martes, 2 de enero de 2018

Red Bull – Street Fighter 30th Anniversary

¿Cómo alguien puede decir que el Red Bull es malo? El Red Bull es buenísimo, está buenísimo y sienta muy bien. Lo que es malo de verdad es ser un amargado que tiene miedo hasta de su propia sombra.


¡Cuánto mal han hecho los niños memitos, primeramente llamados hipsters y más tarde llamados millennials! Esos niños nos han llenado la cabeza de sandeces y nos las hemos creído porque sonaban suave, como con un sonido narcótico. Sin embargo, pasado el túnel, nos damos cuenta de que todo lo que decían es para echarles a los perros y que los devoren entre terribles sufrimientos.

La culpa es de los padres, especialmente de las madres. Tanto asustar a los críos ahora tienen miedo de un refresco. De lo que tenían que tener miedo es de hacer algo tan retard como Mr. Wonderful y creer que eso tiene algún valor. ¡Pobre Francisco Ibáñez! Él haciendo genialidades como Mortadelo y estos niñatos haciendo Mr. Wonderful. ¡Qué desagradecidos! ¡Qué insulto al arte mayor!


¡Qué década! Entre Donald Trump y los niños memos no puedo más. Me estallan las meninges de retrasadeces, tanto de unas como de otras. ¡Hay que hacer un muro con México! ¡Uber es una app, no una empresa de transportes! ¡Todos los retrasados que habíamos guardado en el baúl, no se sabe cómo, se soltaron y han campado a sus anchas diez años! ¿Es que no te das cuenta?

Esto es lo que pasa por guardar a gente en el baúl, que a la larga se acaban escapando. Ahora que ya ha pasado todo escuchad el plan de Juan: no se trata de volverlos a meter en el baúl, se trata de cortarles las alas. Crash, así, de cuajo. El Donald Trump y el millennial tonto de turno, crash, con las alas arrancadas.


Tras este paso que atenúa su movilidad, pasemos a la solución definitiva, la que atenúa su reproducción. Naturalmente estoy hablando de la mutilación genital. A unos y a otros hay que cortarles la pilila y coserles la peseta, para que no esparzan su deficiente código genético por nuestra sociedad bienamada. Y así, de una vez, podremos vivir en paz.

¿Se pasa Juan de gracioso? ¡No creo! Pasarse de gracioso es imposible, y más en estos tiempos. Lo que necesita la gente es permiso para reír, porque sin la risa estamos a merced del drama. Si no te puedes reír a carcajadas de Mr. Wonderful no te queda más remedio que rendirte a la lobotomía, y eso a la larga es más malo que el sebo. ¡Que vuelva Mortadelo! ¡Que vuelva Sacarino! Si no yo no sé qué va a ser de nosotros.


No hablo de una risa tibia, inofensiva. Hablo de una risa como una bomba H, como esas que el Señor Super les tiraba a Mortadelo y Filemón cuando volvían a arruinar la investigación. Hablo de una risa que destruya los aparatos electrónicos, que cortocircuite las mentes débiles. Sólo así podremos resucitar, como Jesús, que les dejó a todos con un palmo de narices.

Ya, ya sé que tienes el corazón tan ahogado que ya ni te acuerdas de a qué sabe una carcajada con las tripas. ¡Pero para eso está Juan! ¡Para hacer el pollas y que tú puedas volver a respirar! ¡Jajaja! ¡Juan siempre salvando la papeleta! ¡Gloria a Juan! ¡Viva y bravo!