente código genético por nuestra
sociedad bienamada. Y así, de una vez, podremos vivir en paz.
¿Se pasa Juan de gracioso? ¡No creo!
Pasarse de gracioso es imposible, y más en estos tiempos. Lo que
necesita la gente es permiso para reír, porque sin la risa estamos a
merced del drama. Si no te puedes reír a carcajadas de Mr. Wonderful
no te queda más remedio que rendirte a la lobotomía, y eso a la
larga es más malo que el sebo. ¡Que vuelva Mortadelo! ¡Que vuelva
Sacarino! Si no yo no sé qué va a ser de nosotros.
No hablo de una risa tibia, inofensiva.
Hablo de una risa como una bomba H, como esas que el Señor Super les
tiraba a Mortadelo y Filemón cuando volvían a arruinar la
investigación. Hablo de una risa que destruya los aparatos
electrónicos, que cortocircuite las mentes débiles. Sólo así
podremos resucitar, como Jesús, que les dejó a todos con un palmo
de narices.
Ya, ya sé que tienes el corazón tan
ahogado que ya ni te acuerdas de a qué sabe una carcajada con las
tripas. ¡Pero para eso está Juan! ¡Para hacer el pollas y que tú
puedas volver a respirar! ¡Jajaja! ¡Juan siempre salvando la
papeleta! ¡Gloria a Juan! ¡Viva y bravo!